Avisos previos al EVANGELIO:
- Anuncio en Zaragoza: Mañana 31 de octubre a las 19:45 horas en Seminario Diocesano de Zaragoza. Ronda Hispanidad 10, Zaragoza (Servicio de guardería)
- Anuncio en Barcelona – Mataró: 21 de Noviembre después de misa de 20:00 h. en Santa Maria de Mataró – Carrer Sant Francesc d’Assís 25, Mataró – Barcelona
- RETIRO en Valladolid: 15 – 17 noviembre. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1XP. COMPLETO.
- RETIRO en Salamanca: 22 – 24 noviembre. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1XM. COMPLETO.
- RETIRO en Barcelona: 22 – 24 noviembre. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1YK. COMPLETO.
- RETIRO en Valencia: 29 nov – 01 dic . Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1WF. COMPLETO.
- RETIRO en Navarra: 13-15 de diciembre. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1Xg
- Retiro en San Sebastián: 24-26 de enero de 2020. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1ZP
(Retiros pendientes de apertura de inscripciones. Informaremos más adelante)
…Para ver más pincha aquí: https://wp.me/P6AdRz-D1
EVANGELIO
Vendrán de oriente y occidente y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salven?»
Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo:
“Señor, ábrenos”; pero él os dirá:
“No sé quiénes sois”:
Entonces comenzaréis a decir:
“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá:
“No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».
Palabra del Señor.
Cambiando las puertas.
Lo que me salva no es la curiosidad de si se salvarán muchos o pocos, ni saber mucho. Lo que me salva es entrar por la puerta estrecha del amor. ¿La difícil? Sí, la difícil. ¿Qué me cuesta o me desagrada en mi relación con mi esposo? ¿Qué sé que le desagrada a él/ella de lo que hago? Le pongo nombre a cada una de esas puertas, y ya tengo el circuito del amor que me lleva a Dios, porque cada “incomodidad” es síntoma de que hay algo que pulir en mí.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Jaime: Esposa, he leído este Evangelio y me gustaría que me dijeses tú cuáles son las puertas estrechas por las que crees que debería pasar.
Mercedes: (Después de rezar un rato para que le iluminase el Espíritu Santo y que no fuesen sus criterios) La primera que te pondría es la alegría. Pon alegría en todo lo que haces, aunque no la sientas. La segunda es que no corrijas. Sólo a nuestros hijos y no de manera precipitada regañando, sino sentándote con ellos a hablar como un buen padre. Y la tercera es que te leas cosas de Santa Teresita, para que te ayude en ese camino de la humildad, donde Dios puede sembrar. ¿Y tú? ¿Qué puertas estrechas me pondrías?
Jaime: (Después de orar un rato) Creo que el Espíritu me dice lo siguiente: La primera puerta va a ser erradicar cualquier pensamiento negativo de los demás. Sustitúyelos por pensamientos positivos sobre los dones de Dios o sobre Dios mismo. La segunda es que te esfuerces por entregarte en los entornos donde menos te lo vayan a agradecer: Aquí en casa o con la gente que menos te valora. Y la tercera es que procures comer de lo que menos te apetece, como acto de humildad en el que reconoces que no te mereces lo mejor.
Mercedes: Uf! Me lo has puesto difícil. Pero precisamente porque veo lo que me va a costar, sé que has dado en el clavo.
Jaime: Sí, eso mismo estaba pensando yo. Eso de que me conozcas tan bien, es una ventaja enorme. Realmente eres mi ayuda adecuada. En fin, es duro, pero con tal de dar gloria a Dios, lo que haga falta.
Madre,
Estamos demasiado acostumbrados a las comodidades, y el camino de la santidad es incómodo, pero muy eficaz. Queremos, Madre. Ayúdanos a entrar por las puertas estrechas que Dios quiere, para ponernos en buena disposición y recibirle como se merece el día que venga a por nosotros. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.