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RETIRO MATRIMONIOS ALICANTE  4 – 6 OCTUBRE 2024

RETIRO MATRIMONIOS ALICANTE  4 – 6 OCTUBRE 2024

Esposos de corazón. Comentario para Matrimonios: Mateo 25, 1-13

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EVANGELIO

¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.
Pero las prudentes contestaron:
“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
“Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió:
“En verdad os digo que no os conozco”.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Palabra del Señor.

Esposos de corazón.

El aceite podemos compararlo con el Espíritu Santo, que es el Amor de Dios. Aquel que tiene su corazón predispuesto siempre a recibir al Esposo, que no se distrae con otro tipo de atractivos mundanos, ese puede descansar en el Señor, porque estará listo cuando venga a desposarse con él/ella.
Pero la conversión del corazón no es algo que se pueda producir de un día para otro. Hace falta un camino de purificación, de limpiar los malos hábitos, desapegarse de lo mundano, buscar a Dios en todo y en todos, y hacer todo con la motivación de glorificar a Dios. Nuestra Madre, fue Madre de Dios en su Corazón antes que en su vientre. Nosotros tenemos que ser esposos del Esposo en nuestro corazón antes de que llegue el día de nuestra muerte, el día en el que definitivamente nos haremos uno con Él.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Alicia: Si te ofrecieran cualquier cosa en este momento ¿Qué pedirías? Yo necesito retirarme, estar a solas con Dios. Llenarme del Amor de Dios.
Alejandro: Yo pediría tomar conciencia de todo lo que tengo. Seguir viviendo mi día a día, en mis mismas circunstancias, con las mismas personas, con las mismas dificultades, pero entender que todas esas circunstancias son medios para desapegarme. Lo que me molesta, me molesta precisamente por mi concupiscencia, y tengo que permitir que siga ahí, molestándome, hasta purificar mi corazón por amor a ti y a Dios.
Alicia: Creo que las dos cosas con complementarias y ambas purifican nuestro corazón. Necesitamos de la ascética y de la mística. Del sufrimiento purificador y de la gracia redentora.
Alejandro: Pues ayudémonos mutuamente a conseguirlo. ¿Te parece?
Alicia: Me parece. Te amo y quiero lo mejor para ti.
Alejandro: Y yo para ti.

Madre,

Ayúdanos a purificar nuestro corazón y prepararlo a través de nuestro matrimonio, para cuando venga el gran momento de la unión con Cristo. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

La otra piedra. Comentario para Matrimonios: Mateo 16, 13-23

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EVANGELIO

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-23

En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mi piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».

Palabra del Señor.

La otra piedra.
Tenemos muy claro que Cristo entregó su vida en la cruz por Amor a nosotros. Él nos enseñó a amar hasta el extremo en su propia carne. Pero nos cuesta mucho aceptar que nosotros tengamos que hacer lo mismo.
Cuando surgen en nuestro día a día situaciones que exigen una entrega, renuncia y/o sacrificio, el diablo nos susurra al oído: Él era Dios, tú no tienes por qué aguantar esto… «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo…».

Y la misma piedra (Pedro) que unos minutos antes era el apoyo de la Iglesia ni más ni menos, se convierte de repente en piedra de tropiezo para el Señor. Lamentablemente, muchos partidarios de Jesús podemos ser piedras de tropiezo para aquellos que, por evitarles un sufrimiento en su relación conyugal, les aconsejamos que no sufran más y que se separen o busquen la nulidad.

Nos guste o no, hemos sido creados para entregar la vida, y cuanto antes lo asumamos y descubramos la grandeza de la persona que así lo hace, antes empezaremos a vivir una vida plena. Entonces escucharás al Señor decirte: ¡Dichoso tú!, porque eso te lo ha revelado mi Padre que está en el cielo y lo has acogido.

Aterrizado a la vida matrimonial:
Lorenzo: ¿Qué ha significado para ti la conversión?
Ana: Para mí ha supuesto una transformación total. Lo que antes veía como un rollo, por ejemplo la oración, ahora me apasiona, es toda una experiencia. En cambio, lo que antes me apasionaba, por ejemplo, saberme atractiva para los demás, ahora no entiendo cómo alguna vez pude necesitarlo tanto para sentirme segura de mí misma.
Y para ti ¿Qué ha supuesto la conversión?

