Archivo por meses: octubre 2023

¿Y la omisión? Comentario para Matrimonios: Lucas 10, 25-37

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EVANGELIO

 

¿Quién es mi prójimo?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?».
Él respondió:
«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo».
Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo:
“Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.
¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él contestó:
«El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo:
«Anda, haz tú lo mismo».

Palabra del Señor.

¿Y la omisión?

Entre los pecados de los que nos debemos confesar están los de omisión. ¡Cuántos pecados de omisión hay en el matrimonio! Parece que, porque no nos hayamos ofendido, ya no hay pecados. Pero ¿y lo que no he hecho y debería haber hecho por mi esposo? Basta que me haya necesitado o que algo le hubiese agradado que yo hiciese, para que me plantee si he sido un buen prójimo con mi esposo o con mi esposa.
Hoy debo ampliar mi examen de conciencia y añadir mis pecados de omisión, porque seguro que hay unos poquitos por ahí escondidillos…
Es cierto que el primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas, y sin este, lo demás es imposible. Pero si no amo a mi esposo, no puedo decir que amo a Dios, porque no puede haber separación entre esos dos amores. Si no es así, he de practicar más la misericordia. Por tanto, estaré atento vaya a ser que esté muy a gusto con el Señor y me olvide de amar a mi esposo como Dios quiere que le ame.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: Estaba haciendo examen de conciencia y, de repente, me he dado cuenta de que cuando la hago me olvido de los pecados de omisión.
Marta: ¡Anda! Pues es verdad, que yo tampoco los suelo tener en cuenta. Y ¿qué tal?
Pedro: Pues casi que se me ha duplicado la lista. He empezado a repasar todo lo que debería haber hecho por el Señor y por ti y no he hecho. Entre oraciones rápidas que no han sido de corazón, momentos en mi día en que no me he acordado del Señor y he hecho las cosas a mi manera, la cantidad de veces que no te he preguntado cómo estás, que no te he ayudado, que no te he dicho todo lo importante que eres para mí, la cantidad de besos que he omitido… Tantos detalles que me han faltado, tantas necesidades sin respuesta por mi parte… Me he quedado helado. Ahora entiendo tus quejas de vez en cuando.
Marta: ¡Ah! Sí. Perdona por esas quejas. Pues déjame que haga yo examen de conciencia, porque seguro que tengo mucho también de lo que arrepentirme. Gracias por darme esta luz. Me ayudará más a amar al Señor y amarte más a ti.

Madre,

Tú siempre has estado atenta a nuestras necesidades. Siempre te has anticipado a lo que vendría después. Ayúdanos a aprender de ti y hacer lo mismo entre nosotros. Gracias Madre por tus cuidados.

El dulce fruto. Comentario para Matrimonios: Mateo 21, 33-43

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EVANGELIO

 

Arrendará la viña a otros labradores.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.
Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: «Tendrán respeto a mi hijo».
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: «Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia».
Y, agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».
Le contestaron:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a sus tiempos».
Y Jesús les dice:
«¿No habéis leído nunca en la Escritura:
«La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?»
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».

Palabra del Señor.

El dulce fruto.

El Señor tiene que cavar un lagar y construir una torre en mi alma.
El lagar es donde se exprime la uva para que suelte todo su jugo. El Señor tiene que permitir en nuestro camino esas situaciones que van sacando de nosotros todo el jugo. Pero, nuestros pecados de pensamiento (juicios y condenas) de palabra (ofensas) obra (agresiones, robos, actos lujuriosos, abusos de poder…) y omisión (Faltas de caridad) agrian ese zumo mientras que su estamos unidos a la Vid, obtendremos el mejor vino.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ana: Tus padres no han tenido en cuenta mi dolor, y eso no se lo perdono, porque encima no lo reconocen.
Mariano: Ana, con esa actitud, se envenena tu corazón. Dios te ha dado un corazón para amar, no para odiar. Entiendo que te duela mucho tu dolor, pero está ahí para que aprendas a amar a pesar del sufrimiento o incluso a través de él. Es para tu bien, para que crezcas como persona y como hija de Dios.
Ana: ¿Encima defiendes a tus padres? ¿No me comprendes a mí y les comprendes a ellos?…
Mariano: Te amo más a ti y por eso intento iluminarte la verdad. ¿Qué consecuencias te ha traído esa actitud hasta ahora? Ansiedad, odio, sed de venganza, incapacidad para verles… Nada de eso tiene que ver con el amor. Dios espera de ti otros frutos. ¡Ánimo! Tienes un corazón muy grande que Dios te ha dado para que ames mucho. Bendice a Dios con ese don tan maravilloso.

Madre,

Extrae de nosotros esas alimañas que agrian el fruto del amor. Gracias por ser nuestra Torre de David, nuestra Torre de Marfil. Alabado sea Dios por ponerte en nuestras vidas.

A lo que aspirar. Comentario para Matrimonios: Lucas 10, 17-24

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EVANGELIO

Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 17-24

 

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron con alegría diciendo:

«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».

Jesús les dijo:

«Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno.

Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».

En aquella hora, se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo:

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños.

Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.

Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar».

Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:

«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Palabra del Señor.

 

A lo que aspirar.

A veces nos entusiasmamos con el poder que nos da Dios. Cuando colaboramos para salvar un matrimonio, nos invade una alegría inmensa, porque hemos alejado el mal de ellos por obra del Espíritu Santo. Es una fuerza que recibimos del Señor, pero deberíamos estar aún más alegres por lo que el Señor ha hecho por nosotros, porque Él me ha salvado, y me ha preparado un sitio en el cielo. Ahora puedo trabajar para Él, porque soy discípulo Suyo. Ahora puedo actuar en Su nombre, no por mis méritos.

