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Para mostrar Su gloria. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 12, 38-42

EVANGELIO

Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 38-42

En aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús:
«Maestro, queremos ver un signo tuyo».
Él les contestó:
«Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón».

Palabra del Señor.

Para mostrar Su gloria.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

En la primera lectura, el pueblo de Israel, perseguidos por el potente ejército egipcio, se veían sucumbir. Pero Moisés mantiene la confianza en Dios, y Dios abre el mar Rojo para que puedan cruzar, haciendo que el ejército egipcio se ahogue, para demostrar Su gloria.

Mientras seamos esposos de Su pueblo, y confiemos en Él siguiendo el camino que nos marca por difícil que parezca, nada tenemos que temer. Es en los momentos de persecuciones y cruz, cuando a través de nuestra obediencia, el Señor puede mostrar Su gloria. Abrirá el mar y sucumbirán los enemigos de Dios por muy poderosos que sean, para mayor gloria Suya.

Llevado a la vida matrimonial:

Ana: Señor, llevamos un tiempo caminando en este itinerario, trabajando nuestro matrimonio, y hay cosas que no cambian. Yo sigo siendo muy orgullosa, mi esposo sigue siendo muy poco comprensivo, y discutimos mucho.
Pedro: Ana, yo voy a dejar de ir a las reuniones de matrimonios. Pasa el tiempo y no veo cambios en ti. Creo que esto no sirve para nada.
Ana: Pedro, lo he hablado con el Señor en la oración. Me gustaría rezarlo también contigo. El matrimonio lo tenemos que construir durante toda la vida, no hay que tener prisa. Él irá haciendo pero tenemos que ser perseverantes, porque Dios muestra su gloria a través de la cruz. Debemos estar contentos de vivir estas cruces y confiar en que Él lo hará todo nuevo.
(Un año más tarde)
Ana: Pedro ¿Qué tal vas viendo nuestra evolución?
Pedro: Tenías razón. Nuestro matrimonio está mejorando mucho, es verdad que seguimos en camino y hay aspectos en los que tenemos que seguir creciendo, pero estamos mucho más unidos, más ilusionados, más concienciados de nuestra vocación. Yo me veo haciendo cosas que hace un año eran impensables para mí.
Ana: Gloria a Dios. Él hace proezas con su brazo.

Madre,

Una vez, en Medjugorje, nos marcaste el camino del Magníficat para nuestro matrimonio. Hoy las Lecturas nos hablan de ello. El Poderoso se fija en mi humillación y hace obras grandes por mí. Él hace proezas con Su brazo, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Alabado sea el Señor que es inmensamente generoso con los que confían en Él.

En construcción. Comentario el Evangelio para Matrimonios: Mateo 13, 24-30

EVANGELIO

Dejadlos crecer juntos hasta la siega
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 24-30

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
«Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?»
Él les dijo:
«Un enemigo lo ha hecho».
Los criados le preguntaron:
«¿Quieres que vayamos a arrancarla?»
Pero él les respondió:
«No, que, al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».

Palabra del Señor.

En construcción.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Una vez, hace muchos años, ella le dijo a él: Ten cuidado, porque si cambias de mí aquello que no te gusta, puede que cambie también aquello que te gusta y lo pierdas. Quizás fuera una luz del Espíritu Santo, pero así lo dice el Evangelio de hoy. Tenemos luces y sombras, dones y carencias, buenas obras y pecados. Y con ese ramillete, convivimos en el matrimonio. El Señor nos dice que no intentemos separar lo bueno de lo malo del otro, porque puede que por querer quitar lo malo, perdamos también lo bueno.

Aterrizado a la vida matrimonial:

1. Uno: Señor, mi mujer no tiene iniciativa. Hay que estar siempre tirando de ella. Si cambiara, las cosas irían mucho mejor. El otro: Señor, mi esposa es un manojo de nervios, me tiene agotado, siempre activa, siempre inventando. Si fuera un poco más tranquila…
2. Una: Señor, mi está siempre ocupándose de los niños, y me tiene abandonada. No se fija en mí ni me dice un triste piropo, ni un beso. Necesito tanto cariño, que me abrazaría a una farola. La otra: Señor, mi esposo no para de decirme cosas, todo muy romanticón, pero luego no hace nada con los niños y me cae a mí toda la carga. Dice que me quiere mucho, pero de boquilla. A ver si no se le va la fuerza por la boca y ayuda un poquito más en casa. Te lo pido.

