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Sin resistencias. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 28-30

EVANGELIO
Soy manso y humilde de corazón

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
-«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

Sin resistencias.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Nuestra vida es un constante aprender. No se trata de ser o no ser manso y humilde, se trata de ir aprendiendo del Señor a serlo. No es cuestión de estudiar, sino de aprender del Señor por imitación, imitando Sus actitudes.

En definitiva, el Evangelio de hoy me invita a actuar mansa y humildemente en mi relación con mi esposo. Manso es el que no se resiste. Va allá donde le llevan. Un esposo manso se deja guiar, acoge cada situación sin resistencias.

Tenemos muchas oportunidades de actuar mansamente en nuestro matrimonio, porque afortunadamente hay muchas situaciones en las que yo por mí, haría o diría algo diferente. Ser manso a la voluntad de Dios, es lo que aligera el peso de la vida.

En cada situación del día a día, tengo la oportunidad de aprender del Señor a ser manso. Él no decía ni hacía nada por su cuenta, sino que siempre hacía lo que le decía el Padre.

Si acogemos este yugo que nos propone el Señor, y que es un yugo porque nos une a nuestro esposo y nos ayuda a caminar acompasados, descubriremos que nuestra carga, que existe, se va aligerando y cada vez pesará menos, porque cada vez seremos más libres y descansaremos más en el esposo y en el Señor. La paz nace de cumplir la voluntad de Dios.

Madre:
Gracias por esta luz, por este nuevo camino que nos abres para aprender del Señor a ser mejores esposos: El camino de la mansedumbre. Alabado sea por siempre nuestro Señor, que es Camino, Verdad y Vida

“Esposillos”. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 25-27

EVANGELIO
Has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a los pequeños

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-27
En aquel tiempo, tomó la palabras Jesús y dijo:
-«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Palabra del Señor.

“Esposillos”
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Dios no suele actuar a lo grande, sino cada día, en lo pequeño.
Son las pequeñas cosas de cada día las que van edificando a las personas. Esas a las que el hombre no da mucha importancia porque parece no tenerla, incluso pasan desapercibidas, pero Dios siempre hace grandes a aquellos que son los más pequeños. Los pequeños están siempre abiertos a aprender, a ser ayudados. Son humildes y sencillos no porque lo simulen, sino porque se ven necesitados de Dios y saben que Dios les ayuda a través de los demás. El que es pequeño, tiene el corazón puesto en Aquel que saben que es grande.

A partir de esta manera de verse, todo viene rodado: Son agradecidos, por todo lo que reciben de los demás, alaban a Dios porque lo ven grande y generoso, para ellos todo es un don, se sienten alegres porque no se creen merecedores de nada, y sonríen, siempre sonríen. Tienen la capacidad de sorprenderse cada día en cada detalle y admirar a su Creador y a sus hermanos.

¿No os parecen sabios?

Somos esposos pequeños o “esposillos”, cuando estamos tremendamente agradecidos a Dios por la vocación a la que nos ha llamado, cuando damos gracias a Dios todas las noches por nuestro esposo. Porque no nos consideramos merecedores de él/ella. Es un don tan grande, es persona, de un valor incalculable, hijo de Dios, creado para toda la eternidad… un don tan inmenso que no tengo capacidad de agradecerlo suficientemente. Por eso le intento comprender para poder servirle mejor, por eso soy cortés con él/ella, porque es un lujazo tenerle. Por eso excuso sus cosillas y sus faltillas que no tienen importancia al lado del don tan grande que es para mí… Por eso, abandona el hombre a su padre y a su madre y su orgullo y su soberbia y sus caprichos… y se une a su mujer y los dos se hacen una sola carne.

¿No es esto ser un esposo sabio? “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños.”

María:
Hoy no tenemos más que palabras de agradecimiento y alabanza. Damos gracias por ser pequeños, débiles, indefensos, necesitados, siervos inútiles. En mi debilidad me hace fuerte el Señor. Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Según lo recibido. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 20-24

EVANGELIO
El día del juicio le será más llevadero a Tiro y Sidón y a Sodoma que a vosotras

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 20-24
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido:
-«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.
Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.
Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy.
Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».

Palabra del Señor.

Según lo recibido.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Señor valora la respuesta de la gente en función de lo que se les ha dado. Por tanto, no basta con ser mejor que otros, hay que mirar también qué talentos me ha dado Dios, porque según ellos, se me pedirá.

CIC 1937 ‘Estas diferencias pertenecen al plan de Dios, que quiere que cada uno reciba de otro aquello que necesita, y que quienes disponen de “talentos” particulares comuniquen sus beneficios a los que los necesiten. …Yo no doy todas las virtudes por igual a cada uno… hay muchos a los que distribuyo … A uno la caridad, a otro la justicia, a éste la humildad, a aquél una fe viva… En cuanto a los bienes temporales las cosas necesarias para la vida humana las he distribuido con la mayor desigualdad, y no he querido que cada uno posea todo lo que le era necesario para que los hombres tengan así ocasión, por necesidad, de practicar la caridad unos con otros… He querido que unos necesitasen de otros y que fuesen mis servidores para la distribución de las gracias y de las liberalidades que han recibido de mí. (S. Catalina de Siena,
dial. 1, 7).

