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EVANGELIO
A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Palabra del Señor.
Brille vuestra luz.
Hoy en día hay cierta tendencia a pedir milagros, sanaciones y transformaciones sin esfuerzo. Puede parecer que el sacrificio y la abnegación son cosas de la época de Jonás.
Así que, es habitual pedir a Dios un milagro para que mi esposo cambie porque tiene determinados comportamientos que me molestan o no estoy dispuesto a tolerar.
No quiere decir esto que el Señor no haga milagros. Los hace y muchos. Pero el Señor no quiere en nosotros ese tipo de espectativas milagreras y cómodas que nos apartan de la cruz.
Él quiere que le traslade Su misericordia a mi esposo. ¿Cómo se hace eso? Solamente hay una manera: Estar muy cerca del Señor, estar en gracia, purificar mi alma combatiendo en mi corazón y permitir así que la luz del Señor que reside en lo más profundo de mi alma, llegue a mi esposo. Esa luz, será la que le podrá sanar. «Brille vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre».
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Jaime: Ana, lo he visto claro hoy en la oración. En la medida en que yo aparte mis apegos y ordene mis pasiones, brillará hacia fuera más puramente la luz de Dios que habita en mí.
Ana: Claro, digamos que sale de ti menos distorsionada y más nítida. Y en la medida en que yo purifique la mía, entrará también esa luz con más fuerza en mi interior.
Jaime: De esa manera nos podemos suministrar el uno al otro la luz de Dios. ¿Qué te parece?
Ana: Me parece precioso y una responsabilidad enorme ante Dios y ante ti.
Jaime: Pues luchemos por purificar nuestra alma para que brille la luz de Dios para los dos.
Madre,
El signo que recibimos es la gracia santificante, que es eficaz. Vaya si lo es. Que no interrumpa ni adultere la luz de la gracia. Alabado sea el Señor que habita en mí.