Archivo por meses: septiembre 2020

¿Juzgo que me juzgas? Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 27-38

EVANGELIO

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

Palabra del Señor.

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¿Juzgo que me juzgas?

Este Evangelio debería servir de “fondo de armario”. Si tan sólo cumpliéramos éste, se salvarían la mayoría de los matrimonios.
Nos fijamos en dos enseñanzas: Para ser hijos del Altísimo tenemos que ser buenos con los malvados y desagradecidos. ¡Tela marinera! Se me ocurren multitud de ocasiones que vivimos los matrimonios y otras más graves que viven algunos, en las que esto se hace muy cuesta arriba. Será por eso lo del “Altísimo”.
La otra nos apunta a una motivación para cumplir la anterior: “No juzguéis y no seréis juzgados”. Bueno, esto ya es otra cosa. Si no juzgo como malvado o desagradecido al otro, tampoco a mí se me juzgará. ¡No se me juzgará! ¿Esto implica ir al cielo directos? Así lo interpreto yo, desde luego. Creo que no cabe otra interpretación. Siendo así, merece la pena esforzarse, por mucho que duela el amor propio ¿no?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carlos: Yo me pongo a escucharte, con el deseo y el firme compromiso de comprenderte y unir mi corazón al tuyo. Pero cuando empiezas a recriminarme acusándome de cosas injustas o asignando malas intenciones a mis actos que son auténticas calumnias, ahí, ya no puedo controlarme y siento la necesidad imperiosa de justificarme, y enfadado claro. Me duele que pienses así de mí, que me veas tan ruin. Ahí ya, me veo dominado por mis pasiones: Aversión, dolor, ira, venganza… Y respondo haciéndote daño. ¿Cómo puedo hacer para seguir amándote en esos momentos?
Ana: Y ¿Cómo estás tan seguro de que te acuso de malas intenciones? ¿No estarás juzgando sin querer las mías?
Carlos: ¡Claro! Esa es la pieza que me faltaba. “No juzguéis y no seréis juzgados” Efectivamente. Te juzgo de que me juzgas y ahí la fastidio. ¡Gracias, esposa!

Madre,

Este Evangelio no tiene desperdicio. Si hubiera uno que cumpliese permíteme que sea este. Es muy revelador. Alabado sea el Señor.

Libres y felices. Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 20-26

EVANGELIO

Bienaventurados los pobres. Ay de vosotros, los ricos.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya habéis recibido vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».

Palabra del Señor.

AVISOS:

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Libres y felices.

Todo el mundo busca la felicidad, y resulta que Jesús nos dice cómo alcanzarla, lo que pasa es que no nos lo creemos.
La felicidad y la libertad están muy unidas, porque cuando uno es libre de sí mismo y está centrado en Dios, puede ser feliz en cualquier circunstancia. Como dijo la Virgen: Se alegra mi espíritu en Dios. Esa es la clave.

Aterrizado a la vida matrimonial:

FELICES:

Los pobres porque de ellos es el reino de los cielos.
Juan: Desde que he aprendido que nada es mío, sino que todo es de Dios y lo que tenga, poco o mucho, es para construir Su reino en este mundo, me da igual tener que no tener. Con Dios contigo y con nuestros hijos, me basta.
Los que tenéis hambre, quedaréis saciados.
María: Cariño, necesito que sigamos creciendo en nuestro amor cada día más. Deseo que seamos santos, y lucharé por ello, y para que nuestros hijos también lo sean.
Pedro: Sí, pongamos toda la carne en el asador y Jesús nos promete que algún día, con la gracia de Dios, viviremos la plenitud.
Los que lloráis, reiréis.
Pedro: Qué te pasa, cariño, te veo triste.
María: Sí, sólo tengo ganas de llorar.
Pedro: Dime, habla conmigo. Quiero unirme a ti, llorar contigo, sentir lo que sientes tú, para que comprendiéndote, pueda ayudarte a salir de tu tristeza.

Los que os excluyan por causa del Hijo del Hombre, saltad de gozo porque vuestra recompensa será grande.
Antonio: Oye, ¿Quedamos para cenar? Vamos a comernos una buena carne de buey… A Pedro y María, mejor no les invitamos. Siempre sacan el tema de Dios y la Iglesia. Parece que no saben hablar de otra cosa, y nos amargan la noche.
Ana: Sí, mejor no les llamamos. Además, ellos no saben disfrutar con una buena cena. Dirán que es gula, jajaja. Una cosa es ir el domingo a misa y ser normal, como toda la vida, y otra cosa es lo suyo, que parece que están obsesionados.

