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EVANGELIO
Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dijo:
«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret».
Natanael le replicó:
«¿De Nazaret puede salir algo bueno?».
Felipe le contestó:
«Ven y verás».
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
« ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Palabra del Señor.
Coherentes.
Hay valores positivos que están de moda en nuestra época, y uno de ellos es la coherencia. La vida no puede ser una sucesión de días y acontecimientos sin dirección ni sentido. Todo hombre debe tener un norte, un itinerario y un argumento (un por qué). ¿Cuáles son los míos? El norte debe ser bueno, bello, verdadero y justo. El itinerario debe ser eficaz y progresivo. Y el “porqué” debe ser motivador.
Un norte, Dios. Un itinerario: mi vocación conyugal. Y un porqué: Fui creado por amor, para amar (Es lo más grande y lo más hermoso que puedo hacer).
Teniendo esto claro, la coherencia consiste en apuntar siempre al norte, no salirse del itinerario y fortalecer cada día mi motivación (el porqué). Fuera todo lo que me desmotiva, sigo descubriendo cada día más, la belleza y la grandeza de mi misión. Es el camino, es mi camino.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Cristina: Hijo ¿Sabes ya cuál es tu vocación?
Ramón: Sí, Mamá. Quiero ser esposo.
Cristina: ¿Por qué?
Ramón: Porque siento que Dios me llama a ello. He vivido en primera fila vuestra vida de matrimonio, y siento que he sido creado para ello. Sé que es un camino difícil, digno de santos, pero yo os veo unidos. Después de muchas discusiones, sigo viendo vuestra complicidad. Después de que os ha costado mucho encajar el uno en el otro, os veo cada vez más uno a base de renuncias y de descubrir la belleza de vuestra llamada. Porque veo cómo camináis juntos hacia Dios cada vez más unidos, y yo quiero experimentar eso. Porque habéis dado vida a vuestro alrededor, vida en nosotros, vida en los matrimonios y familias que os rodean, y no hay mayor milagro… Siento en mi corazón que he sido creado para algo grande, y lo que he visto reflejado en vosotros, me parece lo más grande que puedo hacer en la vida.
Cristina: Me alegro mucho, hijo, de que hayamos tenido la gracia de ser testigos del Amor para ti. Pues ya sabes. Preparaos tu novia y tú para enfrentaros a un camino que te lo exige todo, pero que por eso mismo, es muy grande y hermoso.
Madre,
Decirle a Dios “te amo” es fácil, decírselo a través de nuestro esposo imperfecto, ya no es tan fácil. Por eso el matrimonio es un camino de santidad, un camino sólo digno de hijos de Dios. Que no desaprovechemos esta hermosa llamada. Gracias por Tu llamada, Madre a descubrir el Proyecto de Amor de Dios para nuestro matrimonio.
Conocimos Proyecto Amor Conyugal a través de unos buenos amigos. Al igual que Natanael, un corazón de prejuicios hizo que nuestra respuesta fuera tardía y condicionada: “quizás no hay que exagerar”, “hay que tener un equilibrio”, “Que mal nos viene justo en este momento”, “a este lo conozco y ahora me viene con esto” …
Fuimos y vimos. Descubrimos un Dios íntimo, personal y perdidamente enamorado de nosotros. Y descubrimos que, sin la amistad de otros matrimonios, sin una comunidad, es muy difícil perseverar y avanzar.
Una de las maravillas de Proyecto Amor Conyugal es vivir la comunión de aquellos que desean fervorosamente ser Santos. Y que cuando el fervor en alguno decae, el resto le sostiene a través del testimonio. De un testimonio de vida que encarna la esperanza del cielo que está por venir. Si es que no ha llegado ya.
Madre mía, gracias por todos los amigos a los que nos has unido en este camino de verdad y alegría. Ayúdanos a contagiarnos de tu Espíritu estando muy pendientes unos de los otros…. Ayúdanos a confiar en aquellos que pones en nuestro camino y que anuncian a tu Hijo. Que no nos perdamos ninguno.