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EVANGELIO
Comunicad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15.
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.»
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Palabra del Señor.
Rendidos a Sus pies.
Si nos dejamos llevar por lo que suscita el Espíritu Santo en este día, Él nos llevará a experimentar una profunda alegría. Alegría es lo que compartiremos con Dios en Su reino. Es la experiencia del cielo. Una alegría desbordante. Una alegría que nos supera.
Por eso, hoy, tenemos que colaborar con el Espíritu Santo para que infunda en nosotros esa alegría. No es algo humano, no depende sólo de que nos esforcemos en vivirla, es un don del Espíritu Santo. Nosotros sólo podemos disponernos bien poniéndonos en el corazón de las santas mujeres que van al sepulcro y se lo encuentran abierto por un ángel que les anuncia la redención del Señor. Y para mayor gloria, se les presenta el propio Jesús por el camino. Ellas caen rendidas a Sus pies postrándose ante Él. Seguro que, al verlo, les fallarían las piernas y se vendrían abajo empujadas por un gozo inmenso.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
José Carlos: La verdad es que esta Semana Santa hemos vivido una auténtica resurrección del corazón. Es la primera Semana Santa que vivimos en condiciones y es una maravilla la alegría que siembra la Pascua de Resurrección en el corazón.
Natalia: Desde luego. Hemos vivido mogollón de momentos unos de dolor, otros de pasárnoslo genial en comunidad, pero la alegría que queda en el corazón es la señal de que el Espíritu Santo ha estado entre nosotros. Y me quedo también con lo que nos ha unido. Ha sido precioso vivir esta experiencia contigo.
José Carlos: Me costaba mucho entender el significado de la cruz, pero esta Pascua lo he entendido y eso me ha llevado a descubrir también la alegría de la Resurrección. Gracias, Princesa. Y Gloria a Dios.
Natalia: ¡Gloria a Dios!
Madre,
Nos ha gustado especialmente acompañarte en la Pasión de Nuestro Señor. Hemos aprendido tanto de ti… Gracias Madre. Gracias por traernos al Señor primero y gracias por llevarnos a Él después. ¡Aleluya!