Madre,

Ayúdanos a ser de Cristo caminando contracorriente, frente al mundo, al Demonio y la carne. Aunque nos critiquen y nos calumnien. Y ayúdanos a amar a todos, aunque no nos acepten. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Pureza de intención. Comentario para Matrimonios: Mateo 1, 18-23

EVANGELIO

La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-23

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa «Dios-con-nosotros»».

Palabra del Señor.

Pureza de intención.

Hoy celebramos la Natividad de la Santísima Virgen. Una fiesta muy especial para todos los que estamos consagrados a Ella, así que, cantamos alegres el Salmo: “Desbordo de gozo con el Señor”.
Hoy la Sagrada Familia nos da un hermoso ejemplo de “pureza de intención” a través de S. José. Quizás esta pureza era la que le permitía escuchar en sueños al ángel.
José era justo y no quería difamarla y decidió repudiarla en privado. Contemplamos el buen corazón de José, que no quiso dudar de María y decidió quedar mal él ante todos. Ambos eran personas de vida de oración, que actuaban con rectitud y pureza de intención.

El reto hoy para los esposos, es purificar la intención en el Señor, en todo lo que hacemos, desde el comienzo del día hasta el final. ¿Cómo se hace esto? Un día en el que no me busco a mí mismo, sino que pienso en el otro y pienso sobre todo en el Señor. Pienso ¿Qué quiere Jesús de esta situación? ¿Qué haría o diría Él? Esto es justo lo que vivían José y María, siempre buscando la voluntad de Dios en su relación, y en su vida.

Con pureza de intención, la vida se ve pura, clara, limpia, límpida…

Aterrizado a la vida matrimonial:

Antonio: (Pensando) Ayer mi mujer me dijo que se iba a la cama antes porque estaba cansada, y cuando llegué, estaba hablando por whatsapp con alguien. Además, últimamente está muy fría conmigo. También coincide que está llegando más tarde de lo habitual… ¿Y si hay otro hombre? ¡No! ¿Cómo dejo que estos pensamientos me aborden? ¿Cómo voy a dejar de confiar en mi esposa? Señor, yo seguiré siendo esposo, que es la misión que me has encomendado, y confío en mi esposa porque confío en ti.
Ana: (Llega a casa) Hola. Vengo muy cansada. Cenamos y me acuesto ¿vale?
Antonio: Vale, Ana. Pero ¿Te pasa algo?
Ana: Mira Antonio, no me apetece hablar ahora. Ya hablaremos.
Antonio: Como quieras cariño. Pues lo dejamos para el fin de semana. Puedo llevarte la cena a la cama ¿Qué te parece?
Ana: Pues mira, te lo agradezco un montón… (Cuando le lleva la cena, Ana estaba hablando por el WhatsApp)
(Varios días más tarde)
Antonio: Ana, ¿Podemos hablar ahora?
Ana: No me apetece, pero entiendo que te tengo que darte una explicación por mi actitud de estos días. Mi madre tiene un tumor maligno bastante agresivo.
Antonio: ¡No me digas!
Ana: No quiere que se lo digamos a nadie, así que tú no sabes nada. Ni siquiera a Papá. Estos días me he estado acercando un rato a verla después de trabajar. Estoy muy hundida, Antonio (Llorando).
Antonio: Vaya, pobrecilla… Ven aquí, esposa mía. Ven que te abrace. ¿Rezamos juntos por ella? Ya verás como el Señor nos ayuda en esta situación.

Madre,

En ti confiamos. En el Señor confiamos. En nuestro esposo confiamos. En nuestro matrimonio confiamos. Que hagamos siempre la voluntad de Dios, en todos nuestros pensamientos, en todas nuestras acciones. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Irresistible. Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 6-11

EVANGELIO

Estaban al acecho para ver si curaba en sábado.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar.
Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:
«Levántate y ponte ahí en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo:
«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:
«Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.

Palabra del Señor.

Irresistible.

Señor, tu misericordia es más fuerte que las malas intenciones, más fuerte que la acusación, que el pecado, que las enfermedades. Entonces ¿Qué te impide invadir del todo mi corazón? Yo mismo. Que a veces desconfío o simplemente estoy mirando para otro lado.
Allá por donde vas, curas, sanas, reconstruyes, alimentas. Los fariseos sabían que no ibas a poder resistirte y curarías a aquel enfermo. Yo sé que no puedes resistirte a curarme.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paco: (Rezando) Señor, otra vez está mi esposa en un plan insoportable. Borde, exigente, con el careto… Pero yo sé que tienes un deseo de misericordia irresistible. Lléname de ti, Señor, lléname de Tu amor para que con Tu amor apague su fuego, su angustia. Aquí, postrado ante Ti, en el Santísimo Sacramento, te pido que me llenes de Tu amor. Quiero darle lo que Tú quieres darle. Sé que está en un momento de tribulación y quieres ayudarla. Haz que yo sea instrumento Tuyo, que ponga paz en su angustia, alegría en su tristeza, esperanza en su hartura. Lléname Señor, lléname de Tu Espíritu, lléname de Tu misericordia. Alabado seas Señor.
(Y llegó a su casa, y el Señor permitió que fuera instrumento de Su misericordia y él experimentó cuánto la amaba Dios).

