Archivo por meses: septiembre 2020

Cosechando confianza. Comentario para Matrimonios: Lucas 9, 7-9

EVANGELIO

A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía:
«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?».
Y tenía ganas de verlo.

Palabra del Señor.

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Cosechando confianza.

Dice Crisóstomo: “Los pecadores temen lo que conocen y lo que ignoran, se asustan de las sombras, sospechan de todo y se estremecen al menor ruido.” La frase de Herodes denota inquietud “No sabía a qué atenerse”. Cuando el hombre rompe amarras con Dios como Padre, el mundo pasa de ser un hogar en el que puede estar tranquilo porque el Padre cuida de él, a ser un lugar inhóspito. ¿Vivo con miedo o con preocupaciones?.
Hay tantas variables en la vida que nos pueden dar motivos de preocupación: Relaciones matrimoniales (Fidelidad, respeto, desgaste, rutina…), Relaciones con los hijos (Adolescencia, desarrollo, maduración, su futuro…), Salud (La nuestra o la de nuestros familiares), Dinero (Hipoteca, trabajo…), Poder (Competitividad, zancadillas…), Imagen (Críticas, faltas de respeto, atentados contra la dignidad…), Delincuencia, Accidentes…
Para confiar en Dios, no basta con “creer” que existe. Es necesario tener una relación íntima y haber comprobado que interviene en mi vida. Lo mismo ocurre con muchos matrimonios, que conviven juntos, comparten hijos, hogar, amigos… pero no se conocen, no comparten su intimidad y por lo tanto no confían el uno en el otro e incluso pueden llegar a sospechar de su fidelidad. Cultivando la relación de intimidad en el matrimonio se cosecha el conocimiento mutuo y a la confianza.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ángel: Desde que me encontré con el Señor e intentamos cumplir Su voluntad hay paz en mi interior. Antes existía como una angustia latente que quería disimular pero que en el fondo, cuando me paraba a reflexionar sobre mí y sobre mi vida, aparecía con fuerza.
Teresa (esposa de Ángel): Yo recuerdo que estabas bastante irascible. Era como si vivieras de cara a fuera, pero en tu intimidad conmigo no había vida. Ahora lo profundo, lo verdadero llena tu vida, y se nota.
Ángel: Es eso. La confianza en Dios, es lo que me da esa paz interior. Antes, que intentaba llevar yo el control, había tantas cosas que no controlaba y que me daban miedo.
Teresa: Me encanta cómo lo expresa Ntra. Madre en el Magníficat: Él hace proezas con su brazo. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Es una maravilla poder estar a Su lado. Doy gracias a Dios por la obra que ha hecho en ti.

Señor,

Nosotros sabemos que Tú eres el Hijo de Dios, y que sólo Tú tienes palabras de Vida eterna. Envíanos tu Espíritu Santo. Queremos conocerte mejor para seguirte y amarte en mi esposo y en mis hijos, como Tú Amas.

Misión ¡Caridad! Comentario para Matrimonios: Lucas 9, 1-6

EVANGELIO

Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 1-6

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si algunos no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, como testimonio contra ellos».
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

Palabra del Señor.

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Misión ¡Caridad!

A veces pensamos que necesitamos muchas cosas para trabajar en el nombre del Señor. Quizás pensemos que necesitamos llevar encima muchos conocimientos, mucha experiencia… A veces mis carencias me pueden impedir dar el paso de ponerme a Su servicio.
Los que hemos sido enviados a proclamar la buena noticia del Matrimonio, es decir, todos los esposos cristianos, debemos no solamente proclamar la verdad y la belleza del matrimonio, sino entregarnos colaborando con nuestro tiempo y esfuerzo, para que otros se conviertan y empiecen a esforzarse por vivir el matrimonio como Dios lo pensó.
Esto hacemos en los retiros, en los acompañamientos a matrimonios y en otro tipo de colaboraciones que realizamos desde Proyecto Amor Conyugal, con una actitud de pobreza, de humildad sabiéndonos siervos inútiles. Cada uno pone lo que tiene, ni más ni menos, y con lo que tiene, Dios hará Su obra. Muchas familias están saliendo del dolor desgarrador, de la división y de la soledad. De un pecado contra Dios que se transmite de generación en generación, y que no sabemos hasta dónde se puede expandir. ¡Una alegría inmensa colaborar con su salvación! Sólo por un matrimonio y una familia merecen la pena todos los esfuerzos. ¡Alabado sea el Señor¡ Él os espera como matrimonio colaborador, matrimonio custodio, matrimonio responsable, matrimonio tutor… Poneos al servicio de este Proyecto de María. Contactad con nosotros en proyectoamorconyugal@gmail.com

Aterrizado a la vida matrimonial:

Vicente: Estamos haciendo ya hasta 3 retiros mensuales. Los frutos están siendo maravillosos. Pero nos faltan matrimonios que quieran colaborar.
Luis: Vamos a hacer un llamamiento a todos los que se han beneficiado de este Proyecto. Seguramente la Virgen moverá sus corazones.
Vicente: Rezamos por ello.
(Y gracias al “sí” de muchos, se salvaron muchos más. Y el Corazón de Jesús dejó de sufrir por esas familias. Y hubo muchas fiestas en el cielo ¡Aleluya!)

