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Autoridad contra el mal. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 4, 31-37

EVANGELIO
Sé quién eres: el Santo de Dios

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 31-37
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:
-«¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús le increpó diciendo:
-«¡Cállate y y sal! de él».
Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:
-« ¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».
Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.

Palabra del Señor.

Autoridad contra el mal.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Demonio conoce perfectamente a Dios. Reconoce a Jesús inmediatamente, cosa que muchos del pueblo de Israel no eran capaces de hacer. Y el Demonio teme a Dios, porque sabe que no tiene ningún poder ante Él.

Pero ¿Y yo? ¿Tengo fuerza ante el Demonio?. Está claro que él es mucho más inteligente que nosotros y tiene mucho más poder. Pero Dios nos ha hecho libres, y eso significa que me ha dado el poder para decidir (autodeterminación), es decir, que los malos espíritus no pueden hacer nada contra mí si yo no les abro la puerta. Es impresionante saber que cada vez que el mal ha entrado en mí es porque se lo he permitido.

Los demonios lo que hacen es vestirme de bien aquello que destruye el amor, mediante razonamientos. En las tentaciones a Jesús, utilizó textos de la Palabra de Dios, desviando su sentido verdadero. ¿Qué no hará conmigo?.

En mi matrimonio utiliza constantemente argumentos para compararme con mi esposo, para valorar sus acciones, convencerme de mis derechos… Tengo que estar atento a todos estos razonamientos y plantearme si me llevan a amar más a mi esposo o no. Si aportarán un bien común o no. A veces es tan sencillo como esto.

Pero aun así, puede que se me cuele por muchos huecos, distracciones y puede que mis propias debilidades abran la puerta de mi corazón a los malos espíritus a pesar de que soy consciente de que no estoy haciendo lo correcto.

Por eso es tan importante contar con el poder de la Palabra, que transforma el corazón y por lo tanto, la vida. Esa de la que dicen en el Evangelio: -«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen». Tiene autoridad, porque va en nombre del que le ha enviado; que habla no para lucirse, sino con el corazón porque ama a sus receptores; expresada con convicción porque es consecuencia de una verdad vivida… Es la palabra del Señor, la que leemos juntos los esposos todos los días, la que nos va educando, mostrando la verdad y dando fuerzas, porque nos habla con autoridad.

Madre:
Protégenos del Maligno, instrúyenos en las sendas de Jesús, para que teniendo nuestro corazón abierto a Dios, contemplando al Señor, no nos distraigamos con otras opciones. Para que llenos del Señor no dejemos hueco para el Maligno. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Mártir por el matrimonio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 17-29

EVANGELIO
Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
-«Pídeme lo que quieras, que te lo doy».
Y le juró:
-«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre:
-«¿Qué le pido?»
La madre le contestó:
-«La cabeza de Juan, el Bautista».
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
-«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

Palabra del Señor.

Mártir por el matrimonio.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Pongámonos en la piel de varios de los personajes que aparecen en este interesante Evangelio.

Herodes: Cuando me dejo llevar por mi naturaleza caída, un pecado lleva a otro en una cadena de destrucción. Herodes comienza con la lujuria que le lleva al adulterio. De ahí a apresar a un inocente. Lujuria de nuevo con la hija de Herodías y dejándose llevar por sus pasiones hace un juramento claramente vanidoso e irresponsable. Esto le lleva cometer un asesinato por orgullo.

Herodías: Me muestra lo que me puede ocurrir si me dejo llevar por el rencor y la soberbia de no reconocer mis faltas. Ella comete adulterio, Juan le corrige y ella le aborrece por ello. El deseo de ella es “quitarlo de en medio”. Es el efecto del rencor, querer de alguna manera quitarme de en medio a aquel que me ha ofendido. Y por último, mencionar el ejemplo y el asesoramiento que le da a su hija…

La hija de Herodías: Es utilizar los dones que Dios me ha dado, para someter a otros, más concretamente, los atributos sexuales de mujer para dominar a los hombres. Lo que suele ocurrir es que luego los hombres utilizan a este tipo de mujeres y cuando ya tienen lo que quieren, actúan también para dominarlas. En este caso además, la hija de Herodías, mal aconsejada por su madre, utiliza los talentos recibidos, para incitar al mal a Herodes.

