Archivo por meses: diciembre 2020

Esposos que bailen. Comentario para Matrimonios: Mateo 11, 16-19

EVANGELIO

No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«¿A quién se parece esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:
“Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

Palabra del Señor.

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Esposos que bailen.

Si no vivo según lo que pienso, acabo pensando según como vivo. En el matrimonio, cuando no respondo a la llamada a la santidad que Dios me hace, me sumerjo en una queja constante, porque no experimento una vida que me satisfaga. Así que, echo la culpa de mi insatisfacción a mi esposo. No puedo conformarme con una fe de estantería ni con un matrimonio de “vivir bajo el mismo techo y compartir unos hijos”. Mi fe es para vivirla en mi matrimonio y en mi familia. Mi fe tiene que dinamizar ese matrimonio que no baila, y llenarlo de esperanza y caridad..
San Juan Pablo II nos pone metas altas, habla por ejemplo de “la plenitud de la intimidad de las personas”. ¿Trabajamos para conocernos a la luz del Espíritu Santo, en la verdad de lo que somos para alcanzar la plenitud de esa intimidad? Ahí encontraremos la paz, la estabilidad. ¡Queremos de eso!, hemos sido creados para eso. ¡Esposos! San Juan Pablo toca y no bailamos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paco: ¡Uy! De santidad en el matrimonio no me hables, que yo no tengo madera de santo. Eso no es para mí. Yo poco a poco, a mi ritmo.
Marta: Paco, todos estamos llamados a la santidad. Tú y yo también. No rebajemos el listón, no rebajemos nuestra vocación a una mera convivencia cargada de tareas cotidianas. Dios nos llama a algo grande, creativo, ilusionante. Exigente, sí, pero porque tiene un valor inmenso.
Paco: Me lo estás vendiendo muy bien, pero luego, a ver quién es el guapo que lo vive…
Marta: Si te cierras, seguro que no lo vivimos. ¡Abrámonos al poder del Espíritu! ¡Creamos que para Él es posible!, dejémonos hacer.
Paco: Nos ayudamos ¿Vale?
Marta: Trato hecho. A tope los dos confiando en la Gracia.
(Paco y Marta llegaron a vivir lo que nunca hubieran imaginado que fuera posible vivir. Era el hermoso plan de Dios para ellos.)

Oración:

Señor, envíanos tu Espíritu. Que Tu carne nos dé la fuerza y Tu sangre nos purifique. ¡Prende fuego en nuestros corazones! No queremos vivir un sucedáneo de matrimonio. Queremos ser “discípulos de la sabiduría”. San Juan Pablo II, ruega por nosotros.

¿Inferior? Comentario para Matrimonios: Mateo 11, 11-15

EVANGELIO

No ha nacido uno más grande que Juan el Bautista.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 11-15

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista, hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos que oiga».

Palabra del Señor.

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¿Inferior?

Cualquiera que viera a Juan el Bautista, vestido con pieles de camello y cuerdas, y alimentándose de saltamontes, no pensaría que era el hombre más grande nacido de mujer. Quizás pensaría que es un loco o un mendigo y le miraría con desprecio. Sin embargo, era el precursor del Mesías, ni más ni menos.

No debo juzgar a las personas por lo que ven mis ojos, puede que Dios les haya asignado una misión grande y, aun viendo signos que les hagan parecer inferiores, estén en realidad muy por encima de mí. Juzgar a alguien como inferior, es hacer violencia contra el cielo. Esto me lo debo aplicar especialmente con mi esposo, que ha sido creado para una misión grande, para ser digno de ser esposo a imagen del Esposo, digno de un amor de comunión a imagen de la Santísima Trinidad, digno de ser redimido por Cristo a precio de Su sagrada Sangre, digno de ser hijo de Dios, heredero de toda su grandeza, su bondad y su poder, y digno de ser templo del Espíritu Santo. Este es el designio de Dios para él/ella. Puede que las apariencias me engañen, pero… ¡Ante quién estoy!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marga: Muchas veces te he mirado con desprecio. Te veía inferior, porque eres menos ágil de mente, no eres muy profundo… Pero el Señor, en la oración, me ha hecho ver lo importante que eres para que Su plan se haga realidad en nuestras vidas. Tengo que aprender mucho de ti, de tu paciencia, de tu mansedumbre, de tu docilidad para obedecer. De cara al mundo puede parecer que yo valgo más, pero Dios me ha mostrado que para Él tú vales mucho. Por ello, te pido perdón, Rafa. Espero tratarte en el futuro de acuerdo a la dignidad que Dios te ha otorgado.
Rafa: Te perdono, Marga, y me admiro de tu humildad. Pocas personas serían capaces de decirle esas palabras a sus esposos respectivos. A mí el Señor me hizo ver que sólo contigo podré llegar hasta Él. Eres lo más importante para mí. Te amo.
Marga: Te amo.

