Archivo por meses: noviembre 2020

Aprendo a recibir. Comentario para Matrimonios: Lucas 17, 11-19

EVANGELIO

¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19

Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«ld a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

Palabra del Señor.

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Aprendo a recibir.

El agradecimiento es la relación normal que debe haber entre el bienhechor y el beneficiario. ¿Qué otro tipo de relación debería tener con Dios? Me pregunto cuántas veces no soy agradecido, cuando debería estar constantemente en esa actitud. Pero a agradecer, también se aprende. ¿Cómo? Aprendiendo a recibir. Hay gente a la que no apetece darle nada porque se sabe de antemano que te lo van a rechazar o no van a valorar lo que les des, y puede que esta sea mi actitud con Dios. Puede que esté más pendiente de los “peros” que pongo a lo que me ha dado, que del enorme valor de lo recibido. De hecho, ahí está el origen de todo pecado, “el valor no bastante apreciado” como decía San Juan Pablo.

Pero hoy quiero repasar la lista de lo recibido, Señor. Es interminable. ¿Qué hay en mí que no haya recibido? Y estoy tan contento con la vida, con el esposo que me has dado, con mis hijos, con la gente que me quiere, con lo que tengo, con lo que me espera, con Tu promesa… En esto de aprender a recibir, tengo que seguir mejorando. Alabado seas por siempre, Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Jorge: Me quedé tan sorprendido de verlos tristes. Los dos jóvenes, sin apuros económicos, es más, bastante holgados. Físicamente bien parecidos, con varios hijos súper majos, su buena casa… Los dos personas profundas, cristianos, etc. Y son unos desgraciados.
Marga: Pues no lo entiendo. Que me dejen a mí en su lugar.
Jorge: ¿Ves? A esto me refiero. Tú estarías dispuesta a cambiarte por ellos ¿Por qué? ¿No valoras lo que tenemos?
Marga: Sí, pero a nosotros no nos sobra el dinero.
Jorge: ¿Y qué? La gente que lo tiene no es feliz tampoco. Si te habitúas a la abundancia, dejas de apreciarla y encima, sucumbes cuando falta. Porque a la escasez, parece que no hay manera de habituarse, aunque tiene su lado muy bueno. Tenemos que aprender a dar gracias constantemente. No verás triste a nadie que dé las gracias. No verás quejoso a nadie que dé las gracias. No verás prepotente a nadie que dé las gracias. A lo mejor es esa actitud de agradecimiento la que nos hace vivir felices ¿No te parece?
Marga: Qué importante lo que dices. Pues tienes razón. A partir de hoy, voy a dar constantemente las gracias a Dios y a ti, por todo lo que me dais.
Jorge: ¿Sabes a dónde te llevará eso además de a la alegría?
Marga: No.
Jorge: A la humildad.

Madre,

Ahora entiendo por qué empiezas tu oración del Magníficat con esa frase: “Proclama mi alma la grandeza del Señor” Esa es tu actitud de agradecimiento que te llena el alma de alegría. Dame querida Madre el don de la gratitud, para que sepa siempre recibir como corresponde todo lo que Dios me da. ¡Gracias Señor! ¡Gracias! Alabado seas por siempre.

Difícil equilibrio. Comentario para Matrimonios: Lucas 17, 7-10

EVANGELIO

Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 7-10

En aquel tiempo, dijo el Señor:
«¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando; le dice cuando vuelve del campo:
«Enseguida, ven y ponte a la mesa»?
¿No le diréis más bien:
«Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú»?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
«Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer»».

Palabra del Señor.

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Difícil equilibrio.

Lo que hacemos no es mucho, pero la misión en la que participamos es grande, porque es la historia de salvación de Dios en la que colaboramos. Con nuestro poco, Él hace mucho. Por eso, tenemos que ir muy ilusionados porque Dios ha querido contar con nosotros, pero no envanecernos de lo que hacemos, porque sería presuntuoso creer que sin la gracia podríamos hacer algo.
Es difícil mantener ese equilibrio de trabajar con los pies en la tierra y el corazón en el cielo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juan: Luis, ¿qué haces?
Luis: Colocando estas mesas para el retiro de matrimonios.
Juan: Carmen ¿qué haces?
Carmen: Preparando estas flores para que se sientan queridos los matrimonios que van a hacer el próximo retiro.
Juan: Alberto ¿Qué haces?
Alberto: Salvando el mundo.
Juan: Pero si estás colocando carteles para el retiro. ¿Por qué dices salvando el mundo?
Alberto: Yo hago mi servicio y Dios se aprovecha de mi granito de arena para salvar el mundo a través de la salvación de muchos matrimonios.
Juan: Con razón tienes esa alegría en la mirada. Gracias por la lección, Alberto.

