Archivo por meses: abril 2021

Cuestión de paciencia. Comentario para Matrimonios: Juan 6, 16-21

EVANGELIO

Vieron a Jesús caminando sobre el lago.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 16-21

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.
Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

Palabra del Señor.

 

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Cuestión de paciencia.

Por mucho que nos preocupemos en cientos de situaciones, luego pasan y acabamos tocando tierra. ¿Para qué turbarse? Cristo está entre nosotros, y Su Palabra no pasa. ¿Nos turbaremos también cuando algún día le veamos? Nos turba lo circunstancial y nos turba lo eterno. Parece que somos demasiado “pasionales” y por eso, queremos que el Señor se suba a nuestra barca para sentir el consuelo y que nos reconforte. Andamos demasiado centrados en nuestros problemas pasajeros pero ¿Quién se ocupa de reconfortar al Señor? Remar, esto es lo que tenemos que hacer. Remar con paciencia.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: Echamos la mirada atrás y me doy cuenta de que en esas dificultades que hemos vivido hemos experimentado la prueba de nuestro amor. La diferencia está en si esas dificultades nos han unido para remar juntos o nos han separado, porque las pruebas que no hemos separado juntos, volverán.
Marta: Sí. Ante las que nos quedan pendientes, me pregunto si he remado a fondo para superarlas o me he acomodado en mi manera de verlas o en mis criterios. Lo que es seguro es que, también estas dificultades que tenemos pendiente resolver, son para crecer en nuestro matrimonio.
Pedro: Como decía el Padre Pío: “Bendita la crisis que te hizo crecer, la caída que te hizo mirar al cielo, el problema que te hizo buscar a Dios». Pedimos al Señor que las crisis que vivamos no sean para mirarme a mí mismo, mis derechos y mis reclamos, sino para remar, crecer y mirar al cielo.

Madre,

Rezamos con Santa Teresa: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: Sólo Dios basta. Amén.

Pobre amor. Comentario para Matrimonios: Juan 6, 1-15

 

EVANGELIO

Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?».
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Palabra del Señor.

 

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Pobre amor.

Puede que el ambiente entre nosotros esté enrarecido. Me puedo haber visto afectado negativamente por un montón de situaciones que se agolpan en mi cabeza y a las que no dejo de darle vueltas pensando en mi interior: “No es justo que diga eso de mí”, “¿Cómo puede ser que me vea tan mal?”, “No valora nada de lo que hago”, etc, etc, etc.
Es el momento de dejar de mirarme y lamentarme para recurrir a la Sobreabundancia Divina. Él me sacará de esa oscuridad, y me saciará con Su amor, si pongo el nuestro. Es el momento de salir de mí, para entrar en ti. Contemplo a Dios, contemplo Su grandeza, sirvo a mi esposo, contemplo todo lo bueno y bello que Dios me ha dado en él/ella.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juanjo (El esposo): Hemos ido entrando en una especie de espiral oscura que me ciega, me entristece y no veo la luz.
Matrimonio Tutor: Pero Jesús nos mira y ve que tenemos hambre, y va a hacer lo que sea necesario para saciarla. ¿No será el momento de dejar de centrarme en mí y darle vueltas a la cabeza para ver salir de mí y amar? El demonio quiere que nos centremos en nosotros mismos y por eso nos pone esos pensamientos recalcitrantes. Es el momento de confesarse para recibir la gracia y emprender un camino de salir de mí.
Tere (La esposa): Quizás es el momento de recostarse en el césped y esperar a que Él llene el vacío de nuestros corazones con Su poder.
Matrimonio Tutor: Efectivamente, Tere. Es el momento de mirar al cielo y pedírselo, con humildad: “Señor, no podemos, no tengo con qué alimentar el corazón de mi esposo, mi ‘churro’ de amor no le satisface. Pero voy a poner todo de mi parte. Ayúdame tú.”
Juanjo: ¿Y eso va a sacarnos de esta situación? No lo veo.
Matrimonio Tutor: Ya sabemos que es complicado verlo, porque es algo sobrenatural, pero tú hazlo. Confiésate, contempla a Dios, su grandeza, todo lo bueno que te ha dado, contempla los dones de tu esposa y repítetelos. Qué maravillosa es, cuánto trabaja, cómo me ayuda a ser más sociable, cuánto se entrega… Al principio te costará. Pero pídele ayuda al Señor, pon de tu parte y verás como Él te ayuda a ver todo lo bueno y bello que hay en tu esposa y en tu matrimonio. Él siempre bendice (dice bien) a los demás.

