EVANGELIO
¡Si reconocieras lo que conduce a la paz!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:
«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».
Palabra del Señor.
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Condúcete a la paz.
El camino que conduce a la tan ansiada paz, es adherirme al plan que Dios tiene para mí. Sólo Él sabe construir la paz y sólo Él puede hacerlo. Esto que podemos tenerlo más o menos claro en nuestra cabeza, cuesta mucho integrarlo en nuestro corazón y por el corazón tira para otro lado. ¡Qué misterio! Sabemos el camino pero no lo seguimos porque hay otros caminos que nos distraen. Y nos lo vuelven a recordar y lo volvemos a olvidar. ¡Qué misterio! Desde luego que es para llorar, Señor.
¿Cómo vamos a diseñar nosotros un plan mejor que el de Dios? Está claro que es imposible, es de cajón. Pues bien, nos empeñamos en ello. ¡Qué misterio! Es para llorar.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Ana: Sé que si rezamos juntos, salvamos nuestro matrimonio. Pero no lo hacemos.
Matrimonio Tutor: ¿Por qué?
Ana: No lo sé, un día por otro…
Alberto: Sé que si nos formásemos más sobre el matrimonio, salvaríamos el nuestro. Pero no lo hacemos.
Matrimonio Tutor: ¿Por qué?
Alberto: No lo sé. Llega el día y nos da pereza, o hemos discutido y pensamos que a dónde vamos a ir…
Matrimonio Tutor: ¿Y la tarea que os pusimos para trabajar el camino de virtud?
Alberto y Ana: La hicimos el primer día, pero luego lo dejamos.
Matrimonio Tutor: (Se echan a llorar) ¿No vais a hacer nada por salvar vuestro sacramento? ¡Está Cristo entre vosotros! ¿No vais a hacer nada por salvar vuestra familia? Es lo más hermoso que tenéis. ¿No vais a hacer nada por dejar de sufrir entre vosotros y alcanzar la paz en vuestro hogar? Está en vuestra mano ¿Y no queréis esforzaros?
(Alberto y Ana comprendieron la barbaridad que estaban haciendo y decidieron poner toda la carne en el asador. Ese día fue el más importante de sus vidas. Y su matrimonio fue precioso).
Madre,
Queremos ser dueños de nuestro matrimonio y no sabemos alcanzar la paz por nuestros medios. Necesitamos la paz que nos da Cristo después de resucitado. La paz de haber obedecido a la voluntad de Dios a pesar de las circunstancias. En tus manos estamos, Señor. Alabado seas.