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EVANGELIO
Éste es mi Hijo, el amado.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:
«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado, y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Matrimonio sobrecogedor.
Las cosas de Dios nos sobrecogen hasta límites insospechados. Dios es muy grande y nosotros muy pequeños. Por eso, vivir la vida como si Dios no existiera es quedarse en un aspecto muy cutre de la vida. Perdernos las cosas de Dios es perdernos todo lo que realmente merece la pena. Vivir un matrimonio según las cosas de este mundo, es un churro. Vivir un matrimonio de cara a Dios es sobrecogedor, deslumbrante… contempladlo y quedaréis radiantes.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Javier: Cariño, esta noche, en lugar de salir a cenar por ahí como teníamos programado, me gustaría que nos quedásemos en casa y viésemos juntos cómo influyen los dones del Espíritu Santo en nuestro Sacramento. ¿Te parece bien?
Laura: Bueno, la verdad es que me apetecía muchísimo la cenita, pero el tema me parece súper interesante.
(Al llegar la noche)
Javier: Si te parece vamos viendo cada don y nos turnamos diciendo cómo influye en nuestro matrimonio. ¿Vale? Empiezo con el don de inteligencia. Este nos permite profundizar en la fe y comprenderle a Dios y Sus cosas. Y desde luego que el Sacramento es algo muy Suyo. Me gustaría mucho seguir descubriendo más contigo sobre este misterio.
Laura: Y a mí. El segundo es el de Sabiduría. Saborear las cosas de Dios y especialmente la caridad conyugal que nos une. Por ejemplo, hoy, hemos renunciado a una cena deliciosa, pero aquí estamos juntos saboreando las cosas de Dios entre nosotros.
Javier: Muy bien. Me gusta ese ejemplo. Otro don es el don del consejo. Qué importante es buscar la voluntad de Dios cuando intentamos aconsejarnos mutuamente. Qué importante es que nos aconsejemos mutuamente no desde la indignación de que no haces las cosas como te he dicho, sino desde el consejo de Dios.
Laura: Me encanta. Don de fortaleza. Nos permite ser perseverantes en nuestros compromisos frente a las situaciones de dificultad. Para esto, hace falta que nos apoyemos muchísimo y nos ayudemos a ser fieles, por ejemplo, a la oración conyugal diaria o a los compromisos que tenemos en nuestro camino de purificación personal de cada uno. De alguna forma, tenemos que poner nuestro don de la fortaleza al servicio de la debilidad y la tendencia a la comodidad o conformismo del otro.
Javier: Totalmente de acuerdo. El don de ciencia: Pues fácil, porque es lo que estamos haciendo ahora mismo. Mirar a Dios, Su presencia en todo lo que ocurre. Ayudarnos a interpretar las cosas desde Su Plan de salvación.
Laura: Piedad. Importantísimo. Sabernos hijos de Dios y tratarnos siempre como hijos de Dios. Si sólo llevamos este adelante, nos irá genial.
Javier: Temor de Dios: Ser conscientes de las consecuencias que tendría para nuestro matrimonio sacar a Dios, olvidarnos de la gracia sacramental, como si Él no fuera quien lo hace todo entre nosotros. Eso sería un suicidio conyugal.
Laura: Uf, suena duro, pero es así. Es matar el amor de comunión. ¿Podemos escribir todo esto en un cuadrito y ponerlo en nuestro cuarto? Me gustaría no olvidarlo y repasarlo de vez en cuando. Son los dones que hemos recibido y tenemos que aprovecharlos.
Madre,
Esposa del Espíritu Santo, ruega por nosotros.