Madre,

Madre hoy me uno al muchacho, que con su comida parecía tener muy poco que ofrecer; pero haciendo pasar lo que él tenía por Jesús, alimentó a una multitud. Madre te entrego mi debilidad, mi incapacidad para amar… para que se lo ofrezcas a Jesús, porque sí quiero al esposo que me has dado, pero quiero hacerlo mejor. Que no se pierda nada de lo que me entregáis, Madre, protégelo. Alabado sea el Señor por Su generosidad Sobreabundante.

¿Cuál es mi dieta? Comentario para Matrimonios: Juan 3, 31-36

EVANGELIO

El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 31-36

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Palabra del Señor.

 

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¿Cuál es mi dieta?

Estamos inmersos en la moda de cuidar el cuerpo y prácticamente todo el mundo cuida muchísimo su alimentación. Pero ¿Y el alimento del alma? ¿Qué dieta espiritual sigo? Si me alimento del mundo viviré “de tejas para abajo” y tendré unas aspiraciones raquíticas. ¡Qué vida más pobre!
No puedo hablar de las cosas de Dios ni vivir las cosas de Dios si no las recibo de Él. Sin comunicación con Él no puedo entender Sus cosas. A veces me parecerán disparatadas, o imposibles, o seré incapaz de descubrir su grandeza y su belleza. Puede que las cosas de Dios, lo más grande, lo más hermoso que existe, me parezcan un aburrimiento o un rollo.
Lo que tengo que recibir de Dios fundamentalmente es ese inmenso Amor de comunión que viven Ellos en Sí mismos. Ese es nuestro motor, nuestro origen. Pero para acogerlo tengo que tener el corazón abierto. El que acoge a Dios habla de las cosas de Dios y actúa como Dios, en Su nombre, y eso está muy por encima de cualquier otra misión de este mundo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carmen: Hoy he estado hablando con mi madre. Pedro, únete conmigo para pedir por ella y por la familia de mi hermana. Mi madre me estaba diciendo que mi hermana debe separarse, que no debería consentir seguir viviendo con un hombre así… ¡Es tremendo! Pero más grave aún es que se lo dice así a mi hermana. Lo que le faltaba ¿sabes? Que encima le empujen a separarse
Pedro: Tranquila cariño. Voy a unirme en esa oración contigo, para que el Espíritu Santo les dé luz. Le pedimos que les muestre la verdad del Evangelio, y que deseen seguir los caminos del Señor.
Carmen: Muchas gracias Pedro. Cuánto te lo agradezco porque sé que es la única solución. También intentaré ayudar al Señor como instrumento Suyo. Hablaré con mi hermana, y le invitaré a un retiro de Proyecto Amor Conyugal para que se pongan a tiro de lo que Dios ha pensado para ellos.
Pedro: ¡Genial! Tenemos un nuevo encargo de Dios. ¡A por ello!
Carmen: Te amo.

Madre,

Dame esa sed de Dios, esa mansedumbre de acoger su voluntad y la ilusión de ser un esposo que vive a Su servicio. Envíanos Su Espíritu Santo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Sana mis heridas. Comentario para Matrimonios: Juan 3, 16-21

EVANGELIO

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 16-21

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor.

 

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Sana mis heridas.

