Archivo por meses: abril 2022

¿Miedo? ¡Alegraos! Comentario para Matrimonios: Mateo 28, 8-15

EVANGELIO

Comunicad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.»
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Palabra del Señor.

1er anuncio en Ceuta: José Luis y Magüi el MAÑANA 19 de abril a las 20h en la parroquia de Ntra. Sra. del Valle (Calle Brull 20)

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¿Miedo? ¡Alegraos!

El mensaje del Señor hoy es “alegraos”. Si en lugar de aquellas mujeres hubiésemos sido nosotros, nos habría dado el mismo mensaje: “Alegraos”. No importan mis circunstancias actuales. ¡Alégrate! Mi encuentro con Cristo hace que se convierta el miedo, la tristeza y la desesperanza, en alegría. Ya no me paralizan las dificultades de mi vida, no me paraliza el dolor. ¿Qué son los problemas de la vida al lado del don de la vida eterna? Ya no me paralizan los efectos de la muerte. Se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Teresa y Laura son dos amigas, que desde pequeñas, llevan vidas casi paralelas. Ninguna de las dos decía tener “suerte” en su matrimonio. Ambas pensaban que sus esposos no hacían nada por hacerlas felices, no quieren profundizar en nada, todo en su vida es muy superfluo y no están construyendo una intimidad con ellas. El resultado es que se sienten vacías. Ante una situación tan similar, Teresa y Laura deciden responder de manera diferente. Teresa, aconsejada por otras amigas y por un abogado conocido, decide pararle los pies a su esposo. No está dispuesta a seguir así, y le amenaza con divorciarse de él si no cambian las cosas. “Esto no lo puedes consentir”, le dicen. Laura en cambio, movida por su fe en Cristo, decide vivir esa situación con alegría a pesar de las circunstancias, de las heridas y del dolor. Laura vive con la mirada puesta en la vida eterna. ¿Qué misión le pide Dios en esta situación? Disculpa a su esposo y se entrega por él, como se comprometió el día de su matrimonio. Todo por amor a su esposo, hasta el extremo.

Teresa acabó divorciada de su marido. Su familia rota, sus hijos destrozados, y ella ya está viviendo con otro hombre. Laura, recuperó a su esposo. No se lo puede creer, pero su esposo acabó dándose cuenta de que el camino que llevaba no le conducía a ningún sitio y que lo único que le llenaba de verdad, y donde más a gusto estaba, era con su esposa. Su trabajo le costó a Laura, pero unida a Cristo, Él lo hizo posible. Ahora Laura desea la vida eterna, con su esposo.

Madre,

Depende cómo nos comportemos ante la cruz, provocaremos trapicheos y mercadeos que llevan a la muerte, como los de los fariseos con los guardias, o será motivo de alegría y de estar con el Señor. Nosotros queremos seguirle, Madre. Concédenos esta gracia. Alabado sea Dios que nos ha dado un Salvador y ¡Ha resucitado!

Sólo en un instante. Comentario para Matrimonios: Juan 20, 1-9

EVANGELIO

Él había de resucitar de entre los muertos.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
– «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

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Sólo en un instante.

El poder de Dios no se quiso manifestar contra sus verdugos, pues estos eran víctimas del verdadero mal. El mayor arma del mal es la muerte, y contra ella se hace notar el inmenso poder de Dios. Fue cuestión de un instante, un solo acto redentor, y la muerte queda vencida para la eternidad. Sólo en un instante es vencido el diablo, sólo en un instante cambia nuestra desesperación por esperanza, la oscuridad se vuelve luz, la muerte se transforma en vida eterna. El hombre vuelve a tener acceso al “árbol de la Vida”. Es ahí donde se manifiesta el poder de Dios que supera toda la fuerza destructora con la que quedó marcada la creación, el universo entero, avocado a un final dramático.
Pero solo si formamos parte del Él, de Cristo, resucitaremos con Él en el único acto redentor. Un acto de una potencia descomunal, en el que se manifiesta el poder de Dios en el que cabe todo el universo.
Por fin el Esposo, se hará completamente uno con Su Esposa. Cabeza y Cuerpo harán uno solo. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: Cristina, no merece la pena que sigamos compitiendo entre nosotros. Ni que nos defendamos el uno del otro. Así le damos al mal el poder que ha perdido. Yo propongo vivir como esposos que se saben salvados del mal, vivir aquí el Reino de Dios del que nos separa un pequeñito paso. Exhalar el último aliento, ¡Y ya! ¿Para qué esperar a ese momento si ya estamos salvados?
Cristina: Pues tienes razón, Andrés. Es perder el tiempo y amargarnos la vida a nosotros mismos. Tenemos el poder de Dios de nuestro lado, y ya hemos visto de lo que es capaz. Así que me apunto contigo al bando ganador.
Andrés: Dios quiere, así que, ya solo depende de nosotros. Él ya ha vencido a la muerte ¡Aleluya!
Cristina: ¡Aleluya!
Andrés: ¿Lo sellamos con un beso?

