EVANGELIO
Lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo con ellos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».
Palabra del Señor.
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La puerta de la plenitud.
Hay personas que no están abiertas a escudriñar y saborear la verdad. Ante el Evangelio se comportarían como se comportaría un cerdo ante las perlas. Las despreciaría, porque no es capaz de descubrir su valor.
El hedonismo incita a huir del dolor, lo de la puerta estrecha no es apreciable. Lo de la cruz, está mal visto. Y sin embargo, “no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Es la puerta de la plenitud del amor verdadero.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Marta: Pepe, vente a rezar conmigo.
Pepe: María, estoy muy cansado, reza tú por los dos.
Marta: (Al día siguiente) Pepe, ¿Por qué no te vienes a la Eucaristía conmigo antes de ir al trabajo?
Pepe: María, ya voy los domingos ¿Es que no es suficiente? Tú te estás obsesionando un poco, me parece a mí.
Marta: (Esa misma noche) Pepe, te veo muy agobiado, como nervioso, irascible.
Pepe: Tengo muchas responsabilidades encima. Ahora hay un cliente que no paga… y no voy a llegar a los objetivos…
Marta: Pepe, si rezaras, todas estas cosas no te influirían tanto, te ocuparías, pero no te preocuparías tanto.
Pepe: Tonterías… no tengo tiempo para eso. Duérmete que yo necesito relajarme un rato más viendo la tele.
(Dos meses más tarde, acuden a un retiro de Proyecto Amor Conyugal y…)
Pepe: Perdóname, Marta. Siempre has estado detrás de mí para que le diese valor a lo verdaderamente importante y no te he hecho caso.
Marta: No te preocupes, Pepe, lo entiendo. Estabas cerrado a entender, pero Dios busca sus momentos para volver a llamarte.
Pepe: Desde que rezamos juntos, te veo más hermosa, experimento que nuestra unión es mucho más importante que todo lo demás. Quiero luchar por nuestro matrimonio, quiero esforzarme más para llegar contigo a la plenitud. Por favor, sigue acercándome a Dios aunque yo me resista.
Marta: ¡Hecho! ¿Un rosario?
Pepe: Uf… Vaaleee…
Madre,
Una vez que saboreamos el amor de Dios, ya no queremos otra cosa, todo lo estimamos basura, como decía San Pablo. Es tan grande, tan hermoso, tan firme… Alabado sea nuestro Señor, que nos amó hasta el extremo. A Él consagramos nuestra unión de esposos. Gloria a Dios.