Así debe ser especialmente entre los esposos, puesto que cada uno somos ministro de la gracia de Dios para el otro. Santa Catalina pone tres ejemplos interesantes para aplicarnos: Si tengo más caridad es para amar más a mi esposo, sí, amarle más que él/ella a mí; si tengo más sentido de la justicia, es para ser más justo con él/ella que mi cónyuge conmigo; si soy más humilde, es para aceptar más humillaciones que mi esposo; y si tengo más fe, es para rezar más por él/ella e intentar llevarle a Dios con amor como Él lo haría… En definitiva, si soy mejor esposo, es para entregarme más a mi cónyuge que él/ella a mí.

Normalmente andamos midiéndonos con respecto al amor que nuestro esposo nos profesa, y esto es un gran error. Si has recibido más, da más, o el juicio le será más llevadero a Sodoma.

Madre:
A ver si aprendemos ya a no mirar tanto lo que el esposo nos da para actuar en consecuencia. Hoy el Señor nos enseña que es un error garrafal. Es una tentación tan fuerte como habitual. Que nos esforcemos para amar más según los talentos recibidos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Enemigos por la fe. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 34 – 11, 1

EVANGELIO
No he venido a sembrar paz, sino espadas

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 34 – 11, 1
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
– «No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Palabra del Señor.

Enemigos por la fe.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Los caminos de Dios son tan distintos a los nuestros y nuestra naturaleza caída está tan alejada de Él (que es amor) que es necesario un sobre esfuerzo para acercarse al amor. Frente a esto, una cultura que invita al camino fácil y al disfrute personal, choca estrepitosamente. Pero está claro, que sólo el camino de Dios es el que nos construye. El amor es sencillo y es hermoso, pero estamos tan lejos que no acabamos de verlo.

Sin embargo, no hay un camino intermedio. La radicalidad de ambos rumbos hace que se produzcan confrontaciones. Sobre todo, porque Belcebú existe y a quien arrastra, le inocula esta oposición. El que no busca a Dios está perdido, aunque crea que es muy bueno. Lo que ocurre es que no ve su mal, aunque lo tenga, para empezar su propia vanidad de creer que no necesita a Dios. La prueba del 9 en estos casos es ¿Sientes cierto rechazo por los que buscan a Dios con todas sus fuerzas?¿Qué hace que se sienta este rechazo y se ridiculice a los que buscan a Dios? ¿Les juzgas porque rezan y van a misa y aun así los ves peores que tú?. Son las consecuencias de no seguir a Dios. El amor es un camino y requiere de un esfuerzo. Por tanto, creerse bueno y sin necesidad de ayuda para mejorar, no es una actitud de amor.

Cristo dice que el que dé un simple vaso de agua al que va en Su nombre, no perderá su recompensa. Si no tienes mucha fe, y tu esposo sí, no le reproches, no le rechaces, no le hagas daño, no le digas que aunque reza no es tan bueno… acógele, cuídale y verás que tu relación se embellece, descubrirás experiencias mucho mejores.

También debemos tener cuidado los que buscamos a Dios, si sentimos animadversión por los que están más alejados. Así, en la primera lectura, dice Dios a través de Isaías: “Vuestros novilunios y solemnidades los detesto; se me han vuelto una carga que no soporto más. Cuando extendéis las manos, me cubro los ojos; aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé. …Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda»”.

Si no hay caridad en mi vida, si no me dedico a los demás, no estoy en el camino del Señor, por mucho que rece y le ofrezca sacrificios.

Pero volviendo a lo de las enemistades, Cristo habla de enemistados entre padre e hijo, entre suegra y nuera… pero no menciona que haya venido a enemistar al esposo con la esposa ni viceversa ¿Será que un esposo no puede seguir a Cristo si no es a través de la unidad con su cónyuge?.

Madre:
Protégenos para que la fe no sea motivo de ruptura entre tus hijos. La fe no es una ideología que separa, es una adhesión a Cristo que une. Por Él, con Él y en Él, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria al Padre omnipotente, por los siglos de los siglos. Amén.

El esposo herido. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 10, 25-37

EVANGELIO
¿Quién es mi prójimo?

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: «Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.» ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»

Palabra del Señor.

El esposo herido.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Perdonad el atrevimiento de que hagamos una parábola paralela a la que nos propone el Señor.
Un esposo cayó en una emboscada del Tentador. Su corazón quedó destrozado por la ira o la envidia o la lujuria o el orgullo…
Su cónyuge, que presenció la escena, le despreciaba y se alejó lo más posible de aquel esposo para que no le salpicaran las consecuencias del mal que le había afectado.

En otro caso idéntico, el cónyuge no huyó, sino que aprovechó la ocasión para corregirle y recriminarle, con lo que su esposo se hundió aún más y quedó aún peor herido.

Un tercer esposo se encontraba en esa misma situación, y el cónyuge sintió lástima. Se puso en su lugar, le dijo palabras sanadoras, cargó con sus pecados y lo acogió en su corazón. Al día siguiente, pidió a Dios por su esposo y le ofreció sacrificios por él, consciente de su incapacidad para sanar a su esposo. Esa es la belleza del matrimonio, tener a alguien cerca a quien cuidar, por quien preocuparse.

¿Cuál de los tres fue misericordioso?

Pues «Anda, haz tú lo mismo.».

Madre:
Hoy he descubierto que me falta misericordia con mi esposo, y por ello, no soy un buen prójimo para él/ella. No soy la ayuda adecuada que el Señor quiere que sea para él/ella. Perdóname por no estar cumpliendo la misión que me ha encomendado. Ruega por mí, para que el Señor tenga misericordia de mí, que soy un pecador. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.