Madre,

Que siempre actuemos en calidad de siervos inútiles en este Proyecto Tuyo. Te lo pedimos de todo corazón por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Unión de dos templos. Comentario para Matrimonios: Juan 2, 13-22

EVANGELIO

Hablaba del templo de su cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Palabra del Señor.

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Unión de dos templos.

¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?

Mi cuerpo es templo de Dios ¿Lo trato como tal? Mi esposo es templo de Dios ¿Lo trato como tal? Y la unión de ambos, se hace Sagrada ¿La trato como tal? Contemplo con qué seriedad defiende Jesús la casa de Su Padre, y cómo rechaza el mercadeo, que sea utilizado para beneficio de nadie. Veo ¡Hasta qué punto Cristo se enfada! Y comprendo la gravedad del asunto. Pero luego veo cómo, por su misericordia, nos levanta y nos restaura al tercer día.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: Ayer, te confieso que buscaba más mi placer que nuestra comunión. Por eso me sentó mal cuando me rechazaste. Te pido perdón, porque no preparé tu corazón previamente y fui un poco a lo mío, y después quería que te entregases a mí.
Marta: Te perdono. Ayer, te confieso que me centré más en mi estado de ánimo y en el dolor que sentía hacia ti, que en nuestra comunión. No tomé conciencia de tu enorme dignidad y de la sacralidad de la unión de nuestros cuerpos y no participé de nuestro sacramento. Te pido perdón por haberte rechazado.
Pedro: Te perdono. Hoy quiero preparar tu corazón para ese gran momento en que nos hacemos uno, y por eso he empezado pidiéndote perdón. Ahora quiero tratarte como mi princesa, como la hija del Rey durante todo el día según la dignidad que mereces.
Marta: Gracias, Pedro. Me ayudará a estar mejor dispuesta para ese gran momento en el que glorificamos a Dios con la entrega de nuestros cuerpos. Alabado sea el Señor.
(Aquella tarde, Pedro y Marta se hicieron una sola carne, un solo corazón y una sola alma y glorificaron a Dios que se hizo presente en su entrega conyugal)

Señor,

Quiero tener el celo que Tú tenías por las cosas del Padre, por todo lo sagrado, y especialmente por nuestro Sacramento del Matrimonio. Ayúdame a reconocer lo sobrenatural de nuestra unión para que sea un esposo auténtico y coherente con la grandeza de mi vocación. Hoy me comprometo a esforzarme por verte, Señor, en mi esposo y tener ese celo que Tú tienes por la casa del Padre, amándote Señor en él/ella.

¿Nos sorprenderemos? Comentario para Matrimonios: Mateo 25, 1-13

EVANGELIO

¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
«¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!»
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.”
Pero las prudentes contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
«Señor, señor, ábrenos.»
Pero él respondió:
«En verdad os digo que no os conozco.»
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Palabra del Señor.

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¿Nos sorprenderemos?

La liturgia identifica el aceite con la Sabiduría de Dios. Es la que alimenta la fe, luz brillante que nos lleva a la esperanza y de la esperanza a la caridad. Sabiduría es ese conocimiento profundo que viene de Dios y que nos va mostrando cómo hacer para vivir correctamente, el camino correcto hacia nuestra plenitud.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Jaime: Por favor, dejadme ya. Tengo 20 años, ya no soy un niño. Es mi novia, y nos queremos. Punto.
Rafael (Padre de Jaime): Jaime hijo. Tienes mucho que aprender todavía. El noviazgo es una etapa muy seria. No es para que estéis todo el día por ahí de juerga. No digo que no sea lícito que lo paséis bien, pero sobre todo, tenéis que prepararos para algo grande, que es el matrimonio. Tenéis que aprender a renunciar, a conteneros, a estar unidos en las dificultades, etc. Y todo eso os lo enseña Cristo y nos lo enseña la Iglesia. Si no aprendéis, llegarán los malos momentos y no sabréis salir adelante.
(15 años más tarde)
Jaime: Marisa y yo estamos mal. Hace tiempo que ni siquiera intimamos. No sé qué nos ha pasado, con todo lo que nos queríamos…
Rafael: Hijo mío, cuánto lo siento. Pero no te preocupes, esto tiene remedio. Es cuestión de que empecéis a construir las bases que no construisteis antes. ¿Quieres aprender?
Jaime: Yo sí. Ya he escarmentado. Le preguntaré a Marisa…
Marisa: Sí, Jaime. Lo estoy pasando realmente mal. No estamos unidos y no sé cómo arreglarlo.
Jaime: Pero hay que poner a Dios en nuestro matrimonio. ¿Estás dispuesta?
Marisa: Ya me agarro a lo que sea.
Rafael: Bendito sea Dios. Aprended sobre el matrimonio, que no sabemos amar. Ya veréis cuántas sorpresas os lleváis.
(Jaime y Marisa empezaron un itinerario de aprendizaje, y poco a poco, se les iba iluminando el camino, y su esperanza en su matrimonio iba creciendo, y su amor, también).

