La belleza escondida. Comentario para matrimonios: Mateo 23, 27-32

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Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas»! Con esto atestiguáis en vuestra contra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».

La belleza escondida.

“La belleza salvará el mundo”. Esta frase que nos recordaba San Juan Pablo parece que tiene mucho que ver con el evangelio de hoy. Todos tenemos en lo más profundo de nuestro corazón un anhelo de belleza, porque Dios mismo es la Belleza y por eso nos atrae lo bello. El problema es que a veces este deseo lo buscamos desordenadamente y mezclado con nuestro amor propio, orgullo y vanagloria nos empujan a cuidar más la apariencia que el corazón.
Por eso Jesús nos alerta hoy con este evangelio y nos llama una vez más a mirar a nuestro corazón, a la conversión interior y a purificar nuestra intención.
Decía también San Juan Pablo que lo invisible determina más al hombre que lo visible. ¿Qué pasaría si en vez de ver el cuerpo de una persona viéramos su alma? Quizá nos llevaríamos sorpresas porque vivimos en esta cultura de la apariencia, nos encanta quedar bien, buscamos el aplauso del mundo, cuidamos nuestra imagen más que nunca, nos importa mucho el “qué dirán” pero… ¿qué pasa con nuestra alma? ¿La cuidamos tanto como el cuerpo? ¿Me preocupo de estar en gracia de Dios? ¿Cuido “la imagen” de mi alma alimentándola con la oración y la Eucaristía y limpiándola en la confesión?
La verdadera belleza no está en lo que mostramos, sino en lo que somos por dentro. Lo que embellece de verdad el cuerpo es el alma que se deja transformar por la gracia de Dios. Por eso, cuidar nuestra alma es el camino para reflejar la verdadera Belleza que salva.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Carmen: estoy convencida que este retiro que hemos vivido este fin de semana es algo de Dios… me ha parecido de una belleza que sólo puede provenir de Dios… ¡Yo quiero un amor así entre nosotros!
Jaime: ¿Por dónde empezamos?
Carmen: creo que esta llamada comienza por buscar la pureza de nuestro corazón y esto se reflejará luego en todo lo demás, en nuestra forma de actuar, de hablar, de vestir, nuestras vacaciones, el ocio… pero todo comienza en el corazón.
Jaime: claro…El Señor no quiere un amor maquillado, por eso nos invita a mirar dentro. Podemos empezar por ahí ¿qué busca nuestro corazón? ¿qué desea? ¿qué ama? ¿buscamos de verdad el bien de nuestras almas o sólo una aparente felicidad?
Carmen: Si, tenemos que replantearnos muchas cosas. Cuidamos mucho lo que los demás ven de nosotros, ser un matrimonio “ideal” en redes, en la parroquia…y estamos descuidando nuestras almas y nuestro amor “escondido” en casa, allí donde nadie nos ve.
Jaime: Si, la belleza del matrimonio no está en viajes y fotos bonitas, sino en la entrega real. Vamos a pedirle esta gracia al Señor, que nos cambie el corazón y nos de uno semejante al suyo.

Madre,

¡Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan grandiosa Belleza!

La mejor recompensa. Comentario para Matrimonios: Mateo 23, 23-26

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 23-26.

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad!
Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro y así quedará limpia también por fuera.»

La mejor recompensa.

¡Cuántas veces nos ha pasado como a los escribas y fariseos! Nos preocupamos de cientos de cosas y olvidamos lo importante: nuestro sacramento. Nos ocupamos de lo de fuera: de tener las tareas de casa hechas y cumplir mi parte, el trabajo, nuestro ratito de descanso, con suerte el ratito de oración, y no paramos un segundo para ver el estado de nuestro corazón y nuestra comunión. Nos pide el Señor que pongamos atención a la justicia, para entregarnos a nuestro esposo tal y como nos comprometimos, que pongamos misericordia, para compadecernos de los sufrimientos y miserias de nuestro esposo/a cuando está pasando por un mal momento; que evitemos el juicio, evitando pensamientos, miradas o actos que no son propias de nuestro sacramento. Que cuando el Señor nos mire no tenga que decirnos ¡Ay de vosotros…! Limpiemos nuestro corazón. Os adelanto que dolerá, pero la recompensa es grande: el cielo.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Ana hablando con un sacerdote:
Ana: Padre voy fatal. He estado 3 días sin rezar el rosario, y el ratito de oración no lo estoy cumpliendo fielmente la verdad…,también olvidé hacer algún acto de mortificación y creo que me excedí mucho en la comida el otro día que teníamos una cena. En fin… un desastre.
Sacerdote: Hija, es muy importante cuidar la oración, el rosario y todo lo que has dicho, es cierto, y debes hacerlo. Pero nunca olvides, que como decía San Juan de la Cruz, al final de la vida, nos examinarán del amor. No mira Dios lo que hacemos, sino el amor con el que lo hacemos. Mira el amor, con el que rezas a María el rosario, mira tu amor en la oración a Dios, mira cuánto amas a tu esposo en cada acto pequeño de entrega, si te mortificas, piensa bien por qué y para qué. No se trata de lo que haces, sino de lo que amas.
Ana: La verdad Padre es que ando muchas veces agobiada con lo que tengo que hacer y que no llego y algo me decía que no lo estaba enfocando bien.
Sacerdote: Ama hija, enamórate ardientemente de Jesús, ámalo con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y ama a tu esposo como Cristo te ama a ti. Lo demás vendrá solo.
Ana: Gracias Padre por su ayuda