Madre,

Alégrate porque nosotros haremos lo que Él nos diga. Alabado sea el Señor que ha vencido a la muerte. Gloria a Él por siempre ¡Aleluya!

No está en las estampas. Comentario para Matrimonios: San Lucas 24, 1-12

EVANGELIO

¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
Lectura del santo Evangelio según san San Lucas 24, 1-12

El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron:
«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».
Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás.
Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos. Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido.

Palabra del Señor.

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No está en las estampas.

(Comentario para la Vigilia Pascual)
Llevamos todo el día de luto. No quiero ni pensar lo que viviría yo si conociese la muerte de Jesús y no esperase Su resurrección. Solo, sin Dios. ¡Qué horror! Pero Dios convierte el luto en fiesta, la tristeza en alegría, lo enfermo en sano, el desánimo en esperanza, la muerte en vida… Tan brutal es el efecto de la resurrección que los discípulos pensaron que las mujeres estaban delirando.
Lo nuestro es imposible, puede que piense, o un amor de comunión a imagen del de Dios entre nosotros eso es una utopía ¿no? Parece que deliramos cuando hablamos de esto, pero si digo “sí”, el Señor está dispuesto a hacerlo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Matrimonio Tutor: Sí, queridos esposos ¡Cristo vive! No le busquéis entre los muertos, ni en los libros religiosos, ni en las estampas. Él vive, y está entre tú y tu esposo/a. Dale tu “sí” y cuando quieras acordar, te asomarás a tu matrimonio y estarán todas vuestras ataduras por el suelo, y os admiraréis de lo sucedido. ¡Felicidades! ¡Cristo ha resucitado! Nuestro matrimonio como Dios lo pensó, ¡Es posible!

Madre,

Cómo Tu corazón atravesado, se llenaría de júbilo al conocer la noticia. Ya, lo ha hecho, ha resucitado, ha vencido a la muerte. ¡Gloria a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo! Feliz vigilia Pascual

Fuente inagotable. Comentario para Matrimonios: Juan 18, 1-19, 42

EVANGELIO

Prendieron a Jesús y lo ataron.
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1-19, 42

¿A quién buscáis? A Jesús, el Nazareno
Cronista:
En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
+ «¿A quién buscáis?».
C. Le contestaron:
S. – «A Jesús, el Nazareno.»
C. Les dijo Jesús:
+ «Yo soy».
C. Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+ «¿A quién buscáis?».
C. Ellos dijeron:
S. – «A Jesús, el Nazareno».
C. Jesús contestó:
+ «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos».
C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste».
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+ «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».
Llevaron a Jesús primero ante Anás
C. La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro:
S. – «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?».
C. Él dijo:
S. «No lo soy.»
C. Los criados y los guardias hablan encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
Jesús le contestó:
+ «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho».
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?».
C. Jesús respondió:
+ «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?».
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.
¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy
C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
S. «¿No eres tú también de sus discípulos?».
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No lo soy».
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. «¿No te he visto yo en el huerto con él?».
C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.
Mi reino no es de este mundo
C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?».
C. Le contestaron:
S. «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos».
C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley».
C. Los judíos le dijeron:
S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie».
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. Jesús le contestó:
+ «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mi?»
C. Pilato replicó:
S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
C. Jesús le contestó:
+ «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
C. Pilato le dijo:
S. «Entonces, ¿tú eres rey?».
C. Jesús le contestó:
+ «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».
C. Pilato le dijo:
S. «Y, ¿qué es la verdad?».
C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
S. – «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».
C. Volvieron a gritar:
S. «A ése no, a Barrabás».
C. El tal Barrabás era un bandido.
¡Salve, rey de los judíos!
C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. «¡Salve, rey de los judíos!».
C. Y le daban bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. – «He aquí al hombre».
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!».
C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».
C. Los judíos le contestaron:
S. – «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios».
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asusto aún más. Entró otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
S. – «¿De dónde eres tú?».
C. Pero Jesús no le dio respuesta.
Y Pilato le dijo:
S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?».
C. Jesús le contestó:
+ «No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».
¡Fuera, fuera; crucifícalo!
C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. – «Si sueltas a ese, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César».
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía.
Y dijo Pilato a los judíos:
S. «He aquí a vuestro rey».
C. Ellos gritaron:
S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!».
C. Pilato les dijo:
S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?».
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. «No tenemos más rey que al César».
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Lo crucificaron, y con él a otros dos
C. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».
Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.
Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. «No escribas: «El rey de los judíos», sino: «Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos»».
C. Pilato les contestó:
S. – «Lo escrito, escrito está.»
Se repartieron mis ropas
C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca».
C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica» Esto hicieron los soldados.
Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre
C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
+ «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
C. Luego, dijo al discípulo:
+ «Ahí tienes a tu madre».
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Está cumplido
C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo:
+ «Tengo sed».
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+ «Está cumplido».
C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
Al punto salió sangre y agua
C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran, Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron».
Envolvieron el cuerpo de Jesús en los lienzos con los aromas
C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nícodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Palabra del Señor.

