Archivo por días: 13 septiembre, 2022

Se nos hacen dulces. Comentario para Matrimonios: Lucas 7, 11-17

EVANGELIO

 

¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo:
«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo.»
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

Palabra del Señor.

 

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Se nos hacen dulces.

En situaciones de dolor y sufrimiento, el encuentro con el Señor nos recupera y nos permite vivirlas con alegría. Dice Santa Teresa: “esta fuerza tiene el amor, si es perfecto: que olvida más nuestro contento por contentar a quien amamos. Y verdaderamente es así, que, aunque sean grandísimos trabajos, entendiendo contentamos a Dios, se nos hacen dulces”.
Así que, si estás triste es porque te falta amor. Levántate, deja de mirarte y busca el camino para contentar a Dios o a tu esposo, y hallarás el camino de la alegría.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carmen: Estoy muy triste, me encuentro hundida. Me vienen los recuerdos de lo que me dijo tu madre y no entiendo cómo pudiste quedarte sin reaccionar.
Julio: Lo entiendo, Carmen. Sé que no reaccioné como tú esperarías y te pido perdón. Pero ¿Qué más puedo hacer? Necesitas buscar un camino que te ayude a salir de tu tristeza. ¿Cómo te puedo ayudar?
Carmen: Tienes razón, Julio. Tengo que rechazar el camino de la tristeza y poner el Evangelio en esta situación. Tengo que cambiar mis pensamientos contra tu madre, que sólo me hacen padecer conmigo misma, por pensamientos que me hagan gozar con el don de mi suegra. Así daré gloria a Dios. ¿Me ayudas en esta tarea?
Julio: Muy bien, Carmen. Vamos allá.
(Al principio le costó, pero finalmente volvió la alegría al corazón de Carmen y con ella también al corazón de Julio).

Madre,

Enséñanos a ser compasivos y misericordiosos como el Señor. Que viva mis pasiones contigo y por ti, pero nunca conmigo mismo por el desorden de mi corazón. Que busque siempre darte gloria. Alabado seas por siempre.