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Sin esperar la paga. Comentario para matrimonios: Lucas 14,12-14

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,12-14

En aquel tiempo, Jesús dijo a uno a de los principales fariseos que lo había invitado:«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».

Sin esperar la paga.

Cuando hacemos una invitación podemos pensar que hay algo mío que pongo a disposición de otros (mi casa, mi comida, mi tiempo…) y, por ello, lo hacemos con quien apreciamos. También es habitual que quien nos aprecia corresponda a nuestra invitación, incluso pensamos que es justo exigir una reciprocidad. Sin embargo, el Señor no tiene esta lógica. Su justicia es otra. Lo que tengo no es mío, sino que me ha sido dado y gratis debo compartirlo, sin esperar que me correspondan. Es más, Jesús nos anima a dar cuando sabemos que no vamos a ser correspondidos, para asegurar que nuestra intención de entregarnos (sin esperar nada a cambio) es auténtica. Él conoce nuestra debilidad. En nuestro matrimonio, en los momentos en que nos entregamos, aún sabiendo que nuestro esposo/a no nos va a corresponder (por su pecado, por su enfermedad, por su temperamento…) es cuando estamos cumpliendo este mandato de Jesús. Hay muchas ocasiones en las que esa resurrección y la paga, llega en esta vida (en Proyecto Amor Conyugal somos testigos) y otras en las que tendremos que esperar hasta la vida eterna. Solo Dios lo sabe.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Pedro: Laura, el psicólogo ha confirmado el diagnóstico que temíamos. Todos mis problemas provienen de un síndrome que me impide mostrar emociones y entender las relaciones sociales. No voy a poder darte lo que tanto me has pedido. Ésto es para toda la vida, solo puedo mejorar de forma aparente.
Laura: He estado leyendo sobre ello, para saber como ayudarte. Precisamente hoy el Evangelio me hablaba de ésto. Siempre te he pedido y, hasta exigido en ocasiones, que fueras más cariñoso y atento y ha sido el origen de muchas discusiones. El Señor me pide que te acoja en tu verdad. Él conoce el fondo de tu corazón y me dice que eres Su deleite. Él me ayudará a conocerte más y mejor. Has dado un paso muy importante por mi, cariño. Te agradezco que quisieras buscar respuestas.
Pedro: Temía que ya no quisieras pasar el resto de tu vida conmigo después de saber esto.
Laura: Pedro, el Señor nos eligió para estar juntos desde la eternidad, Él no se equivoca y yo me fio de Él. Este es el camino de nuestra felicidad, de nuestra Santidad.

Madre,

Que nuestra alegría esté en darnos sin esperar recibir nada a cambio. Amen. ¡Alabado sea Dios!

Todo nuevo. Comentario para matrimonios: Juan, 17-27

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Evangelio del día.

Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 17-27

Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

Todo nuevo.

El Señor había dicho días antes a sus discípulos que la enfermedad de Lázaro no era de muerte, sino para gloria de Dios; y por la fe de sus hermanas se manifiesta la gloria de Dios. Ante el mal y la muerte, la fe puede transformar todo en Gloria de Dios. Es el Misterio de la Cruz.
Señor del Cielo y de la Tierra, aquí nos tienes pidiéndote con fe que Tú puedes salvar a todos los matrimonios, incluso a aquellos que no son conscientes de que están muertos. Tú haces nuevas todas la cosas, todos los matrimonios.
Cuántos esposos y esposas continúan pidiendo por la salvación de su matrimonio, a veces contra toda esperanza. Tú les sostienes y por su oración y sacrificio se manifestará la Gloria de Dios. Unámonos a ellos en esa oración incesante y acompañemoslos.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

