Archivo de la etiqueta: amor

Según lo recibido. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 20-24

EVANGELIO
El día del juicio le será más llevadero a Tiro y Sidón y a Sodoma que a vosotras

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 20-24
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido:
-«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.
Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.
Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy.
Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».

Palabra del Señor.

Según lo recibido.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Señor valora la respuesta de la gente en función de lo que se les ha dado. Por tanto, no basta con ser mejor que otros, hay que mirar también qué talentos me ha dado Dios, porque según ellos, se me pedirá.

CIC 1937 ‘Estas diferencias pertenecen al plan de Dios, que quiere que cada uno reciba de otro aquello que necesita, y que quienes disponen de “talentos” particulares comuniquen sus beneficios a los que los necesiten. …Yo no doy todas las virtudes por igual a cada uno… hay muchos a los que distribuyo … A uno la caridad, a otro la justicia, a éste la humildad, a aquél una fe viva… En cuanto a los bienes temporales las cosas necesarias para la vida humana las he distribuido con la mayor desigualdad, y no he querido que cada uno posea todo lo que le era necesario para que los hombres tengan así ocasión, por necesidad, de practicar la caridad unos con otros… He querido que unos necesitasen de otros y que fuesen mis servidores para la distribución de las gracias y de las liberalidades que han recibido de mí. (S. Catalina de Siena,
dial. 1, 7).

Así debe ser especialmente entre los esposos, puesto que cada uno somos ministro de la gracia de Dios para el otro. Santa Catalina pone tres ejemplos interesantes para aplicarnos: Si tengo más caridad es para amar más a mi esposo, sí, amarle más que él/ella a mí; si tengo más sentido de la justicia, es para ser más justo con él/ella que mi cónyuge conmigo; si soy más humilde, es para aceptar más humillaciones que mi esposo; y si tengo más fe, es para rezar más por él/ella e intentar llevarle a Dios con amor como Él lo haría… En definitiva, si soy mejor esposo, es para entregarme más a mi cónyuge que él/ella a mí.

Normalmente andamos midiéndonos con respecto al amor que nuestro esposo nos profesa, y esto es un gran error. Si has recibido más, da más, o el juicio le será más llevadero a Sodoma.

Madre:
A ver si aprendemos ya a no mirar tanto lo que el esposo nos da para actuar en consecuencia. Hoy el Señor nos enseña que es un error garrafal. Es una tentación tan fuerte como habitual. Que nos esforcemos para amar más según los talentos recibidos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Enemigos por la fe. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 34 – 11, 1

EVANGELIO
No he venido a sembrar paz, sino espadas

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 34 – 11, 1
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
– «No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Palabra del Señor.

Enemigos por la fe.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Los caminos de Dios son tan distintos a los nuestros y nuestra naturaleza caída está tan alejada de Él (que es amor) que es necesario un sobre esfuerzo para acercarse al amor. Frente a esto, una cultura que invita al camino fácil y al disfrute personal, choca estrepitosamente. Pero está claro, que sólo el camino de Dios es el que nos construye. El amor es sencillo y es hermoso, pero estamos tan lejos que no acabamos de verlo.

Sin embargo, no hay un camino intermedio. La radicalidad de ambos rumbos hace que se produzcan confrontaciones. Sobre todo, porque Belcebú existe y a quien arrastra, le inocula esta oposición. El que no busca a Dios está perdido, aunque crea que es muy bueno. Lo que ocurre es que no ve su mal, aunque lo tenga, para empezar su propia vanidad de creer que no necesita a Dios. La prueba del 9 en estos casos es ¿Sientes cierto rechazo por los que buscan a Dios con todas sus fuerzas?¿Qué hace que se sienta este rechazo y se ridiculice a los que buscan a Dios? ¿Les juzgas porque rezan y van a misa y aun así los ves peores que tú?. Son las consecuencias de no seguir a Dios. El amor es un camino y requiere de un esfuerzo. Por tanto, creerse bueno y sin necesidad de ayuda para mejorar, no es una actitud de amor.

Cristo dice que el que dé un simple vaso de agua al que va en Su nombre, no perderá su recompensa. Si no tienes mucha fe, y tu esposo sí, no le reproches, no le rechaces, no le hagas daño, no le digas que aunque reza no es tan bueno… acógele, cuídale y verás que tu relación se embellece, descubrirás experiencias mucho mejores.

También debemos tener cuidado los que buscamos a Dios, si sentimos animadversión por los que están más alejados. Así, en la primera lectura, dice Dios a través de Isaías: “Vuestros novilunios y solemnidades los detesto; se me han vuelto una carga que no soporto más. Cuando extendéis las manos, me cubro los ojos; aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé. …Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda»”.

Si no hay caridad en mi vida, si no me dedico a los demás, no estoy en el camino del Señor, por mucho que rece y le ofrezca sacrificios.

Pero volviendo a lo de las enemistades, Cristo habla de enemistados entre padre e hijo, entre suegra y nuera… pero no menciona que haya venido a enemistar al esposo con la esposa ni viceversa ¿Será que un esposo no puede seguir a Cristo si no es a través de la unidad con su cónyuge?.

Madre:
Protégenos para que la fe no sea motivo de ruptura entre tus hijos. La fe no es una ideología que separa, es una adhesión a Cristo que une. Por Él, con Él y en Él, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria al Padre omnipotente, por los siglos de los siglos. Amén.

El esposo herido. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 10, 25-37

EVANGELIO
¿Quién es mi prójimo?

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: «Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.» ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»

Palabra del Señor.