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Fuente inagotable.

Este es el Sacrificio que el Señor nos entrega, fuente inagotable de gracias para nosotros. Nos entrega el culmen de la Caridad. El don ofrecido al Padre al que Él corresponde con la Vida, con la Redención. Poderosa ofrenda y poderosa respuesta. Como para no confiar en el poder del sacrificio de Cristo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Lucas: Por el poder de la redención, el Señor me ha entregado la vida eterna. Impresionante.
Almudena: Impresionante. Que sepamos aprovechar ese poder ofreciéndonos a participar de Su Sacrificio. Las consecuencias son inabarcables.

Madre,

Acoge nuestro sacrificio para presentárselo al Padre y hacer eficaz el poder de la Redención. Alabado sea el Señor que nos da tal grandeza.

¡Incontestable! Comentario para Matrimonios: Juan 13, 1-15

EVANGELIO

Los amó hasta el extremo.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».
Jesús le replicó:
«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dice:
«No me lavaras los pies jamás».
Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dice:
«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dice:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

Palabra del Señor.

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¡Incontestable!

El Señor, toma la condición de esclavo de los hombres. ¡Mi esclavo! Para, haciéndose servidor de los hombres, hacernos a nosotros dioses. Si Dios sirve al hombre, los hombres adquieren dignidad de dioses. Somos totalmente indignos y eso es lo que experimenta Pedro, pero Él quiere hacernos dignos y es lo que le responde Jesús: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
El Señor conquista mi corazón a base de entregarse y entregarse, y más y más… Su entrega se hace irresistible a mi corazón, hasta que lo doblega. Es como la fuerza de la gravedad del Amor. Tanto me ama, tanto se entrega, tanto se somete, tan grande es Su sacrificio, que no puedo evitar enloquecer por Él. ¿Y qué me pide a cambio? Que le ame amando a mi esposo, que le sirva como Él me ha servido a mí. ¿Porque se lo merece? No. Porque Dios ha querido hacerlo merecedor de Su entrega a través de mí. Así ama Dios. ¡Brutal! Un amor ¡Incontestable!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Laura: Es que siento que mi esposo me ama poco.
Matrimonio Tutor: Pues entrégate tú más.
Laura: ¿Y él?
Matrimonio Tutor: Derrite su corazón a base de tu entrega. Es lo que el Señor quiere darle a través de ti. Él quiere manifestar Su amor a través de ti.
Juanjo (esposo de Laura): Es que está todo el día corrigiéndome. Nada le parece bien.
Matrimonio Tutor: Pues ámale tú más. Demuéstrale que ella es lo más importante para ti.
Juanjo: Es que su actitud hace que me distancie de ella, que se me quiten las ganas de estar con ella.
Matrimonio Tutor: Eso es porque tienes que entregarte más. Tienes que conquistar su corazón a base de entregarte tú. Así quiere el Señor conquistar su corazón, así conquista el tuyo.
Haced vuestro amor ¡Incontestable!

Madre,

Tú estuviste junto al Maestro del Amor. Tú aprendiste a amar en primera fila. Haz lo que tengas que hacer en nosotros, pero enséñanos a amar como Él. Alabado sea el Señor que ha conquistado mi corazón “por goleada”.