Madre,

Tu Inmaculado Corazón es donde quiero mirarme, tu Inmaculado Corazón es alegría de Dios. Ayúdame a amar como Tú, en tí y contigo. ¡Alabados sean los Corazón de Jesús y de María!

RETIRO PARA NOVIOS EN CUENCA 28 – 30 NOVIEMBRE 2025

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RETIRO MATRIMONIOS CUENCA 21 – 23 NOVIEMBRE 2025

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¿Por dentro, o por fuera? Comentario para matrimonios: Mateo 23,13-22

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 13-22

En aquel tiempo, Jesús dijo:
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos!
Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la “gehenna” el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga”! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?
O también: “Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga” ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él».

¿Por dentro, o por fuera?

En este Evangelio vemos cómo Jesús sufre y suspira. La razón es sencilla, quiere la salvación de todos sus hijos. Por eso vemos cómo corrige a los fariseos que no viven la verdad de la Revelación que Dios ha manifestado a través de los profetas. Ellos se han quedado en lo externo, justificando así su fe en la apariencia y no en la verdad.
Nosotros también podemos quedarnos en los actos externos sin profundizar en la trascendencia que tiene cada uno de ellos y, aún mucho peor, enseñárselo así a nuestros hijos, esposo… con las consecuencias que ello tiene para sus almas.
Muy orgullosos elaboramos una lista mental de cosas buenas que hemos “hecho”, en las que, a veces, nos hemos mirado a nosotros mismos y no hemos cuidado en ellas el trato profundo y delicado con Aquel que nos ama y se ha entregado por nosotros. Por ejemplo, vamos a misa y asiste nuestro cuerpo, que hace todos los gestos y dice las respuestas mecánicamente… y nos quedamos muy “satisfechos” por asistir a misa. La verdad es que nuestra alma no estaba allí, nuestro corazón no estaba en el altar junto al de Jesús. En esa Eucaristía, así vivida, en nuestra libertad, se lo ponemos difícil al Señor para coger nuestro corazón y llevarlo junto al Suyo para transformarlo. Menos mal que Dios es misericordioso y nos sorprende supliendo nuestra debilidad, por eso siempre es mejor estar imperfectamente en misa que no estar.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Begoña: Pablo, ¿vamos a misa un poco antes para rezar un rato y prepararnos?
Pablo: ¡Claro! Termino esto en seguida y nos vamos.
Begoña: ¿Te acuerdas lo que te costaba ir a misa?…No te digo ya si te hubiera pedido ir un rato antes, como hacemos ahora… (risas).
Pablo: Es verdad, iba porque tú me lo pedías, pero no vivía lo que significaba cada momento. Ir a misa era estar allí y esperar a que pasara el tiempo y que el cura dijera “podéis ir en paz”, que para mí significaba “ya puedes ir a tomarte la cerveza”.
Begoña: ¡Ja,ja,ja,ja!
Pablo: El Señor ha tenido paciencia conmigo y tú también. Ahora siempre le pido a la Virgen que ponga mi corazón en el altar para estar muy cerquita de Jesús y que así Él lo transforme y sea mejor esposo para ti.
Begoña: ¡Pues funciona tesorillo mío! Como dijo aquel sacerdote en la homilía, hay que dejar de “hacer” cosas de cristianos para comenzar a ser cristianos.
Pablo: ¡Pero la cervecita la mantenemos!

Madre,

Ayúdanos a mantener atenta nuestra alma, para ver y gustar lo sobrenatural de nuestra vida. ¡Alabado sea el Señor!