El Señor: Querido hijo/a. ¿Por qué no acoges al esposo que te he dado tal como es? ¿Piensas que me he equivocado? No me he equivocado. Es tu mirada vanidosa y exigente, la que te impide amar a tu esposo imperfecto. ¿Acaso crees que tú eres perfecto? No, ambos estáis en construcción, tenéis que poner en juego todos los dones recibidos, para juntos, llegar a ser aquello que estáis destinados a ser. Hijos del Padre. Ánimo, aceptaros con vuestras limitaciones, y yo os haré grandes regalos para construir el reino de los cielos en vuestro hogar, con vuestros hijos.

Madre,

Acogemos el don de Dios, tal como es, con su trigo y su cizaña. No somos quién para intentar separar el uno de la otra. Este es el proyecto de Amor de Dios para mí, y lo quiero tal como Él lo quiso. Alabado sea el Señor, que me entrega un don tan precioso como mi esposo y mi matrimonio, para así, crecer juntos. Amén.

Más allá de la tolerancia. Comentario del evangelio para Matrimonios: Mateo 12, 1-8

EVANGELIO

El Hijo del hombre es señor del sábado
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8

En aquel tiempo, atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.
Los fariseos, al verlo, le dijeron:
«Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado».
Les replicó:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes.
¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?
Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo.
Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».

Palabra del Señor.

Más allá de la tolerancia.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Esto es lo que ocurre cuando ponemos la ley por encima del amor. Nuestra ley es el Señor. Claramente, utilizamos nuestra justicia como arma arrojadiza contra el amor, y como dice el Señor, si nuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraremos en el reino de los cielos.

Hoy se habla de respeto y tolerancia, pero la misericordia empieza donde acaba lo que parece razonable para la comprensión terrenal.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ramón: Llego tarde a todos lados por culpa de mi esposa, y claro, salimos de casa cabreados ¿Qué puedo hacer para que cambie de una vez?
Álex: Creo que el problema aquí no es la puntualidad realmente, porque si lo analizas, en realidad no te importan los demás, sino tú. Es tu ley de la puntualidad, que te hace sentirte incómodo, pero que nunca se puede prevalecer por encima de la ley del amor. Te “molesta” llegar tarde. Se supone que la puntualidad sana consiste en querer llegar a la hora por amor a los demás, es decir, por no fastidiar a otros. Pero ¿Tiene sentido entonces enfadarte con tu esposa? Por no fastidiar a otros ¿Fastidias a tu esposa?
Ramón: Hombre, visto así, es verdad. No estoy actuando con amor ni por amor, sino porque a mí me molesta. Quizás por no quedar mal…
Álex: Pues esta noche, cuando reces con tu esposa, hazte estas preguntas y respóndete a ti mismo. ¿Querrá Dios que me enfade con mi esposa en esas situaciones? ¿Llevo a mi esposa más hacia Dios cuando actúo de esa manera? ¿Qué es más importante, mi ley de puntualidad o mi comunión con mi esposa?. Después, con un corazón contrito y humillado, le pides perdón a Dios y a ella.
Ramón: Esta vocación nuestra es exigente ¿Eh?.
Álex: Pero es hermosa, porque es un camino de santidad. Nos lleva a Dios, ni más ni menos.

Madre,

Qué terrenal sigue siendo nuestra justicia. “Misericordia quiero y no sacrificios” nos dice el Señor. Cuántas oportunidades hay en el matrimonio para ser misericordiosos, es la oportunidad de actuar como el Padre, con la dignidad de hijos. Él lo es con nosotros. No tenemos derecho a ser más exigentes entre nosotros. Alabado sea el Señor que nos enseña a amar, día a día.

Pequeños, grandes esposos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 25-27

EVANGELIO

Has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-27

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Si, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Palabra del Señor.

Nota: Testimonio de Marcus y Maribel sobre el retiro de junio de Proyecto Amor Conyugal. Accede aquí:

