Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ
EVANGELIO
A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Palabra del Señor.
Signos de conversión.
Nos cuesta creer en los signos. Si hoy llegase Jonás gritando por las calles «Dentro de cuarenta días esta ciudad será arrasada», seguramente todos lo tomaríamos por loco y seguiríamos a nuestro rollo. En relación a este Proyecto, la Virgen nos dijo en cierta ocasión “seguid las señales” y es cierto que ha habido muchas señales que hemos seguido. En algunas ha habido que estar atento y en otras no hemos podido evitar toparnos con ellas. Pero también es cierto que el que quiere las ve. No ver a Cristo y su entrega es difícil, porque aquí hay uno que es más que Jonás. No ver a tantos cristianos de todas las culturas y edades dedicar al menos una hora a la semana para asistir a la Eucaristía, da que pensar, porque no vamos a una fiesta guay, sino que vamos a algo que así, de primeras, no atrae demasiado para el que no entienda lo que ahí pasa. No ver los efectos de la Eucaristía o de la Confesión en uno mismo, es complicado. No ver cómo hay mucha gente que cambia y mucho tras su conversión, también es no querer ver. Ojalá también vieran muchos los efectos del Sacramento del Matrimonio, aunque ahí, dejamos mucho que desear…
Aterrizado a la vida matrimonial:
Carlos: Tía y tú ¿por qué te casas?
Ángela: Porque he visto cómo han vivido mis padres gracias al Sacramento del Matrimonio, y no tiene nada que ver con lo que he visto en el resto de parejas que conozco.
Carlos: Pero eso ¿de qué sirve? Una ceremonia muy bonita, un papel y luego, muchos problema si la cosa sale mal.
Ángela: No tiene nada que ver con todo eso que dices. En mis padres ha actuado Dios. Yo lo he visto. Han superado situaciones de una forma que otro cualquiera no habría sido capaz. Se han amado en la dificultad. Han crecido en su amor de una manera imposible para cualquier ser humano. Los ves rezar juntos y flipas con la unión que hay entre ellos. Me encanta la alegría que se respira en casa, me enorgullece verlos luchar por su amor y por su entrega a nosotros y a otros muchos a los que ayudan. Yo no quiero un matrimonio mediocre como los que veo por ahí. Quiero uno maduro, estable, que ha crecido en las dificultades y sobre todo, que esté gobernado por Cristo, que eso es lo que da la garantía de éxito. Así lo he mamado yo en casa.
Madre,
Que el Señor nos haga signos del amor conyugal tal como Dios lo pensó, para nuestros hijos, para los jóvenes que nos rodean. Es muy doloroso que no se quieran casar porque nadie les ha mostrado la belleza y la grandeza del Sacramento del Matrimonio. Seguro que Tú sufres más que nosotros. Danos esa gracia, Madre. Amén.