Pero como dice San Juan Pablo, la pureza predispone para recibir la sabiduría. Ahora el Señor me puede dar a conocer Sus cosas, no por mis méritos, sino por estar en gracia.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paco: Llevo tiempo, primero luchando contra mis vicios y después intentando vivir dócil al Espíritu Santo.

Lucía: Y ¿cuáles dirías que han sido las consecuencias para ti y para nosotros?

Paco: Ahora veo la vida con mucha más claridad. He aprendido a ver la verdadera belleza de mi vida, de mi vocación y de todo lo que me rodea. He experimentado un cambio de mirada que me ha traído la alegría y me enamora cada vez más de ti.

Lucía: Así lo veo yo también. Eras un hombre amargado, e introducías toda tu amargura en nuestro matrimonio y en nuestro hogar. Ahora eres la alegría de la casa y no sabría vivir sin ti. Has sudado tinta, pero ha merecido la pena. Desde luego que esto no puede ser obra tuya, tiene que haber intervenido una fuerza sobrenatural.

Ramón: Claro que sí. El Espíritu Santo, y lo que vivimos ahora son Sus frutos.

 

Madre,

Sólo aquellos que están en gracia, pueden alcanzar la sabiduría, esa que Dios no les da a los sabios sino a los limpios de corazón. Alabado sea el Señor por siempre. Amén.

Cuidar los carismas. Comentario para Matrimonios: Lucas 10, 13-16

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EVANGELIO

 

Quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo
Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

Palabra del Señor.

Cuidar los carismas.

Parece que Jesús da mucha importancia a las mediaciones cuando dice: “quien a vosotros os escucha, a mí me escucha”. Aquel al que el Señor ha dado autoridad a través de la jerarquía eclesiástica y a través de los carismas que Él reparte a quien quiere y que han sido discernidos por la Santa Madre Iglesia, aquel que anuncia el Evangelio sin distorsiones ni interpretaciones que se alejan de la doctrina de la Iglesia, debe ser escuchado como si del mismísimo Señor se tratase.
Con ese respeto debemos tratar a nuestros Pastores y con ese respeto debemos cuidar los carismas de la Iglesia.
También aquellos al que el Señor envía, debemos saber la responsabilidad que recae sobre nosotros para ir realmente en Su nombre.
Mucho cuidado y mucho respeto hacia las cosas del Señor. Si no lo hacemos, las consecuencias serán graves. Si lo hacemos las consecuencias serán maravillosas. Sagrado Corazón de Jesús, en ti confiamos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carmen: Hay algunos mensajes sobre el matrimonio con los que no estoy de acuerdo con algunas voces de la Iglesia. ¿Qué debo hacer?
Martín: Debes asegurarte de lo que dice la doctrina de la Iglesia, y dejarte ayudar por aquellos que se preocupan de enseñar la Verdad.
Carmen: Ya, pero tengo obligación de seguir los dictados de mi conciencia. De eso se me juzgará.
Martín: Pero también tenemos obligación de educar nuestra conciencia. Si en algo no estamos de acuerdo, debemos profundizar en ello y consultarlo hasta que no haya dudas.
Carmen: De acuerdo. Yo estoy dispuesta a someter mis criterios si son equivocados. Lo que quiero es vivir en la Verdad.
Martín: Eres simplemente maravillosa. Gracias Señor por esta esposa que me has dado.

Madre,

Vamos en el nombre del Señor. Que enseñemos fielmente Su doctrina. Alabado sea Dios.

¿Qué no voy a esperar? Comentario para Matrimonios: Mateo 7, 7-11

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EVANGELIO

 

Todo el que pide recibe.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!».

Palabra del Señor.

¿Qué no voy a esperar?

La principal conclusión que sacamos de este Evangelio es que el Padre es bueno. Es mejor que cualquier otro padre o madre, y se preocupa más de nosotros de lo que jamás podríamos imaginarnos. A través de Jesús, vemos cómo Dios se compadece siempre de los más débiles, es incapaz de dejar sin comer a la muchedumbre o dejar de curar.
Sí, ese es nuestro Padre: Lleno de compasión, de misericordia, infinitamente generoso. Afortunadamente para nosotros, Dios es así. Él se implica, se compromete, se abaja, se humilla por nosotros. Mi Dios es ese que se hace un trocito de pan todos los días para que me lo coma ¿Qué no voy a esperar de Él? No hay otro padre igual.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: Sigo cayendo en el orgullo, en la vanidad y en el egoísmo. Tú, muchas veces no me aguantas ¿Por qué no me cambia Dios si se lo pido?
Mercedes: A veces me cuesta aguantarte por mi pecado, porque no soy capaz de amarte como Dios, pero Él te ama infinitamente. Puede que no estés haciendo todo lo posible por crecer en virtudes y desarraigar esos vicios de tu carácter, pero si no, ten por seguro que lo hará en el momento que Él considere. Dicen que Dios nunca nos explica el por qué, pero sí el para qué, y el para qué es para que sigas luchando, sigas madurando, y te hagas humilde al ver tus propias debilidades y tu dependencia de Él. Así tomamos más conciencia de que le necesitamos. Si no, vete a saber qué sería de nosotros. Acepta tus pecados con humildad y dile al Señor: Padre, tú quieres que siga en esta situación, pues yo también lo quiero. Donde Tú quieras, como Tú quieras, cuando Tú quieras.

Madre,

Somos muy afortunados de tener un Padre que nos ame tanto. No somos conscientes de hasta qué punto somos afortunados. Alabado sea nuestro Dios, sea por siempre bendito y alabado. Amén.