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EVANGELIO
Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!».
Palabra del Señor.
¿Malas experiencias?
El Señor me enseña que si veo oscuro, es porque hay oscuridad en mí.
Qué importante es hacer una buena interpretación de los elementos, de las situaciones que vivimos, y de la intencionalidad, las limitaciones y los condicionantes de las personas que las provocan. Así, las experiencias que vivimos serán siempre experiencias de Dios. Quedarán guardadas como tales en nuestra memoria y nuestra afectividad se irá ordenando.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Miguel: Me doy cuenta de que, cada vez que hay una mala experiencia entre nosotros, la guardo en el debe, y va cargando de negatividad mi afectividad contigo, distanciándome de ti. Esto es terrible, ¡Lo peor!
Laura: A mí me pasa igual, y vamos entrando como en malas rachas entre nosotros que lastran nuestra relación y cuesta muchísimo purificar.
Miguel: Pero el problema está en el origen, en ese momento en que archivo esa experiencia adjuntándole uno o varios sentimientos contra ti. Esto Dios no lo hace, porque nunca tiene nada contra nosotros.
Laura: Entiendo. Entonces la solución está en, antes de que pase, guardar esa experiencia interpretándola desde los ojos de Dios. Por ejemplo, ayer que estabas claramente preocupado y no fuiste nada delicado conmigo, me quedé con que tu limitación era esa preocupación y que Dios me estaba poniendo esa situación para ofrecerme en sacrificio por tu santificación. Así lo hice, y viví esa oportunidad con gozo. Obviamente, después no queda resentimiento, sino una experiencia de entrega y unión contigo.
Miguel: Exacto. Ese es el punto. Gracias por el ejemplo, es perfecto. Y gracias por tu comprensión.
Madre,
Así es como se alegraba Tú espíritu en Dios en cualquier circunstancia. Alabado sea el Señor que nos permite estar en Él.