El esposo herido.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Perdonad el atrevimiento de que hagamos una parábola paralela a la que nos propone el Señor.
Un esposo cayó en una emboscada del Tentador. Su corazón quedó destrozado por la ira o la envidia o la lujuria o el orgullo…
Su cónyuge, que presenció la escena, le despreciaba y se alejó lo más posible de aquel esposo para que no le salpicaran las consecuencias del mal que le había afectado.

En otro caso idéntico, el cónyuge no huyó, sino que aprovechó la ocasión para corregirle y recriminarle, con lo que su esposo se hundió aún más y quedó aún peor herido.

Un tercer esposo se encontraba en esa misma situación, y el cónyuge sintió lástima. Se puso en su lugar, le dijo palabras sanadoras, cargó con sus pecados y lo acogió en su corazón. Al día siguiente, pidió a Dios por su esposo y le ofreció sacrificios por él, consciente de su incapacidad para sanar a su esposo. Esa es la belleza del matrimonio, tener a alguien cerca a quien cuidar, por quien preocuparse.

¿Cuál de los tres fue misericordioso?

Pues «Anda, haz tú lo mismo.».

Madre:
Hoy he descubierto que me falta misericordia con mi esposo, y por ello, no soy un buen prójimo para él/ella. No soy la ayuda adecuada que el Señor quiere que sea para él/ella. Perdóname por no estar cumpliendo la misión que me ha encomendado. Ruega por mí, para que el Señor tenga misericordia de mí, que soy un pecador. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Signos de la redención. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 24-33

EVANGELIO
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 24-33
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
– «Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados!
No les tengáis miedo, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse.
Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».

Palabra del Señor.

Signos de la redención.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“Ya le basta a su discípulo ser como su maestro”.
Suele hablarse del don de piedad como la relación entre el hombre y Dios. Para San Juan Pablo II la piedad consisten en ver la presencia de Dios a través del amor humano; más concretamente en el matrimonio y la familia. Así, la piedad es esa relación con Dios, cuando es Él la fuente de nuestras relaciones humanas.

Dice S. Juan Pablo II en su catequesis del 14/11/84: “Este don, en efecto, sostiene y desarrolla en los cónyuges una sensibilidad particular hacia todo lo que en su vocación y convivencia lleva el signo del misterio de la creación y de la redención: hacia todo lo que es un reflejo creado de la sabiduría y del amor de Dios.”

Qué hermosa frase del Santo Padre. Nos falta vivir cada circunstancia con esa certeza de que en ellas hay un signo de la creación y la redención. ¿No fue insultado nuestro Señor por su Esposa? Nos empeñamos en mirarnos el uno al otro rechazándonos y echándonos en cara los errores y las ofensas, en lugar de vivirnos como signos de la creación y de la redención.

Esposos, no tengamos miedo. Olvidemos nuestras rencillas, las ofensas orgullosas y centrémonos en lo verdaderamente importante, la misión de la familia: Brillar en el mundo con el esplendor del amor redimido por Cristo, presente en la vida de los esposos.

Reina de la familia: Ruega por nosotros.

Esposos sí pero ¿sin pasarse?. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 16-23

EVANGELIO
No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 16-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«Mirad que yo os envío como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.
Pero ¡cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra.
En verdad os digo que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

Esposos sí pero ¿sin pasarse?.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús nos alerta del entorno ¡Cuidado con la gente! Porque nos envía como ovejas en medio de lobos. Y es que, ser radical no se lleva. Como mucho se admite ser cristiano, pero disfrutando también de la vida, se puede ser esposo, pero que respeten tu espacio. Es importante tu espacio para tus aficiones, el deporte que te relaja, tus ratos de descanso, etc. Tantas prioridades que le van pegando bocados al tiempo y al final no queda tiempo para cultivar nuestra relación matrimonial.

Tenemos que ser astutos como serpientes. En esto no podemos ser como corderitos que se dejan llevar por la mayoría. Tenemos que ser como serpientes que fijan su mirada en la presa y se lanzan a por ella con todo, sin dudar, sin distracciones. Nuestro objetivo tiene que estar centrado en nuestra vocación, y todo lo demás debe ocupar un segundo o un tercer lugar.

No es verdad que siendo esposos y cristianos pero sin pasarse y disfrutando de la vida, vayamos a ser más felices. La felicidad está en la bienaventuranzas, y allí Jesús no dice nada de “disfrutar de la vida”. Lo sentimos, no es muy políticamente correcto esto, pero es la verdad. Estamos rodeados de gente que no se implica por disfrutar de la vida y no son felices. Estamos rodeados de esposos que no se entregan mutuamente por tener sus espacios, y no son felices. Lo sentimos, pero lo tenemos que decir así de claro.

Sagaces contra el ambiente y el mundo que intenta arrastrarnos, y sencillos como palomas con todas y cada una de las personas que nos rodean, porque no se trata de ser un reaccionario intolerante que desprecia a todo el que no piensa como uno. Con las personas, la mayor sencillez, la mayor misericordia, porque sufren y no saben por qué. Se hieren entre los esposos y no saben lo que hacen. Son hijos de Dios que hay que acoger, ofrecer ayuda, tratar con delicadeza, orientar si ellos quieren…

Madre:
Tú, más que nadie, viviste la amenaza del mundo contra Dios. Pero tú mantenías siempre la esperanza, casi en silencio, envuelta en un entorno de humildad y pobreza que te hacían pasar casi desapercibida. Y eras la Madre de Dios. Contemplamos tu sencillez y quedamos admirados. Bendita Madre nuestra, clementísima, piadosa, dulce María. Ruega por nosotros.