EVANGELIO
Si quieres, puedes limpiarme.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 1-4
Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:
«Señor, si quieres, puedes limpiarme».
Extendió la mano y lo tocó, diciendo:
«Quiero, queda limpio».
Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo:
«No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Palabra del Señor.
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Tu sacerdote lo necesita.
Para nosotros es importante rodearnos de buenos sacerdotes. Nos ayudan mucho con su ministerio. Pero no debemos olvidar que también nosotros les ayudamos a ellos, principalmente con nuestro testimonio de amor y fidelidad. Hacerles partícipes de la obra de Dios en nosotros les ayuda a fortalecer su fe, les ayuda y les anima en su labor pastoral porque también ellos dedican su vida principalmente a las familias, ya que somos una mayoría muy amplia de la feligresía. Sí, los sacerdotes necesitan de nuestro testimonio para fortalecer su vocación. El Señor hoy nos insta a que compartamos con ellos lo que Él va haciendo en nuestro matrimonio.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Sacerdote: Después de haber oído vuestro testimonio, tengo que reconocer que si yo os hubiese conocido cuando estabais en crisis, os habría aconsejado la separación. Me maravilla ver cómo Dios, la caña cascada no la quiebra, sino que lo hace todo nuevo.
Matrimonio: Sí. Algunos sacerdotes nos aconsejaron la separación, pero el Espíritu Santo une, no separa. Su misión como sacerdotes no es bajarnos de la cruz, sino enseñarnos a amar en ella. Así daremos testimonio como cristianos, a nuestros hijos y a muchos a nuestro alrededor. Gracias por su humildad, padre. Y gracias por acoger el don. Nosotros también necesitamos sacerdotes fieles a la doctrina, fieles a Cristo. Sacerdotes de oración.
Madre,
Envíanos siempre sacerdotes santos, como los que estás llamando para este Proyecto tuyo, y haznos también mediaciones para colaborar en su santidad. Damos gracias a Dios por el don de los sacerdotes. Alabado sea por siempre.