Archivo por meses: septiembre 2020

Feliz con dolor. Comentario para Matrimonios: Juan 19, 25-27

EVANGELIO

Triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena
Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

Palabra del Señor.

AVISOS:

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES programadas pincha aquíhttp://wp.me/P6AdRz-D1

Feliz con dolor.

Celebramos hoy la memoria de la Bienaventurada Virgen María de los Dolores. ¿Feliz por sus dolores? Algo parece estar mal en este título…

Era necesario que la mujer estuviera junto a la Cruz de Jesús, para acoger el don de la Vida. A la mujer Dios les dio la custodia de la vida. A través de la mujer nacen los hombres, tanto físicamente como, la mayoría de las veces, espiritualmente. Es la mujer la que los da a Luz.
Ser mujer, madre que da a luz, hija de la vida, esta es la misión para la que ha sido creada la mujer: Dar vida, acoger a la vida, cuidar la vida, llevar hasta la Vida.

¡Mujer sé lo que eres! ¡Lucha por la vida de fe en tu matrimonio y tu familia! ¡No te canses de tirar del carro, de estar junto a la Cruz de Jesús. Si tú dices sí, aun pasando los dolores de parto en el alma, verán la luz. Di “sí” al Amor corredentor, di “sí” a la voluntad de Dios.

Junto a Su Madre, estaba el discípulo al que amaba. Juan representa esos hombres en minoría, pero elegidos por Dios acogen la Vida por la Mujer, la Madre. Muchos son los esposos que por sus esposas acogen la vida de fe, otros son sacerdotes, que la acogen por su madre. Todos por Ntra. Madre. ¡Benditos! Quienes desde aquella hora la recibimos como algo propio.

Aterrizado a la vida matrimonial:

María: (con entonación animosa y cariñosa) vamos niños a rezar.
Los niños: ¡Uf qué rollo! (Y caras largas).
Antonio: (Sin decir nada, termina lo que estaba haciendo).
(Por fin todos juntos)
María: intentando esconder su dolor en el amor y con gran ánimo, dice: Venga ¿Quién lee lo que nos dice hoy Jesús? (Después de no ver muchas ganas, como si no se diera cuenta, anima al pequeño).
(Y así un día y otro día…)
Antonio: (Presente, pero interiormente avergonzado y sin mucha colaboración).
(María guardaba la Vida, la Luz, en su alma y mantenía la esperanza con todo su corazón, de que su familia lo acogiera y siguiera el Camino.
¡Mucho ánimo!)

Madre,

Tú eres nuestra Madre. Gracias a aquella hora, te compartimos con Cristo como Madre. Nosotros te acogemos como algo nuestro y Tú nos llevas hasta Jesús dándonos la Vida ¡Bendita seas por siempre!

Garantía de Tu amor. Comentario para Matrimonios: Juan 3, 13-17

EVANGELIO

Tiene que ser elevado el Hijo del Hombre.
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».

Palabra del Señor.

AVISOS:

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES programadas pincha aquíhttp://wp.me/P6AdRz-D1

Garantía de Tu amor.

En su día, no se entendería que Cristo fuese crucificado, pero ahora… ¿Qué sería de mí si Él no hubiera muerto por mí? No solamente por mi salvación, sino porque ¿Cómo iba a creer yo en el amor de Dios? Realmente, tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito. Sé lo que me ama porque se entregó por mí. Su sacrificio da veracidad a su amor hasta el extremo.
Y es que, el amor se demuestra así. Entregando la vida. ¿Le demuestro yo mi amor a mi esposo? ¿Qué garantías le doy de que le amo?
Es en los momentos en los que me entrego por ti, en los que sufro por ti, en los que renuncio a todo incluso a mi honra por ti, cuando puedo demostrarte que te amo de verdad, esposo/a mío/a.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: ¿Que por qué sé que me amas? Porque el otro día te juzgué injustamente y no juzgaste mi comportamiento, sino que me respondiste con comprensión y con cariño. Por todas esas veces que renuncias a lo mejor para dármelo a mí. Por todos esos sacrificios por amar a mi familia cuando ellos no te aceptan tal como eres. Porque me has entregado tu vida, tu pasado, tu presente y tu futuro. Porque renuncias a muchos planes, caprichos y gustos por mí. Por tanta entrega… Todo esto me hace estar seguro de tu amor por mí.
Laura: Yo tampoco tengo dudas de tu amor por mí. Por tantas veces que escuchas mis penas con paciencia y con cariño. Por tantos detalles para evitarme trabajo, porque te veo disfrutar cuando descanso o estoy a gusto y te veo incómodo cuando no me ves alegre. Porque te veo dispuesto a hacer lo que haga falta por mi santidad. Porque te adaptas a mis ritmos… Porque me has entregado tu pasado, tu presente y tu futuro. Por todo esto y mucho más, estoy segura de tu amor.