http://movil.religionenlibertad.com/articulo_rel.asp?idarticulo=58139&accion=

Pequeños, grandes esposos.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Es la única vez en todo el Evangelio que Jesús se refiere al Padre como “Señor de cielo y tierra”. El Gran Dios, el Todopoderoso, se fija en los más pequeños y se esconde ante los que se creen grandes. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Teresa: Rafa, tenemos que aceptar esta dura situación como una oportunidad para purificar nuestro corazón. Hay demasiado orgullo entre nosotros.
Rafa: Eso ¿Cómo va a ser? Dios no quiere que suframos. Esto es del Demonio y no estoy dispuesto a creer en tus tonterías. Pienso ponerles una demanda. Se van a enterar.
Teresa: Rafa, con eso, lo que vas a hacer es empeorar las cosas. No devuelvas mal por mal. Los vecinos son muy difíciles en el trato, pero eso no significa que nosotros tengamos que pagarles con la misma moneda. Aceptemos esta humillación en el nombre del Señor y ofrezcamos nuestro sufrimiento en reparación por nuestro orgullo.
(Meses más tarde…)
Rafa: Tenías razón, Teresa. Menos mal que me dejé influir por ti. Ahora, los vecinos están peleados con toda la comunidad menos con nosotros. Doy gracias a Dios por haberte hecho mi esposa, y haberme mostrado Su camino a través de ti. Ahora entiendo mejor Sus criterios. Gloria a Dios.
Teresa: Y yo le doy gracias por tu docilidad a Él. Alabado sea el Señor Todopoderoso.

Madre,

Nos empeñamos en ser grandes y nos perdemos lo más Grande, a Dios mismo. Nos perdemos la grandeza de nuestra vocación por culpa de la vanidad y el orgullo de pretender ser más de lo que somos. Te damos gracias, Madre, por todas las situaciones de purificación que pones en nuestro camino, para ayudarnos a mirarnos con la mirada del Creador. Alabado sea el Dios, Señor de cielo y tierra.

Para mi sorpresa. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 7-15

EVANGELIO

Gratis habéis recibido, dad gratis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«ld y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.
Gratis habéis recibido, dad gratis.
No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.
Si alguno no os recibe o no escucha vuestras palabras, al salir de su casa o de la ciudad, sacudid el polvo de los pies.
En verdad os digo que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquella ciudad».

Palabra del Señor.

Nota: El 19 de julio a las 20:00, primer encuentro de Proyecto Amor Conyugal en Barcelona. Para más info:

Anuncio Barcelona 19-07-17

Para mi sorpresa.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Él: ¡Bienaventurado seas!
Yo (O tú) : ¿Es a mí?
Él: Sí, a ti.
Yo: ¡Ah! Perdona, me extrañó tu saludo. Pues dime, ¿En qué puedo ayudarte?.
Él: Vengo a decirte que el Señor te envía a proclamar que ha llegado el reino de los cielos para el matrimonio, y a sanar a los esposos de tu entorno.
Yo: Que me envía ¿A mí?
Él: Sí, ¡A ti!.
Yo: Pero si yo soy un desastre… mi esposo no me aguanta…
Él: Pues no sé, pero te envía.
Yo: Y además, no tengo ni idea…
Él: ¿Y a mí qué me dices?. Él me ha dicho que te lo transmita, y yo me limito a obedecer. Tendrás que ponerte las pilas, digo yo ¿No?. De todas formas, los discípulos no eran ningunos lumbreras. Pedro era pescador, ya sabes. No me dirás que estaría mejor preparado que tú.
Yo: Hombre, más que un pescador, quizás sí.
Él: Tú no te preocupes, si Él te envía a una misión, ya pondrá los medios para intervenir a través de ti.
Yo: ¡Ah! Bueno. Si Él me acompaña…
Él: Pues claro que sí. Ten en cuenta que Dios no va a confiar en tus capacidades, ni tú deberías confiar en ellas ¿No crees?. Recuerda que eres un desastre, o al menos, eso me dijiste antes.
Yo: Pues en eso tienes razón. No debo confiar en mis capacidades. Y ¿Cómo empiezo?
Él: Pues mira, todo lo que tienes y todo lo que Dios ha puesto en ti, debe estar destinado a esa misión. Así que ve pensando cómo utilizarlo con tu esposo, con tus hijos, y con todas las personas de tu alrededor. Trabaja en ello, habla de ello, invita a ello, colabora en ello…
Yo: Entendido.
Él: Entonces, qué le digo al Señor.
Yo: Dile que aquí está el esclavo de la Esclava del Señor.
Él: ¡Gloria a Dios!
(Y me abandona el que hace de intermediario del Señor).

Madre,

No entiendo por qué me has llamado a este Proyecto. ¿Por qué a mí? Hay otros mucho mejores, y mucho mejor preparados. Pero confío en ti, y me pongo a Tu servicio. No confío en mí, confío en Ti. Alabado sea el Señor, que se ha fijado en mi pequeñez. Señor, cuando Tú quieras, donde Tú quieras, como Tú quieras.