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Evangelio del día.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,20-24
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido:
«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que, en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.
Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.
Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que, en ti, habría durado hasta hoy.
Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».
Todo don exige una tarea.
Jesús llama la atención con firmeza a las ciudades que había dedicado más tiempo, más esfuerzo, más milagros, y sin embargo no habían optado por cambiar su vida hacia la luz de Jesucristo. Nos puede pasar en nuestro matrimonio, en el que Cristo nos revela la verdad del matrimonio, y nos revela Su amor misericordioso y pleno a través de la Eucaristía. Insiste con su mensaje renovador de acogida y entrega a través de las catequesis de San Juan Pablo II, y sin embargo muchos corazones siguen endurecidos, pese al esfuerzo que el Señor pone para mostrarnos la Verdad. Con esto nos anuncia que el juicio será más severo para quienes han recibido más luz, que para los que no le conocen. Por lo que el don que estamos recibiendo nos tiene que llevar a la tarea de cambiar purificando nuestro corazón, y después a dar gratis lo que gratis hemos recibido, allá donde nuestra Madre nos lleve.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Enrique: Esperanza, cada vez que colaboramos en un retiro de Proyecto Amor Conyugal, nos reconocemos que nos estamos amando con un amor mediocre, y somos testigos de verdaderos milagros en los matrimonios elegidos. Y nosotros no avanzamos, no tomamos esa determinada determinación de amar en todas nuestras acciones.
Esperanza: Enrique es la cuarta vez que los pastorcillos del grupo nos animan a preparar la catequesis, y les respondemos que no. Todos dicen que prepararla, aunque les revuelve, al final les une más porque les lleva a vivirlo.
Enrique: También Esperanza hacemos la oración conyugal algunos días que estamos bien, pero otros muchos días no.
Esperanza: Es verdad. Cuando lo hacemos bien, me ayuda a conocerte y a bien pensar de ti. Creo que el Señor se esfuerza en ponernos medios, e incluso milagros para que emprendamos fielmente este camino con voluntad y humildad y nosotros optamos por seguir en la tibieza, y anclados en el orgullo y soberbia.
Enrique: Te quiero mucho Esperanza, y me duele hacerte daño y al Señor también, voy a llamar a los pastorcillos y les voy a decir que preparamos la próxima catequesis, y vamos a rezar juntos. Te pido que me ayudes a perseverar todos los días.
Esperanza: Cuánto me emociona escuchar estas palabras. Gracias Dios mío por este esposo que me has concedido.
Madre,
Gracias por no cesar de decirnos “Haced lo que Él os diga”, para hacernos nuevos como el vino en las bodas de Caná. Bendito y Alabado sea el Señor.