Los esposos nos encomendamos hoy a San Juan Bautista, ya que hoy se celebra su onomástica. Él dio la vida por defender la verdad del matrimonio: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano” (Mc 6,18). San Beda verá en Juan un mártir, aunque en sentido estricto no muera por confesar a Jesús; Y es que Jesús es la Verdad, y quien muere por la Verdad muere por Él. (San Beda: Homilía 23). San Juan se convierte por tanto en el primer mártir por defender la verdad del matrimonio.

Y aunque hoy casi nadie lo haga, es importante defender esta verdad, porque la unión entre hombre y mujer nos ayuda a entender la unión de Cristo con la Iglesia, y de la misma manera, la entrega de Cristo a la Iglesia nos enseña a ser verdaderos esposos desde nuestro amor humano. Hoy hay muchas familias cristianas que no se oponen al adulterio de sus familiares. Si San Juan es mártir y santo por defender la verdad del matrimonio ¿Estarán haciendo lo correcto los que no dicen nada, participan en celebraciones de uniones civiles moralmente ilícitas o incluso incitan a sus familiares y amigos al adulterio con la excusa de que están sufriendo? No es casualidad, que el Bautista, precursor de Jesús, el que lo antecede y nos anuncia Su llegada, muera por defender la verdad del matrimonio.

Cuando algunos discípulos le preguntaron a Juan si era el Mesías (el Esposo), dijo de sí mismo que no merecía ni desatarle las sandalias a Jesús. Este “desatarle las sandalias” significaba que pretendía a la novia, según la ley del levirato. Porque Jesús era el verdadero Esposo del pueblo de Dios. Juan no usurpa el puesto del esposo, como hizo Herodes, sino que actúa siempre en defensa de lo que Dios une.

Nos encomendamos, por tanto, a San Juan Bautista, para que interceda desde el cielo por nuestro matrimonio, con la misma fuerza que lo hizo aquí en la tierra. Así sea.

Sintonizando con el Amor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 14, 1. 7-14

EVANGELIO
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro y te diga:
«Cédele el puesto a éste».
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
«Amigo, sube más arriba».
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».

Palabra del Señor.

Sintonizando con el Amor.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

San Juan Pablo II nos habla de cómo el corazón humano está afectado por la triple concupiscencia: De los ojos, de la carne y la soberbia del mundo. Este afán de querernos colocar en los primeros puestos corresponde a esta última. Pero nuestra naturaleza ha sido redimida por Cristo, aunque requiere de nuestro esfuerzo. Tengo que recordar que todo viene de Dios y todo le pertenece. Mis méritos son Sus méritos, mis habilidades son talentos recibidos, y mis fuerzas proceden de Su gracia.

En cuanto me descuido, busco privilegios frente a otros, destacar, ensalzarme. Esa no es la lógica del amor de Dios. Caemos en la cuenta de esto, cuando vemos a otro que se ensalza, nos provoca cierto rechazo y vemos que en cierto modo hace el ridículo. Ensalzarme frente a mi esposo, no me hace más deseable ni me hago querer más actuando así. Al contrario, produce rechazo o anima a mi esposo a entrar en una pugna para ver quién de los dos es más y mejor.

La lógica del amor de Dios no es esa. Si queremos un matrimonio santo, que cada vez esté más lleno de amor, tengo que esforzarme para entrar por el camino de la humildad. Desear ser siempre el último. Así dicho, suena un poco duro, pero… si amo a mi esposo, ¿No debería desear el mejor puesto para él/ella? Y dar sin esperar recompensa, pues doy por amor lo que he recibido, y no por interés ¿Correcto?.

Cambiando nuestras actitudes en estas dos direcciones, mi matrimonio cambia y sintoniza con el amor de Cristo.

Madre:
Contemplamos con admiración Tu respuesta ante las alabanzas de tu pariente Isabel: Enseguida las rediriges hacia Dios, porque Tú sabes que todo viene de Dios y todo le pertenece. Esta es la verdadera actitud de humildad que queremos aprender de ti.
Que proclame nuestra alma la grandeza del Señor y se alegre nuestro espíritu en Dios, nuestro salvador, porque pueda ver en nosotros la humillación de sus hijos, para que así el Poderoso, pueda hacer obras grandes por nosotros. Alabado sea el Señor por siempre. Sólo a Él, gloria y alabanzas por los siglos.

Comunicar sus beneficios. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 25, 14-30

EVANGELIO
Como has sido fiel en lo poco, pasa el banquete de tu Señor

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
-«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
-«Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.»
Su señor le dijo:
-«Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
-«Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos».
Su señor le dijo:
-«Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».
Se acercó el que había recibido un talento y dijo:
-«Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.»
El señor le respondió:
-«Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes»».