Madre,

Qué poco nos ocupamos de nuestra vocación. Y luego nos sorprendemos de que las cosas vayan mal, y nos quejamos. La culpa es nuestra, que no nos ocupamos de llenarnos de la Sabiduría de Dios, de Su revelación. Alabado sea el Señor que ha compartido su intimidad con nosotros. Amén.

Camino a la confianza. Comentario para Matrimonios: Lucas 16, 9-15

EVANGELIO

Si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 9-15

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él.
Y les dijo:
«Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios».

Palabra del Señor.

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Camino a la confianza.

Ser de fiar en lo poco, es clave. Primero porque “lo poco” es lo que vivimos en el matrimonio y en la familia todos los días, y es donde nos jugamos la santidad. Ser fieles a Dios en nuestra relación conyugal, nos garantiza de alguna forma que le seremos fieles en el resto de ámbitos de nuestra vida. Segundo porque ser de fiar significa generar confianza. Qué importante es la confianza en el matrimonio. No se trata de que “como ya nos conocemos… no es necesario que nos esforcemos”, ¡no!. La verdadera confianza llega cuando nos fiamos el uno del otro y somos de fiar el uno para el otro. Para ayudarnos a conseguirlo, proponemos el siguiente caso:

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: (Pensando: Voy a seguir el camino de virtud que me propone Proyecto Amor Conyugal para generar confianza. Puede ser interesante. Voy a leerlo y a practicarlo)
Camino de virtud (confianza): Observar las buenas cualidades del esposo. Observarlas y admirarlas 5 veces al día durante una semana.
Pedro: A ver, mi esposa tiene fe… es muy trabajadora… muy femenina… etc. Además, es sociable… le gusta ayudar a otros… Además…
Camino de virtud: (Siguiente semana) Contarnos nuestros secretos, nuestras intimidades y nuestros miedos. Para conseguir la confianza que buscamos tenemos que dar confianza. Pedirnos ayuda y confiar en los consejos del otro. Dos prácticas muy buenas para generar confianza.
Pedro: “Uf”. ¿Y si me echa en cara lo que le cuento de mí? Bueno, da igual. Hay que arriesgarse. ¡María! ¿Te vienes ya a la cama? Necesito hablar contigo… Mira, resulta que me cuesta últimamente aceptar que tu madre nos diga cómo educar a nuestros hijos… Me da miedo que se meta en nuestras vidas…
(Al terminar de explicárselo)
Pedro: Entonces, María, con respecto a lo que te he contado de tu madre ¿Qué piensas que me podría ayudar a superar ese miedo?
Camino de virtud: Que antes de recurrir a nadie, recurramos el uno al otro.
Pedro: Necesito tu ayuda, seguro que tú sabes decirme qué hacer.
María: Es verdad que mi madre siempre ha sido un poco mandoncilla… pero luego, sabe estar en su sitio. Haz una cosa. Dile, con respeto pero a la vez, mirándola a los ojos y con firmeza: “Marga, por favor, nuestros hijos son responsabilidad mía y de tu hija, y hemos decidido juntos hacer las cosas de otra forma. Te pediría que respetases nuestras decisiones…”
Camino de virtud: En cualquier situación, demostrarnos que nos importamos el uno al otro.
Pedro: Ya, pero ¿No se enfadará? Lo último que quiero es que tus padres se alejen de nosotros por mi culpa. Ante todo, quiero que tú puedas estar a gusto junto a tu madre…
Camino de virtud: Decirnos cosas bonitas mirándonos a los ojos.
Pedro: Y…, mírame, María. No quiero ver que esos ojazos preciosos que tienes, se entristecen por nada del mundo…
María: (Se sonríe). No te preocupes, no pasará nada, ya lo verás. Por cierto, ya que estamos hablando. Quería yo hacerte también una consulta. Resulta que…

Madre,

No podemos confiar en Dios si no confiamos el uno en el otro, puesto que fue Él quien nos creó como ayuda adecuada el uno del otro. Cuando somos fieles en lo pequeño, entre nosotros, Dios nos confiará lo grande. Alabado sea el Señor.