EVANGELIO
El Padre os quiere, porque vosotros me queréis y creéis.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 23b-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».
Palabra del Señor.
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En el nombre de…
Pedir en el nombre de Jesús no significa pedir lo que yo quiera y mencionarle en el momento de hacer mi petición, sino pedir lo que Él pediría ¿Puede haber algo mejor? Como hace Él, que actúa en el nombre del Padre. Así que, me he propuesto que cualquier cosa que vaya a empezar, lo haré en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque esa debe ser mi motivación. Por supuesto, mis oraciones, pero empezar a vivir cada día en Su Nombre, ser esposo en Su Nombre, ser padre/madre en Su nombre, trabajar en Su nombre… y recibiré, como dice Jesús, para que nuestra alegría sea completa.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Ángela: En casa de la beata Madre Carmen, en Antequera, vi una cruz que ella tenía y que llevaba siempre en el bolsillo. Estaba desgastada. Ella tenía mucho carácter, sin embargo, se casó con un hombre insoportable, bebedor, jugador… que la maltrataba. Se casó en contra de la voluntad de sus padres, porque sentía la llamada de salvar a aquel hombre en el nombre del Señor, y lo salvó, desde luego, después de mucho sufrimiento. Él llegó a pedirle perdón a ella públicamente. Después, al poco de su conversión, falleció y ella se quedó viuda ingresando en un convento. De ahí lo de “Madre Carmen”.
Pedro: ¿Y lo de la cruz?
Ángela: ¡Ah, sí! Como te decía ella tenía mucho carácter, y cada vez que sentía la tentación de dejarse llevar por su temperamento, apretaba fuertemente el crucifijo que llevaba en el bolsillo. Así conseguía aplacar su ira. Realmente ella actuaba en el nombre del Señor.
Pedro: Me gusta. Voy a llevar siempre un crucifijo en el bolsillo para actuar en Su nombre, en todo momento.
(Pedro, se santiguaba al levantarse, antes de entrar a trabajar en la oficina, cada mañana, antes de entrar en casa al volver al trabajo… antes de tener un rato de conversación con su esposa, antes del abrazo conyugal… antes de tener una conversación profunda con sus hijos… Siempre, todo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo).
Madre,
Que dejemos de perseguir nuestros intereses, y vivamos siempre y en todo, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y nuestra alegría será plena. Amén.