Palabra del Señor.

Comunicar sus beneficios.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Señor reparte uno, dos o cinco talentos “a cada cual según sus capacidades”, para que los administre y multiplique. Cada uno tiene la responsabilidad de conocer y aceptar con humildad y de verdad los dones y talentos que ha recibido, y nuestra respuesta ha de asemejarse lo más posible a la de los dos siervos fieles: actuar con prontitud, con generosidad, con iniciativa para «multiplicar» nuestros talentos, superando toda actitud de temor, inseguridad, mezquindad, pereza o egoísmo.

En última instancia, la realización de cada hombre y cada mujer está en su camino hacia Dios. No se puede ser feliz si no respondemos a esta misión para la que hemos sido creados. El ser humano alcanza su plenitud en la plena comunión con el Padre.

Dios da ciertos dones y talentos a cada uno según sus capacidades, porque Dios me entrega lo necesario para llevar adelante lo que me toca, ni más ni menos, por tanto, para todas las circunstancias y dificultades que encuentre en mi vida, Dios ya me dio las capacidades necesarias para afrontarlas y salir victorioso.

Todos estos dones y talentos tienen una dimensión personal, pues ayudan a nuestro desarrollo, pero tienen al mismo tiempo una dimensión relacional: se orientan también a la mutua edificación, especialmente entre los esposos. Así, al poner los propios dones a disposición el uno del otro, éstos se convierten en una riqueza para los dos. Tal como dice el catecismo: 1937 “Estas diferencias pertenecen al plan de Dios, que quiere que cada uno reciba de otro aquello que necesita, y que quienes disponen de “talentos” particulares comuniquen sus beneficios a los que los necesiten. Las diferencias alientan y con frecuencia obligan a las personas a la magnanimidad, a la benevolencia y a la comunicación…

Cada uno dispone de un puñado de talentos diferentes, precisamente para que nos necesitemos mutuamente y compartamos. No actuemos con miedo, como el que recibió un talento y lo enterró. Pongamos nuestros talentos en común, no huyamos atemorizados por las diferencias que nos separan. Arriesguémonos a equivocarnos, invirtamos el uno en el otro para conseguir el doble de lo que recibimos cada uno.

Madre:
A veces comparamos los dones que hemos recibido con los que han recibido otros, y esto puede provocarnos envidia. Hoy volvemos a tomar conciencia de que todo es de Dios y que Él nos lo deja para que lo administremos. Al que más ha recibido, le pedirá más. Por tanto ¿Qué sentido tiene la envidia desde esta perspectiva?. Alabado sea el Señor por todo lo que nos ha entregado.

Cuestión de tiempo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 25, 1-13

EVANGELIO
¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
-«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
¨¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!».
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».
Pero las prudentes contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
«Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió:
«En verdad os digo que no os conozco».
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Palabra del Señor.

Cuestión de tiempo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Todas las doncellas querían recibir al esposo. La diferencia entre unas y otras es el tiempo. Unas lo habían aprovechado para preparar sus alcuzas de aceite y las otras no. Aunque nos sorprenda, el Señor nos advierte que puede llegar el momento en que deseemos ir a Él, y ya sea tarde. Lo vemos en el Evangelio de hoy, que todas las doncellas esperaban al Señor, pero cinco eran necias y cinco sensatas. La necias se quedaron fuera por llegar tarde.

El tiempo es un don de Dios y tiene el cometido de prepararnos para la venida del Señor, no es para perderlo o dedicarlo a otras distracciones u ocupaciones. Todo el tiempo y todo lo que hagamos tiene que ir destinado a este fin. Sin la oración y los sacramentos, especialmente, no recibimos la gracia que necesitamos para estar listos cuando el Señor venga.

Dios nos da el tiempo, que es la duración de nuestra vida, nos da las lámparas, que es nuestro matrimonio, nos da el aceite, que es Su amor y su gracia y nos da las alcuzas que son nuestros corazones. Si llenamos nuestro corazón del Amor de Dios, nuestro matrimonio lucirá brillante en el momento en que el Esposo venga. Habremos construido una comunión de vida y amor que nos abrirá las puertas hacia el Amor eterno.

Madre:
El Salvador, Rey de Cielo y Tierra, viene de camino. Arde nuestro corazón en deseos de recibirle. Gloria a ti Señor y alabanza por los siglos ¡Aleluya!