Madre,

Quiero dar gracias al Señor, por darme a alguien tan grande para compartir mi vida con él/ella. Te pido que, a partir de ahora, no le valore por lo que veo sino por el plan que tiene Dios para él/ella no solo ahora, sino también cuando llegue al cielo, donde será más grande que el más grande de la tierra. Ese es el destino que tienes pensado para mi esposo. Alabado seas, mi Señor.

Permeable. Comentario para Matrimonios: Mateo 11, 28-30

EVANGELIO

Venid a mí todos los que estáis cansados.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30

En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

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Permeable.

Antes me sentía cansado de luchar en mi matrimonio. Mi yugo era demasiado pesado para cargar con él. Antes estaba agobiado por la vida, las prisas, las autoexigencias… Demasiadas cargas. Pero me encontré con Cristo. No sabría decir qué ha pasado exactamente, no es explicable por ningún fenómeno tangible o medible, pero ahora mi yugo es llevadero e incluso deseable y hermoso, y mi carga es ligera.

El yugo que llevaba estaba sobrecargado por el orgullo, que me impedía ver la belleza y la grandeza del matrimonio. Si me resisto a las leyes que Dios puso en mi matrimonio, vivo un agobio constante. Si Cristo me va haciendo manso y humilde de corazón, descubro que mi yo se hace permeable al Espíritu Santo. ¿Y qué hace en mí?
– Caridad: La clave de todo. Me va enseñando a amar.
– Gozo: Es una alegría interior que se contagia.
– Paz: La que da el descanso en la voluntad de Dios.
– Paciencia, mansedumbre y longanimidad: Que permite mantener el ánimo arriba, sin quejas, frente a los sufrimientos físicos y morales, sin rencores frente a los agravios de los demás y seguros de que alcanzaremos aquello que Dios quiere para nosotros.
– Benignidad y bondad: Queriendo siempre el bien para los demás.
– Fidelidad: Esa base segura que permite construir un amor.
– Dominio de sí: Para que mis pasiones y deseos no me separen de la voluntad de Dios, lo que Él ha pensado para mí, que es lo mejor que me puede pasar.
Entonces mi alma, encuentra descanso.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Diario de Pedro: Me he puesto ante el Santísimo y he dejado que me llene de su Paz. He vuelto a casa y me he sentado a escuchar a mi esposa deseando transmitirle algo de la paz que había recibido. Ella estaba un poco alucinada con mi actitud de escucha y el interés que mostraba con ella, hasta que le he explicado que venía de estar ante el Santísimo, y entonces lo ha comprendido. Era Dios el que me había infundido esa paz. Lo que más le llamaba la atención es que me estaba transmitiendo quejas sobre mí, y en lugar de responderle con agresividad, estaba totalmente centrado en comprenderla. Yo también estaba sorprendido, porque sus palabras hirientes no me hacían daño, parecía como si rebotaran en una capa que impedía que penetraran en mi corazón.
Mientras hablábamos, nos entretuvimos y se quemó la cena, así que a mitad de la conversación tuve que bajar a comprar unas hamburguesas. Me sentó fatal, porque estaba muy cansado y además estaba lloviendo a todo llover, me estaba empapando, pero en ese momento, me planteé que si Dios lo había querido, yo también. Así que lo llevé con muchísima paz por saber que era Su voluntad. No me iba a quejar encima de lo que había recibido aquella tarde.
Cuando llegué a casa y creía que aquel día estaba siendo superado, ella retomó la conversación conmigo, y me puse nervioso porque se estaba haciendo demasiado tarde para los niños. Así que dejé de escuchar y no paraba de mirar el reloj. Me preguntaba: Esta mujer ¿No se da cuenta de la hora que es? Además se estaban enfriando las hamburguesas… así que perdí toda la paz que había recibido. Ella se enfadó porque había dejado de prestarle atención. Entonces le pedí perdón, y recuperé la paz. Después de cenar, hemos seguido hablando y ella ha recibido de mí la Paz que Dios le quería transmitir.

Aquella noche, Pedro y su esposa se quedaron dormidos abrazados.

Madre,

La mansedumbre y la humildad, qué dos grandes pilares para el matrimonio. Esa apertura a todo lo que viene, con alegría, ese deseo de aprender del otro, reconocer que estoy en construcción, saberme pequeño, necesitado… En este adviento, contemplamos a Dios hecho Niño, y aspiramos a eso, a hacernos niños con Él. Hoy contemplamos la cuna vacía del Belén, deseando verla ocupada por el Salvador envuelto en pañales. Amén.

Un gozo eterno. Comentario para Matrimonios: Lucas 1, 26-38

EVANGELIO

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor.

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Un gozo eterno.

¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo! Son palabras de enorme gozo para toda la eternidad. Bendita seas Madre y bendito el fruto de tu vientre. Dios tenía un proyecto de Amor para la humanidad, Adán y Eva rompieron la alianza con Dios. Pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia y Dios anuncia un plan de salvación.

Hoy celebramos el día de la Inmaculada Concepción de María. Ha habido dos inmaculadas en la historia de la humanidad: Eva y María. La primera quiso determinar lo que está bien y lo que está mal por sí misma, como si fuera Dios. La segunda dice que sí al plan de Dios sin entenderlo ni conocerlo. El sí de María no es un sí a lo que estaba ocurriendo en el momento, sino un sí a todo lo que pudiera venir en el futuro. Un sí a lo desconocido en una plena confianza en Él.

Señor, nosotros también hemos dicho “sí” a la llamada que nos habéis hecho, a nuestra vocación como esposos cristianos, y tampoco controlamos el futuro, ni el propio ni el de nuestro esposo, pero hemos dicho sí para toda la vida confiando en Ti. Gracias por darnos una Madre que nos enseña y nos lleva de la mano hacia el gozo eterno.

Aterrizado a la vida matrimonial:

María: A vosotros os llamo a un Proyecto de Amor para matrimonios y familias. Os necesito para recuperar la verdad del matrimonio como Dios lo pensó.
Matrimonios de Proyecto Amor Conyugal: Madre, si nosotros somos muy poca cosa, y nuestro matrimonio es muy frágil.
María: Creed y confiad. Yo estaré con vosotros y mi Proyecto se hará grande. Hay muchos esposos sufriendo y necesitan que les acoja en mis brazos maternales.
Matrimonios: Aquí estamos los esclavos de la Esclava del Señor.

Madre,

Te hemos dicho “sí” y hemos dicho “sí” a Proyecto Amor Conyugal, Tu Proyecto para Matrimonios. Hemos confiado nuestro futuro en Tus manos, Madre. No somos dignos de esta misión tan importante, que nos supera. Pero estamos encantados de trabajar para ti ¿Qué puede haber más hermoso? Hoy nos unimos a Ti en la Anunciación y, a tus pies, nos adherimos a Tu respuesta confiada a Dios. Gracias Bendita Madre por contar con estos matrimonios que te hemos dicho sí. Amén.

Somos camilleros. Comentario para Matrimonios: Lucas 5, 17-26

EVANGELIO

Hoy hemos visto maravillas.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 17-26

Un día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones.
En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo:
«Hombre, tus pecados están perdonados».
Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos:
«¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?».
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo:
«¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil: decir «Tus pecados te son perdonados», o decir “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados – dijo al paralítico -: “A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».
Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios
El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían:
«Hoy hemos visto maravillas».

Palabra del Señor.

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Somos camilleros.

Me pregunto por los méritos de aquel paralítico. Le llevan otros, Jesús le perdona por la fe de los que le llevan y después lo cura para darles una enseñanza a los fariseos. El beneficiario era él, que no había tomado parte en nada. No sabemos ni siquiera si tendría fe.
Este es el poder de la intercesión. Así, como los camilleros, llevamos nosotros a los matrimonio tutelados. Así me dejo yo también llevar por las personas que me quieren, en especial por mi esposo. Y me lleva con su oración todos los días ante el Señor. Ya no tengo miedo, ni desesperanza, porque el Señor no me va a dejar así, no me va a dejar paralizado. Cuando me ve delante de Él tan necesitado, seguro que se compadece de mí y en su momento, cuando considere, me sanará. En cada confesión me dice: “Tus pecados están perdonados”, y estoy seguro de que algún día, cuando Él considere, me dirá: Ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa. Hoy descanso pensando en ese día, porque sé que llegará.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paco: Cariño, ¿puedo pedirte un favor?
Ana: ¿Qué necesitas?
Paco: Necesito que seas mi camillera y durante un tiempo centres tus oraciones y toda tu fe en pedirle al Señor que me sane de este pecado que tengo de soberbia. Hace que muchas veces te responsa mal y hiera tu corazoncito sensible.
Ana: Vale. Cuenta con ello.
Paco: ¿No te olvidarás? ¿lo vas a hacer?
Ana: A diario y con toda mi fe y ofreciendo todos mis sacrificios.
Paco: Por tu fe, me salvará el Señor. Gracias Ana. Alabado seas Señor.

Madre,

El Señor se compadece de nosotros siempre. Tengo que tener esperanza, seguir luchando, rezar, pedir que recen por mí… y Él lo hará posible. Él me sacará de mis pozos, de mis oscuridades y ayudaré a mi esposo a que salga de los suyos. Tenemos que ser camilleros el uno del otro. Alabado sea el Señor que no defrauda nunca. Amén.