Madre,

El mayor amor es el de aquel que da la vida por sus amigos. Sólo uno ha dado su vida por mí, y ese ha sido Jesucristo. Ahora tengo claro que nada me separará de Su amor. Alabado sea por siempre.

Experiencia liberadora. Comentario para Matrimonios: Mateo 18, 21-35

EVANGELIO

No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:
“Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Palabra del Señor.

AVISOS:

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES programadas pincha aquíhttp://wp.me/P6AdRz-D1

Experiencia liberadora.

Este pasaje sobre el perdón, precede a aquel en el que Cristo les habla a los fariseos sobre la indisolubilidad del matrimonio. ¿Casualidad?. El camino del perdón hace posible el matrimonio.

El perdón no es una opción, es una obligación. La deuda que puedan tener conmigo es parte de una deuda mucho mayor que tengo yo con Dios. Es Cristo quien la pagó por mí y por mi esposo, y todo lo que nos hayamos hecho, está perdonado. Por el Sacramento de la confesión, Dios nos lo perdona todo en virtud de la entrega redentora de Su Hijo.
Por el perdón de Cristo, Dios me da la posibilidad de liberarme del dominio que la persona que me ha herido ejerce todavía sobre mí por mi rencor. Perdonar libera la memoria y me permite vivir en el presente, sin recurrencias constantes al pasado doloroso.

“La experiencia liberadora del perdón, aunque llena de dificultades, puede ser vivida también por un corazón herido, gracias al poder curativo del amor, que tiene su primer origen en Dios-Amor. La inmensa alegría del perdón, ofrecido y acogido, sana heridas aparentemente incurables, restablece nuevamente las relaciones y tiene sus raíces en el inagotable amor de Dios.» (Juan Pablo II)

Como decíamos al principio, el camino del perdón hace posible el matrimonio. Ambos somos imperfectos, y nos haremos daño muchas veces a lo largo de nuestra vida matrimonial. Cristo lo sabe y por eso, nos pone el perdón como condición también para alcanzar la compasión de Dios. Recurramos al origen, a Dios-Amor, para que sane nuestro corazón.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ana: ¿Qué te pasa con él, Marta?
Marta: Recuerdo con mucho dolor cómo pasó de mí en el último embarazo. Con lo que me costaba moverme y él ni se inmutaba. Después, cuando nació Pedrito, fue aún peor… A veces siento hasta asco de él y las pocas veces que tenemos relaciones, aunque él no se da cuenta, pero me echo a llorar porque me siento utilizada.
Ana: Marta, tienes que sanar esa herida. Tienes que perdonarle. Hace muchos años de eso y te estás ahogando en tu resentimiento. Te está impidiendo la unión con tu esposo, te está imposibilitando tu vocación, tu camino hacia la santidad. ¿No te das cuenta?
Marta: No puedo. Lo siento, no tengo fuerzas.
(Al día siguiente, confesándose)
Marta: Padre, me confieso de vanidad, de creerme mejor que otros, de soberbia por no reconocer mis errores…
Sacerdote: Bueno, hija, el Señor te quiere mucho y está dispuesto a perdonarte ¿Alguna cosa más?
Marta: Bueno, sí. Que no soy capaz de perdonar a mi esposo por el daño que me hizo hace años, en el embarazo…
Sacerdote: ¡Uy! Eso sí que es un problema. No te puedo dar la absolución. Dios no te puede perdonar tu inmensa deuda con él si tú no perdonas la pequeña deuda de tu esposo contigo. Vuelve cuando le hayas perdonado ¿Vale hija?
Marta: ¡Uy! Qué duro me ha resultado eso.
Sacerdote: Así estás siendo tú con tu esposo. ¿Estas dispuesta a perdonar?
Marta: Sí, quiero liberarle y liberarme.

Madre,

Contemplando la consagración de la Sangre de Cristo, suelo darle gracias por concedernos, por su sangre, el don del perdón. Él, por Su sacrificio, se ha convertido en el Perdón de Dios, y hace posible nuestro matrimonio, porque hace posible que nos pidamos perdón y nos perdonemos con Su perdón. Alabado sea el Señor por tan grandísimo don.