Me parece tan grande que Dios me ame tanto, que estoy convencido de que si tomase conciencia de verdad del grado de Su amor por mí, se sanarían todas mis heridas. Y de la misma manera ama así a mi esposo. Tomar conciencia de esto es vivir en el hogar de Dios, perteneciendo a la gran Familia de Dios. Estoy en Su casa, la casa en la que sólo puede amarse. Él ha compartido Su luz en mi corazón y gracias a eso, me acerco a ella.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Mercedes: (En oración con su esposo) Poco a poco voy tomando conciencia de lo amada que soy por ti, Señor, cómo has entregado Tu vida por mí y por nosotros, y cómo amas a nuestra familia. Estoy acogiendo todo lo que estoy escuchando en el Proyecto y me hace sentirme feliz, estar mejor y tener muchas ganas de acercarme a la Luz.
Antonio: Sí, yo también lo estoy experimentando, Señor, y aunque hay muchas cosas que aún no las hago bien, pero me gusta acercarme a escuchar Tu Palabra y tengo Esperanza.
Ambos: Te damos gracias Señor porque nos sentimos salvados. Confiamos en ti y en que irás sanando todas estas cosas que nos faltan para transmitir Tu Gloria.

Madre,

Nos consuela este Evangelio de hoy. Pensar que es el Hijo de Dios quien tanto interés tiene en que me salve, me da mucha esperanza. No me siento capaz, pero confío en Él. Alabado sea el Padre por nuestro Señor Jesucristo en el Espíritu Santo. Amén.

Fruto de la docilidad. Comentario para Matrimonios: Juan 3, 5a.7b-15

EVANGELIO

Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 5a. 7b-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?»
Le contestó Jesús:
«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo; hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

Palabra del Señor.

 

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Fruto de la docilidad.

Me dice el Señor que quien nace del Espíritu no sabe de dónde viene ni a dónde va. ¿Estoy dispuesto a vivir así? Tengo tendencia a buscar la seguridad y a aferrarme a todo lo que me hace sentir que tengo el control. Sin embargo, lo más seguro es ser dócil al Espíritu. El razonamiento es obvio: Si controlo yo, los frutos serán los míos, los de la carne. Cuando me dejo llevar por Él, cuando acepto las situaciones que me voy encontrando como aquellas que el Espíritu quiere que viva, mi vida cambia. ¿Habrá una vida más hermosa que la que el Espíritu quiere que viva?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Matrimonio Tutor: Marisa, ¿por qué quieres que tu esposo cambie? ¿Y si dejas a Dios ser Dios?
Marisa: Estoy segura de que Dios no quiere que mi esposo sea un egoísta.
Matrimonio Tutor: Nosotros también, Marisa, pero ¿crees que Dios quiere que tú respondas a su egoísmo de esa manera? ¿Crees que si no actuamos con las armas del Espíritu, podrá actuar el Espíritu a través de nosotros? Hay que tener en cuenta que, ni tú ni nosotros tenemos ningún poder para que tu esposo cambie. ¿No te parece?
Marisa: Eso parece. Llevo 25 años con él y nada…
Matrimonio Tutor: Dice el Señor que el que nace del Espíritu no sabe ni de dónde viene ni a dónde va. Puede que te desesperes por empeñarte en ir por un camino equivocado que acaba no funcionando. ¿Por qué no pruebas a llenarte del Espíritu Santo y dejar que actúe. Relájate, Marisa, Él sabrá qué hacer. Confía.
(Al cabo de unos meses)
Matrimonio Tutor: Antonio, ¿cómo va la cosa entre vosotros?
Antonio (esposo de Marisa): La verdad, estoy muy sorprendido, descolocado. Mi esposa tiene una paz que no tenía antes. Y el caso es que me la transmite. Estoy empezando a ir a la Eucaristía diaria con ella, porque desearía vivir el cambio que ella está viviendo. El otro día me di cuenta de que estoy demasiado centrado en mí mismo…
(Y el milagro se produjo, porque Él lo hizo)

Madre,

El Padre que nos ama, nos envía Su Espíritu para que nos guíe por el mejor camino. Sin duda, desea que lleguemos a la gloria. ¿Por qué no dejar a Dios ser Dios? Madre, sigue guiándonos, mostrándonos el precioso camino de la humildad, de la docilidad, del aprendizaje, de la conversión. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.