Madre,

Qué responsabilidad, que tu Hijo quiera poner almas a nuestro alrededor que puedan ser salvadas gracias a nuestra intervención. Desde luego que es la labor más hermosa que nos podía encomendar, pero no somos dignos. No nos abandones, Madre. No queremos fallarte. Alabado sea el Señor, que ama tanto a los esposos con dificultades. Amén.

El código secreto. Comentario para Matrimonios: Lucas 8, 19-21

EVANGELIO

Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 8, 19-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».
Él respondió diciéndoles:
«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Palabra del Señor.

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El código secreto.

Dios Hijo es Palabra y los que le escuchan, haciendo silencio para captar los latidos de Su Corazón que se comunica con nosotros, en lo más profundo de nuestra alma, a esos, se les abre una nueva dimensión en ellos y también en sus relaciones, en especial en su relación conyugal.
El alma que introduce el código secreto en el silencio de la intimidad con Dios, descubre horizontes insospechados. Y ¿Cuál es ese código secreto que te abre la puerta al Corazón de Dios? Repite conmigo, con todo tu cuerpo, con toda tu alma y con todo tu ser: ¡Señor, que se haga tu voluntad y no la mía!
Y a partir de ese momento, hago lo que Él diga. ¡Todo! Aunque no lo entienda, que me ocurrirá muy a menudo. Dios me mostrará que Sus caminos, son mucho mejores que los míos y el acierto que fue ponerme en Sus manos. Descubro la nueva Vida que me da Él, llena de gozo, paz, esperanza… me instruye, me nutre, me corrige, con Su sabiduría, me va moldeando según mis necesidades, me conduce a lo que estoy llamado a ser: Su hijo y Su hermano. Ni más ni menos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Manolo: (Piensa) Yo creo que debería ponerme en mi sitio. Mi esposa va imponiendo sus criterios en casa y no puede ser. Hay que poner un poco de orden, porque no puede ser que los niños hagan lo que les dé la gana y que yo sea el último mono.
Patricia (esposa de Manolo): (Piensa) Ya no le paso ni una más. La próxima vez que vuelva a levantarle la voz a alguno de mi hijos, me los llevo a casa de mi madre. Menudo ejemplo tan horrible les está dando. No lo voy a consentir.
(Por la noche leen el Evangelio en el que Cristo explica que no nos toca a nosotros separar el trigo de la cizaña, porque al pretender quitar la cizaña podemos llevarnos el trigo por delante).
Manolo: (En oración) ¿De verdad Señor, tengo que aceptar esta situación con mi esposa y no hacer nada más que amarla, servirla, entregarme…? No lo entiendo, pero por amor a ti, lo haré.
Patricia: (En oración junto a Manolo): ¿De verdad Señor, tengo que comprenderle y ayudarle a actuar correctamente y no imponerme y no exigirle…? No lo entiendo, pero por amor a ti, lo haré.
Manolo: (En oración en alto ante Patricia) Hoy Señor, he tenido la tentación de pensar que le tenía que parar yo los pies a mi esposa. Sí, yo, con lo imperfecto que soy, me erigía en maestro de mi esposa, y el Maestro eres tú. Me comprometo a apoyarme en ella, en su maternidad, y en buscar juntos lo mejor para nuestros hijos.
Patricia: (En oración en alto ante Manolo) Hoy Señor, he tenido la tentación de tirar la toalla, por mi falta de aguante, por mi falta de paciencia. Perdóname, Señor. Tú eres el Maestro. Escuchando a Manolo me he dado cuenta de que le he juzgado mal. Prometo Señor, buscar lo mejor para nuestros hijos, apoyándome también en el esposo que me has dado como ayuda.
Manolo: Gracias, Señor, por mi esposa.
Patricia: Gracias, Señor, por mi esposo.

Madre,

¿Por qué nos empeñamos en creer que sabemos más que Dios? ¿Por qué nos da miedo o nos resistimos a seguir Sus caminos? Creemos que nos vamos a equivocar haciendo lo que Él dice en el Evangelio y entonces es cuando nos equivocamos. Madre, ábreme las puertas del Corazón de Dios, quiero instalarme en Él. ¡Señor, que se haga tu voluntad y no la mía!. Gloria a Dios.

Me elige ¡A mí! Comentario para Matrimonios: Mateo 9, 9-13

EVANGELIO

Sígueme. Él se levantó y lo siguió.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».

Palabra del Señor.

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Me elige ¡A mí!