Lorenzo: Igual que a ti, un cambio radical en mi vida y mis anhelos. Te pondré algún ejemplo: Antes odiaba que me dijeses lo que tenía que hacer, ahora en cambio, valoro muchísimo la obediencia mutua. Creo que de ella depende la salvación, como la salvación del mundo dependió precisamente de la obediencia de Jesús. Son cosas que cuestan, pero después se descubre el verdadero valor que tienen.
Ana: Desde luego, no son fáciles de entender. Eso hay que vivirlo para reconocerlo.
Lorenzo: El Señor nos lo muestra en el Evangelio.

Madre,
Nos cuesta mucho dejar de pensar como los hombres y empezar a hacerlo como Dios. Sabes que estamos llenos de debilidades, manías y caprichos. Sabes que buscamos los resultados inmediatos… Madre, protégenos y guíanos para que construyamos un matrimonio santo, este es nuestro único deseo. Por Jesucristo nuestro señor. Amén.

Me enamora de ti. Comentario para Matrimonios: Mateo 15, 21-28

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EVANGELIO

Mujer, qué grande es tu fe.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle
«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
«Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.

Palabra del Señor.

 

Me enamora de ti.

Cuando escucho este Evangelio pienso: Ojalá dijese yo esa frase para que Jesús me dijese: ”Qué grande es tu fe». ¡Menudo piropo viniendo de Jesús!

Pero ese piropo viene después de que esa fe ha sido probada por el camino de la humillación.

 

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Juan: Una de las cosas que más me enamora de ti es tu fe.

Cristina: Me encanta que me digas eso. No hay mayor piropo. ¿En qué situaciones notas mi fe?

Juan: Sobre todo cuando vives con paz y alegría una situación en la que alguien te humilla y justo después le das gracias a Dios por haberla vivido contigo.

Cristina: Es verdad. Esas situaciones no las vivo yo realmente. Es el Señor quien las vive por mí.

Juan: Qué grande es tu fe.

Madre,

Modelo y Maestra de la fe, danos más fe para vivir las humillaciones en Tu Inmaculado Corazón.

Después de Su manifestación. Comentario para Matrimonios: Marcos 9, 2-10

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EVANGELIO

Este es mi Hijo, el amado.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-10

 

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús:

Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:

«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

No sabía qué decir, pues estaban asustados.

Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

Esto se les quedo grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

 

Después de Su manifestación.

El Señor contiene Su manifestación divina para presentarse ante nosotros encarnado como uno de tantos. Pero por un momento se la deja ver ante Pedro, Santiago y Juan como realmente es. Era necesario antes de que contemplasen Su transfiguración y Su desgarro en Getsemaní. En el monte Tabor, ocurre otra cosa y es que el Padre, también se manifiesta confirmándolo como Su Hijo y mediador de Su Palabra. Dios Padre estaba con Él. También esto es importante, porque Jesús, además de ser Dios, no se enfrentaba a Su Pasión solo.

Esto que hizo Jesús con Sus apóstoles, es lo que debemos hacer cuando nos vayamos a enfrentar a una situación complicada: Contemplar la gloria de Dios que nos va a acompañar en esa situación. Si realmente tomamos conciencia de lo que supone Su gloria, viviríamos la tribulación de otra manera. En cambio, vemos cómo los apóstoles vivieron la preparación ante la manifestación gloriosa de Jesús y ante Su crucifixión, el Tabor y Getsemaní. En ambas preparaciones se durmieron. Así somos…

 

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Ana: Antes, en los momentos de tribulación, veía a mi esposo como un pecador y el Señor me mostró que era pequeño y estaba en construcción. Antes lo veía superficial, y el Señor me mostró que en realidad estaba perdido. Antes lo veía duro de corazón, y el Señor me mostró que aún no lo había llamado, que no había llegado su hora. Y así con todo. Juzgaba a mi esposo según mis criterios y le condenaba. Pero el Señor, poco a poco, me fue mostrando la verdad a la que estaba llamado. Ahora vivo la belleza de mi matrimonio, porque es la posibilidad de ayudar al Señor con mi entrega, para que mi esposo no muera jamás. ¿A qué más puedo aspirar? Mi misión va dando frutos, en mi esposo y en mí. ¿Hay una misión más hermosa que ir descubriendo juntos al Amor?

 

Madre,

del amor conyugal, muéstranos la grandeza de Dios, presente entre nosotros. Amén.