EVANGELIO
Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 18-22
Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Pedro respondió:
«El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. porque decía:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Palabra del Señor.
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Algo de mí, queda en ti.
El Señor nos muestra que la oración contemplativa se puede vivir también acompañado. Él estaba en contemplación con el Padre y de repente se dirige a los discípulos para hacerles partícipes de Su oración. El Señor quiere hacerles partícipes de Su intimidad, de quién es Él y de la misión que el Padre le ha encomendado y que le define. Jesús, en Su oración hace participar a Su Esposa la Iglesia representada por sus discípulos. Y le cuenta Sus secretos que no quiere que compartan en ese momento porque no ha llegado aún la hora de Su entrega total.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Alberto: Nos estamos adentrando en la oración contemplativa. Y ¿Sabes cuál ha sido mi sorpresa?
Ana: No sé… ¿El salto que supone en tu vida espiritual?
Alberto: Sí, por supuesto, pero eso me lo podía esperar. Mi sorpresa ha sido que puedo compartirla contigo. Me encanta cómo nos adentramos juntos en el Corazón del Señor y luego lo compartimos, hablamos sobre ello, nos comunicamos lo que el Señor nos ha querido mostrar de Él, de nuestra misión o de quiénes somos.
Ana: A mí me encanta cuando compartimos nuestra experiencia de unión con el Señor, cuando nos mostramos también nuestro corazón. Cuando me adentro en ti, algo de ti me llevo para mí.
Alberto: Y algo de ti queda en mí. Esa es mi experiencia. Cada vez estamos más el uno en el otro y en el corazón de Dios.
Ana: Preciosa experiencia que nos entrega el Señor. ¡Alabado sea!
Madre,
Me encanta la intimidad de Dios, me encanta la intimidad de mi esposo. ¡Cuánto que ver tiene el amor con este compartir nuestras intimidades para estar presentes el uno en el otro! Bendito sea Dios que nos dio la capacidad de conocerle y de conocernos.