Sí, lo sé. Tengo muchos defectos que puede que me recuerden continuamente. Me falta mucho por crecer personal y espiritualmente, pero es que, el Señor me quiere tal como soy ahora. No le molestan mis imperfecciones, y me ama. De entre todas las personas de la historia de la humanidad, hoy contemplo cómo Él fija Sus ojos en mí, y me elige. Y me dice: Quiero sanarte. Quiero que te sientas amado como si solamente existieses tú, porque es así como te amo. Y después, necesito que hagas algo por mí: Haz tú lo mismo con tu esposo. Sólo a ti te lo encomiendo, y te lo/la confío. Mírale con la dignidad infinita que le hemos dado. Es un don mío que te concedo. No puedes pesarle según el valor que tú le concedes con tus juicios, sino el amor que yo le tengo, y recuerda que entregué mi vida por él/ella. Y ahora, te confío esta misión en tu trato con él/ella: Misericordia quiero y no sacrificio.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Alfredo: ¿Mi hermano Pedro? Pedro es un calzonazos. Su mujer es una harpía de armas tomar. Allí donde va, monta un pollo. Pedro debe ser tonto, porque no encuentro una explicación para que siga aguantándola. Yo la habría mandado a paseo hace ya mucho tiempo. Y de paso, nos deja tranquilos a los demás.
Dolores (Madre de Pedro y Alfredo): Alfredo hijo. No me gusta que hables así de tu cuñada ni de tu hermano. Tu hermano de tonto no tiene un pelo. Eligió una mujer con mucho temperamento y no lo está teniendo fácil, pero ¿Para quién es fácil el matrimonio? Creo que Pedro lo está haciendo muy bien, y está dando todo lo que tiene y puede, para que su matrimonio crezca, para que su mujer crezca. A mí me parece una labor preciosa, y él, ya te lo digo yo, va a convertir a esa mujer, si no, al tiempo. No hay corazón que se resista a una manera de amar como la de Pedro. Siempre recordaré el caso de Santa Mónica, que se casó con un hombre violento, a sabiendas, porque pensaba que Dios le pedía convertirle. Le costó, sudor y lágrimas, por sus infidelidades y su cólera, pero lo consiguió. Y ahora es santa. Si se hubiera separado de él, nadie conocería a una tal Mónica de Hipona que vivió en el siglo IV. A ella le mereció la pena ser fiel al plan de Dios.

Madre,

Muéstrame el amor que le tienes a mi esposo, para que aprenda a amarle como Tú. Quiero rezar con él/ella y por él/ella, para que me reveles su belleza y su dignidad, quiero descubrir ante quién estoy, para no despreciarle nunca más, para no minusvalorarle nunca más. Dame esto que te pido, Madre, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

La viña que me gusta. Comentario para Matrimonios: Mateo 20, 1-16

EVANGELIO

¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:
“Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido”
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
“¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”.
Le respondieron:
“Nadie nos ha contratado”.
Él les dijo:
“Id también vosotros a mi viña”.
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:
“Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos:
“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».

Palabra del Señor.

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La viña que me gusta.

Señor, tu justicia no es nuestra justicia. Tus leyes no son las nuestras. Nosotros habíamos pensado en un matrimonio sin desavenencias, con los mismos ritmos. Sin embargo, en el matrimonio se da mucho esto de medir el trabajo, el esfuerzo y la recompensa que nos merecemos el uno y el otro.
También se da mucho que uno de los dos acoja antes la fe (normalmente son ellas). ¿Por qué? Porque has creado un matrimonio que se construye mediante el conocimiento mutuo, la comprensión, el perdón y la misericordia…

Aterrizado a la vida matrimonial:

Rosa: ¿Te acuerdas, Ramón, cuando tú no querías acoger la fe por nada del mundo? Lo pasé fatal por tu cerrazón. Ahora reconozco que debería haber confiado más en Dios. Él te acabaría llamando. Yo me tenía que haber limitado a trabajar para Él y no mirarte tanto ni recriminarte tanto que tu ritmo en el tema de la fe fuese más lento que el mío.
Ramón: Sí, claro que me acuerdo. Y todavía tienes que seguir tirando de mí de vez en cuando, pero yo agradezco mucho tus esfuerzos. Sé que, aunque me molestaba tu insistencia a pesar de mi negativa, en el fondo sé que lo hacías porque me amas.
Rosa: Pues sí, Ramón. No sabes cuánto te amo. Y estoy muy contenta de que por fin estemos juntos en esto, porque la unión espiritual es más fuerte que la muerte.
Ramón: Sí, más fuerte que la muerte. Alabado sea el Señor.

Señor,

Llámanos a seguir trabajando en nuestra viña. Te pedimos por aquellos matrimonios que vendrán más tarde, para darte gloria. Gracias por permitirnos llegar a Ti, amando a mi esposo. ¡Nos entusiasma la idea!. Estoy feliz, porque me he consagrado a Ti a través del sacramento del matrimonio. Alabado seas, Señor, porque me has dado la vocación que más me gusta.