Cuánto tardaremos… Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 43-49

EVANGELIO

¿Por qué me llamáis «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?
Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».

Palabra del Señor.

AVISOS:

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES programadas pincha aquíhttp://wp.me/P6AdRz-D1

Cuánto tardaremos…

De lo que me entra de fuera, se llena mi corazón. Mis sentidos, mi imaginación y mi memoria, vierten su carga en mi corazón y lo llenan. Y el caso es que luego, de lo que rebosa mi corazón, habla la boca. Haciendo ingeniería inversa, observo de qué habla mi boca y puedo llegar a la conclusión de qué hay en mi corazón. Puede que me asuste…
Mi corazón tiene que estar más expuesto a las cosas de Dios para que se llene de Él, o si no, estoy perdido, porque se llenará de las cosas del mundo y de las cosas del demonio y de las cosas de la carne.
No hay nada mejor que descubrir que mi alma está sedienta de ti, Señor. Mi carne tiene ansia de ti, Señor, como tierra reseca, agostada, sin agua.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Luis: Vamos a repasar el día de hoy, a ver de qué hemos hablado, para descubrir qué hay en nuestros corazones. ¿Te parece?
Laura: Me parece.
Luis: Yo he hablado de negocios, de resultados deportivos, de la economía del hogar y de la planificación que debería haber. Me doy cuenta de que mi corazón es mundano total.
Laura: Yo he criticado a varias personas a lo largo del día, he hablado de moda y las tareas de los niños. También he estado muy pendiente del orden del hogar y de la planificación de la casa. Me doy cuenta también de que mi corazón está lleno de las cosas de este mundo.
Luis: Hemos hablado poco de amor. Hemos hablado poco de Dios. No hemos sido agradecidos, no le hemos alabado… No nos hemos preocupado de ayudarnos a llegar a Él, no hemos profundizado el uno en el otro para conocer más los planes de Dios. Mi corazón está seco. Así no puede dar buen fruto, ni para ti, ni para los niños, ni para nuestras amistades…
Laura: Tenemos que establecer un horario para que no nos falte lo más importante del día: Llenar nuestro corazón de lo bueno.
Luis: Pues no se hable más. ¡A por ello!

Madre,

Cuánto tardaremos en darnos cuenta de que sin el Señor, no podemos hacer nada, no somos nada. Si conociéramos el don de Dios… Alabado sea por siempre.

Carnet de guía. Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 39-42

EVANGELIO

¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está un discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».

Palabra del Señor.

AVISOS:

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES programadas pincha aquíhttp://wp.me/P6AdRz-D1

Carnet de guía.

Ser guía es complicado y creerse guía es muy pretencioso. Tengo la mirada oscurecida por mi propio pecado, tal como me enseña San Juan Pablo y me recuerda hoy el Señor. Esto tengo que saberlo y no estar tan seguro de mí mismo y de mis criterios. Por tanto, no puedo actuar como guía si no veo claro. ¿Entonces? ¿Qué hacer con respecto a los hijos, a nuestro propio matrimonio?
Lo primero, tengo que haber recibido la autoridad de Dios, el “carnet” de guía, para asegurarme de que me dará la gracia, lo segundo, tengo que poner de mi parte para estar en gracia y para estar muy unido a Dios, pues la ciencia no me la dan los libros solo, sino la relación con Dios. Y tercero, buscar siempre su voluntad.
De esta forma, tendré luz para purificar mis criterios y ver los de Dios por encima de los míos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Julia: Jaime, cuántas veces te corrijo por el orgullo de que es la tercera o cuarta vez que te lo digo y no me has hecho caso. Cuántas veces por la vanidad de creer que yo lo haría mejor. Cuántas veces te corrijo por el egoísmo de que algo de ti me molesta y quiero que desaparezca para por mi comodidad, en lugar de esforzarme por comprenderte, por ayudarte y animarte a ser más santo.
Jaime: Gracias, Julia. Me admira la humildad de tus palabras. Sólo escucharte me hace confiar más en ti, a pesar de que lo que me estás diciendo no es bueno. Pero al ver que Dios te ilumina sobre tus pecados, te siento más capacitada para ayudarme a ver los míos. Es curioso que, mientras me presentas lo peor de ti, crece en mí la confianza hacia ti.

Madre,

Cuánto te debe hacer sufrir nuestra soberbia. Madre querida, por tu misericordia, despeja nuestra mirada pecadora lo suficiente para que podamos ver nuestra verdad y actuar en consecuencia. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.