EVANGELIO
Esa pobre viuda ha echado más que nadie
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 38-44
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:
_ «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo:
«Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»
Palabra del Señor.
Ni mucho ni poco, todo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
Hoy, a propósito del camino de humildad que propone el Evangelio, incorporamos una meditación del Papa Francisco
Ese es el camino de Jesucristo, el abajamiento, la humildad, también la humillación. Si un pensamiento, si un deseo te lleva sobre ese camino de humildad, de abajamiento, de servicio a los demás, es de Jesús. Pero si te lleva sobre el camino de la suficiencia, de la vanidad, del orgullo, sobre el camino de un pensamiento abstracto, no es de Jesús. Pensemos en las tentaciones de Jesús en el desierto: las tres propuestas que hace el demonio a Jesús son propuestas que querían alejarlo de este camino, el camino del servicio, de la humildad, la humillación, la caridad. Pero la caridad hecha con su vida. A las tres tentaciones Jesús dice no: «No, este no es mi camino». ¿Yo pongo a prueba lo que pienso, lo que quiero, lo que deseo, o lo tomo todo? (Cf. S.S. Francisco, 7 de enero de 2014, homilía en Santa Marta).
El matrimonio en el que los esposos se dan el uno al otro todo lo que tienen, sea mucho o poco, esos siguen a Cristo. Nos fijamos mucho en lo que da uno y lo que da el otro, nos medimos y pedimos que se nos valore… mal camino. Seguramente el rico, saldría orgulloso de lo que daba y sin embargo, a cualquiera que viera a la anciana le parecería que es era una miserable por dar solo dos reales. En mi matrimonio es habitual que uno se sienta orgulloso de lo que da y juzgue al esposo porque cree que da poco.
Toda tu fe, toda tu formación y toda tu relación con la Iglesia te ayuda a amar más a tu esposo, a darle más de ti mismo, dispuesto a dar todo lo que queda de ti como individuo para formar una sola carne con él o ella. Te debe ayudar a renunciar hasta a tu imagen, con tal de ser un buen esposo.
Da como lo que tienes, no importa si es mucho o poco, lo que importa es que se lo entregues todo a tu esposo. Habrás dado más que nadie. Este es nuestro camino hacia Dios, nuestro camino de santidad. Como decía Madre Teresa de Calcuta, dar hasta que duela.
Oramos:
Padre, Tú imprimiste en nuestro cuerpo la posibilidad de ser imagen Tuya. Esa comunión que nos trasciende, nos eleva por encima del resto de la creación. Queremos entregarnos como Tú te entregas en la Trinidad, acoger ese don de ser uno, como Tú lo eres Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Que no nos reservemos nada, porque Tú lo quieres hacer. Gracias Padre.
El Evangelio de hoy nos enseña cómo debe ser nuestra actitud en el momento de dar. Dar de lo que sobra no es lo más inicado. A la hora de dar debo extremar mi genrosidad para que ese dar satisfaga las necesidades del que recibe. No soy yo el que debe medir con cálculo lo que doy. Es la necesidad del receptor lo que debe moverme a dar incluso de los que me hace falta a mí para vivir. Vivimos en un mundo en el que todos necesitamos de todos. Si cada uno da de lo que necesita para vivir construiremos el mejor de los mundos. Jesús nos dió el ejemplo de cómo dar. El se entregó en cuerpo y alma. Su vida nos se la quitaron sino que Él la dió. Dió la vida, o sea lo máximo. Pidamos al Señor su gracia para dar nuestras cosas materiales, de nuestro tiempo, de nuestr atención, de nuestro socorro, con total generosidad.
Muchas gracias, Miguel, por tu colaboración. Qué bonito vivir así, para el/la esposo/a. Cuesta, pero la experiencia de amor es impresionante. Realmente Dios da el ciento por uno.
Un saludo y que Dios te bendiga.