( En la oración Conyugal)
Felix: Mercedes, me doy cuenta ahora de cómo teníamos un matrimonio casi muerto. A veces hasta me he sentido abandonado por el Señor. Pero después de comenzar este camino de construcción, sé que Él nunca nos ha abandonado.
Mercedes: sí, a mí también me pasaba; y sobretodo en los momentos de prueba; le pedía de alguna manera explicaciones. Pero hoy me doy cuenta que Él siempre está aquí en medio de nosotros y en los momentos de prueba más todavía.
Felix: es verdad, pero por nuestro amor propio no podemos verle y solo queremos que tenga en cuenta nuestros criterios, nuestra forma de ver las cosas.
Mercedes: pero Él es el único Camino, es la única Verdad. Esto que hemos descubierto es !tan grande!, y ahora somos capaces de ver cómo nos ha salvado, “resucitado,” porque estábamos perdidos.
Félix: y todo para Su Gloria, porque sin Él no podemos hacer nada.
Mercedes: Son tan grandes los tesoros que nos muestra… Como la oración conyugal, que me está ayudando tanto a conocer tu corazón.
Felix: y a mí el tuyo. Cada día estoy deseando que llegue este momento para compartir contigo, esposa.
Mercedes: solo podemos dar gracias a Dios por tanto.
Juntos: Gracias Señor ¡Alabado seas por siempre!

Madre,

Enséñanos a mantener la fe aún en las situaciones más difíciles para el.Señor lo pueda hacer todo nuevo y que la Gloria de Dios se manifieste al mundo entero ¡Gloria a Dios!

 

En intimidad con Cristo. Comentario para matrimonios: Mt 5,1-12a

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Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5,1-12ª

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

En intimidad con Cristo.

En este Evangelio nos muestra cómo Jesús al ver a la multitud se aparta y se sube al monte. No busca el reconocimiento de las masas, sino el silencio y la comunión con el Padre. Desde esa intimidad brotan las Bienaventuranzas, del corazón de Dios. En nuestra vida matrimonial, esta actitud de Cristo nos invita a los esposos a subir también a Su “monte”: el lugar del encuentro con Dios donde el amor se purifica y se vuelve auténtico. En este mundo en el que vivimos lleno de ruido y de apariencias, el matrimonio cristiano no se sostiene por el esfuerzo humano, sino por la gracia que nace del silencio compartido ante Dios, creciendo en esa intimidad juntos en Él. Cuando los esposos rezamos juntos y nos recogemos en Él, nuestra relación se transforma: dejamos de vivir para ser vistos y comenzamos a amar desde lo profundo, participando de la comunión trinitaria que da vida al sacramento del matrimonio. Cuando los esposos vivimos desde la oración y la misericordia, nuestro amor se hace fecundo y da fruto, nuestra felicidad ya no depende de las circunstancias, sino de la presencia de Dios que habita entre nosotros. Así, nos convertimos en un testimonio vivo de las Bienaventuranzas: un amor silencioso, misericordioso y profundamente lleno del Amor de Dios.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Luisa: Hoy en misa, cuando D.Carlos ha leído “Bienaventurados los misericordiosos”, he pensado en nosotros. Ayer me enfadé contigo por dejar todo tirado después de cenar… y esta mañana cuando me he levantado aún seguía molesta.
Pablo: Luisa, ya lo he notado… y me he sentido mal. Es verdad que a veces llego cansado y me olvido de ayudarte. Pero justo eso me ha hecho pensar: ¿ser misericordioso no será también perdonarnos en lo pequeño?
Luisa: Sí, creo que sí. A veces imagino que la santidad está en grandes cosas, y resulta que empieza en eso: en no quedarme en el enfado, en mirarte con ternura aunque no hayas hecho lo que yo esperaba.
Pablo: Luisa y en mi caso, en pedirte perdón sin orgullo, en reconocer que te fallé. Tal vez ser santos juntos sea justo eso: tener paciencia, perdonarnos rápido y seguir caminando.
Luisa: Sí… cuando logro perdonarte desde el corazón, siento paz. Es como si Dios me dijera: “Eso es amar como Yo amo”. Ahí entiendo que la santidad no está lejos; está en cómo nos tratamos cada día.
Pablo: Entonces hoy, nuestra manera de vivir las Bienaventuranzas es así: tú me perdonas, yo aprendo, y los dos dejamos que Dios nos una un poco más.
Luisa :Exacto cariño, ser santos, para nosotros, empieza aquí, entre los platos sin lavar y el perdón sincero.

Madre,

Tú que fuiste pobre de espíritu y confiaste siempre en Dios, enséñanos a vivir con humildad, esperanza y pureza de corazón. ¡Bendito y alabado seas por siempre Señor!