Madre,

Cuánta esperanza produce conocer a Cristo, Sus sentimientos, Sus motivaciones. No puede evitar amarme, no puede evitar perdonarme, no puede evitar sanarme. Alabado sea el Señor que tiene un corazón Grande para Amar.

¿Y no me importa? Comentario para Matrimonios: Mateo 18, 15-20

EVANGELIO

Si te hace caso, has salvado a tu hermano.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Palabra del Señor.

¿Y no me importa?

Es hermoso cómo este Evangelio nos muestra que el que ama, desea para el amado lo mejor, y por tanto, desea que llegue al cielo. Dios desea el cielo para cada uno de nosotros, y quiere que seamos medios Suyos para mi esposo, hijos y demás alcancen ese fin.

El cristiano está obligado a realizar la corrección fraterna. Lo dice también San Agustín: «Si le dejas estar, peor eres tú; él ha cometido un pecado y con el pecado se ha herido a sí mismo; ¿no te importan las heridas de tu hermano? Le ves perecer o que ha perecido, ¿y te encoges de hombros? Peor eres tú callando que él faltando» (Sermón 82).

Por tanto, tengo que ser administrador del Amor de Dios y comunicarle ese bien. San Agustín nos dice a este respecto: «Debemos pues, corregir por amor; no con deseos de hacer daño, sino con la cariñosa intención de lograr su enmienda… ¿Por qué le corriges? ¿Por qué te ha molestado ser ofendido por él? No lo quiera Dios. Si lo haces por amor propio, nada haces» (Sermón 82) Por eso, antes de corregir, tengo que dirigir mis afectos hacia Cristo, rezando: Jesús ¿Esto lo quieres Tú, o me estoy buscando? ¿Hay dolor, resentimiento o quejas en mi corazón? ¡Ven Espíritu Santo y ayúdame!. Y tampoco me puedo olvidar de corregir a solas.

Si lo he hecho bien y no hay cambios, puedo hacer mucho: Rezar por el otro, unidos en familia.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ramón: Cariño, he estado rezando mucho por ti, y creo que te tengo que hablar sobre algo.
Marta: Sí, por supuesto ¿Cuándo?
Ramón: ¿Quedamos esta noche a las 10?
Marta: Muy bien.(beso)
(Después de cenar en familia, a solas)
Ramón: ¿Lo ponemos en manos del Señor?
Marta: Sí
Juntos: En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Ven Espíritu Santo…
Ramón: Señor, tú sabes que no quiero nada para mí, ni busco mi complacencia, ilumíname para transmitirle a mi esposa lo que tú quieres transmitirle para poder ayudarla a llegar hasta ti. Amén.
Marta: Amén.
Ramón: Marta, he observado que en tus conversaciones hablas mucho de ti ¿Tú como lo estás viviendo?
Marta: ¡Uf! Ramón, ahora cuando me lo has dicho, lo primero que he sentido es dolor, y ganas de excusarme y defenderme, pero me he dado cuenta que eran tentaciones del Diablo. No había observado lo que dices, creo que es porque necesito que se me conozca. ¿Tú qué crees?
Ramón: Una vez leí que cuando uno habla mucho de sí mismo es por orgullo, es ponerme yo como el centro, desplazando a Dios, incluso a los demás. Yo también veo en que en ocasiones pongo mi “yo” antes que a ti o a Dios… Quizás no se me nota tanto, porque soy más callado, pero veo que en ti los demás también lo notan y me duele por ti.
Marta: ¡Jo! Pues no me había dado cuenta. Estaré más pendiente e intentaré cambiar el centro de mis conversaciones. Muchas gracias por quererme tanto. Sé que esto no ha sido nada fácil para ti tampoco.
Ramón: Te damos gracias Señor por este don.
Marta: Gracias por este rato, por mi esposo, mi ayuda adecuada que es tu instrumento y me muestra lo que Tú quieres mostrarme.
Ramón: Ayúdanos a que mengüemos para que seas Tu quien reines y superar nuestras tentaciones. En Ti confiamos. Amén.
Marta: Amén.

Madre,

Nuestro orgullo nos impide hacer y recibir bien la corrección fraterna, especialmente entre los esposos. Sabemos que Dios lo quiere por nuestro bien. Ayúdanos Madre a corregirnos con amor, por amor e inmersos en el Amor. Por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor. Amén.