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EVANGELIO
El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 26 – 16, 4a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».
Palabra del Señor.
Verdad o dominación.
Jesús se refiere al Espíritu Santo como el Espíritu de la verdad. En el catecismo (Nº 1606), dentro del apartado de “El matrimonio bajo la esclavitud del pecado” habla de que la unión hombre-mujer vive amenazada entre otros, por el “espíritu de dominio”. Reflexionamos: ¿Cuál de los dos “espíritus” dejo que gobierne mi relación matrimonial? ¿El espíritu de dominio o el Espíritu de la verdad?.
El Espíritu de la verdad, procede de Dios, no de nosotros. Él es el defensor, y es Él quien cambia las personas: “…él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio” dice el Señor. Él nos “cristifica” nos va haciendo cada vez más semejantes a Cristo. Dejemos a Dios ser Dios.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Julio: Estoy preocupado, porque me da la sensación de que estamos enquistados y no avanzamos.
Marta: No te preocupes, Julio. Estamos en manos del Señor. Estamos consagrados a Él y todo se lo entregamos a Él. El Espíritu conducirá nuestras vidas. Ya lo hemos vivido antes. Cuántas veces el Señor ha sentado a nuestro lado a la persona que más nos necesitaba. Cuántas veces ha resuelto nuestras necesidades porque ha movido el corazón de otros. Cuántas veces nos ha rescatado con una palabra de un amigo, de un sacerdote…
Julio: Es cierto. Desde siempre, pero especialmente desde que nos consagramos al Corazón de Jesús a través de María, miramos para atrás y vemos la mano providente de Dios en toda nuestra vida. ¡Confiamos en Él!
Madre,
Es verdad que muchas veces no entendemos los designios de Dios, pero es parte de la prueba. Tenemos sólo esta vida para probar nuestra fe y nuestra confianza en Él. Haz que no desfallezcamos. Alabado sea el Señor que no nos abandona nunca y nos envió Su Espíritu.