EVANGELIO
El Hijo del hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregarlo!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
– «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
– «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó:
– «ld a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis y decidle: «El Maestro dice: Mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos»».
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
– «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».
Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
– «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió:
– «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, más le valdría a ese hombre no haber nacido».
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
– «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió:
– «Tú lo has dicho».
Palabra del Señor.
1er anuncio en Ceuta: A cargo de José Luis y Magüi el 19 de abril a las 20h en la parroquia de Ntra. Sra. del Valle (Calle Brull 20)
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Actitudes de poder.
Judas esperaba un Mesías a su manera, y se encuentra otra actitud. Jesús no salva a costa de una fuerza mayor que domina a los demás, sino por el camino de la obediencia, la humillación y la muerte. Por eso Judas lo entrega, supongo que esperaba que Él reaccionase cuando se viese apresado. Pero no.
Si intento que Dios se amolde a mis criterios, me voy a equivocar. Tengo que dejar a Dios ser Dios y obedecer yo a Su plan. Lo mismo le ocurre a Pedro, que, con buena intención, pero intenta manipular el plan de Dios.
Cristo salva a través del dolor y de la traición de su querido apóstol.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Alfonso: Cada vez lo veo más claro. El poder de Dios no se ejerce igual que el poder mundano. Las veces que he intentado imponerme por la fuerza o forzar un cambio en ti, han salido mal, y yo he perdido mi dignidad pecando. En cambio, cuando movido por el Espíritu Santo he puesto Su amor y misericordia, es cuando los efectos han sido buenos para ambos.
Clara: Hay una obstinación dentro de mí, que me empuja a intentar cambiarte. Está disfrazada de bien. Experimento la falsa tentación de que así te estoy ayudando. Pero es cierto lo que dices. Mi experiencia es que el resultado no es bueno en absoluto, cosa que también te achaco a ti, con lo cual, crece mi necesidad de hacerte cambiar y crecen mis quejas hacia ti. Además, te empujo a alejarte de mí, lo cual empeora aún más las cosas. Necesito un cambio en mi relación contigo. Necesito pasar de la ofensiva y la defensiva a la paz de Dios.
Alfonso: Qué bueno eso. Es nuestro no a nuestra guerra particular, que sólo genera víctimas. Es el “estoy dispuesto a entregarme por ti, unido a Cristo” lo único que salva. Es Su poder redentor.
Madre,
Qué dura tuvo que ser la traición para el Señor. También nosotros a veces traicionamos el compromiso matrimonial que adquirimos porque no nos entregamos en lo bueno y en lo malo. Nos arrepentimos como Pedro, Madre. No queremos ofender más el Corazón de Cristo. Alabado sea por siempre.