La fórmula para hacernos uno entre nosotros es abandonar individualismos divergentes y «confluir» hacia la Verdad, que es Cristo, a través de la «Oración Conyugal «.
EVANGELIO
Que sean completamente uno
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró, Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Palabra del Señor.
Nota: Próximas misiones
- Anuncio en Valladolid: Viernes 25 de mayo, a las 20h en el Centro de Espiritualidad del Corazón de Jesús. Calle del Santuario, 26, 47002 Valladolid.
- Retiro en Madrid: 8, 9 y 10 de junio. Para informarte pincha aquí: https://wp.me/p6AdRz-FX
- Retiro en Córdoba: 29 y 30 de junio y 1 de julio.
La fórmula es “confluir”
¿Puede haber una manera mejor de hacernos uno entre nosotros y a la vez con Dios, que rezar juntos? Más allá de los pactos o el respeto a la individualidad del otro, a la vista del Evangelio proponemos la fórmula “confluir”: Dos caminos que confluyen en un mismo Proyecto, dos pensamientos que confluyen en uno común, dos que se reúnen en un punto, dos que apuntan al mismo sitio y, en la medida en que se van acercando a ese sitio, se van aproximando entre ellos, hasta hacerles uno. Y ese punto es un “Puntazo” en todos los sentidos, porque ese punto donde “confluir” es Cristo, el que lo resume todo en Sí mismo. ¿Cómo podríamos confluir si no existiese una Verdad a la que apuntar?
Normalmente, nos casamos y empezamos caminos divergentes ¿Cuántas ideas o experiencias que nos separan, no existían cuando éramos novios?. Somos dos vectores en forma de “V” que parten del mismo punto pero que, cuanto más avanzan, más se alejan el uno del otro. La propuesta es hacer la “V” inversa, de manera que, apuntando a un mismo Centro, nos vayamos aproximando a medida que pasa el tiempo. Esta “V” inversa, se llama “Oración Conyugal”. Conociendo a Dios, el Amor de Dios se va haciendo presente en nosotros. Así que, esposos, démosle la vuelta a la “V”.
A la vista de la figura, observemos lo que ocurre aunque lluevan los problemas.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Maria: Él pensaba que necesitaba desfogar.
Pedro: Ella pensaba que necesitaba invertir mucho en su imagen. Compras, estética…
Ambos: En la oración, descubrimos dónde está la paz y contemplamos que la verdadera belleza está en el alma.
María: Él pensaba que yo era muy complicada.
Pedro: Y ella, que yo era demasiado simple.
Ambos: En la oración aprendimos, él a profundizar y ella la sencillez de corazón.
María: Él pensaba que había que hacer a los niños duros para enfrentarse al mundo.
Pedro: Ella pensaba que tenían que sentirse muy queridos para tener una base fuerte sobre la que construir.
Ambos: Descubrimos juntos la paternidad/maternidad de Dios, que ama mucho y a la vez no te ahorra realidad para que aprendas.
María: Él pensaba que amar a su familia era trabajar mucho.
Pedro: Ella pensaba que amar a su familia es estar todo el día haciendo cosas en la casa.
Ambos: Hemos descubierto orando, que el amor siempre debe estar por encima de nuestras leyes.
María: Él estaba empeñado en llevar razón.
Pedro: Ella también.
Ambos: Descubrimos en el Evangelio que está en la verdad el que más ama, no el que más se empeña en llevar razón.
Ahora estamos más unidos que nunca, en nuestros criterios y lo que es mejor, por los lazos del Espíritu Santo.
Madre,
Ser una sola carne es una pasada, y la experiencia de ser un solo corazón es una experiencia brutal, pero no hacer más que una sola alma es algo que transporta nuestra relación a otra dimensión, sólo accesible a los hijos de Dios. Eso sí que es ser completamente uno. Alabado sea Dios por habernos elegido para hacernos uno a través del matrimonio. Amén.