Archivo por meses: junio 2020

Su propuesta. Comentario para Matrimonios: Juan 3, 16-18

EVANGELIO

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Palabra del Señor.

Su propuesta.

Alguno nos pregunta ¿Cómo voy a amar a mi esposo si él o ella no me ama? Dios en cambio me dice: «Con amor eterno te amé» (Jr 31,3). Esta Su propuesta y este es el gran misterio del amor de Dios. Para que pueda salvarme, la única condición es que crea de verdad en Él y en Su amor.

Y es en este misterio del amor de Dios en el que pongo mi esperanza y la esperanza de mi matrimonio. ¿Cuánto puedo esperar de un Dios que me ama con amor eterno?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juan: Cuando nos casamos creíamos que éramos iguales y que nos necesitábamos para hacernos felices mutuamente. Pero luego nos encontramos que parecíamos incompatibles.
Teresa: Me pareció que pasaba de ser mi mejor amigo a ser la persona que peor me veía.
Juan: Después aprendimos que Dios no se podía equivocar uniéndonos. Dios nos ponía en una circunstancia en la que teníamos que aprender a renunciar para poder amarnos.
Teresa: Era la prueba que necesitábamos para madurar en el amor. Aprender a amarnos en las dificultades, era aprender a amar de verdad, como Él.
Juan: Así que, a base de mucha oración, de recibir los sacramentos y de aprender a considerar que esas eran las circunstancias que nos enviaba el Señor con todo su amor infinito, nos pusimos a ello.
Teresa: Sí. Fue duro, pero nos empeñamos en ello. Tanto nos amaba Dios que nos creó para santificarnos entregándonos el uno al otro. Era un lujo poder participar del amor de Dios, de Su misión inmensa por amor.
Juan: Y Dios lo hizo posible. Entre tareas cotidianas, había miradas de cariño entre nosotros. Había un hombro en el que llorar cuando uno de los dos llegaba al límite, había mensajes de “te amo” a media mañana…
Teresa: Y el sábado por la noche, había largos ratos para compartir juntos nuestras cosas. Era nuestro momento para reavivar el amor.
Juan: Tanto nos amó Dios, que entregó su vida para hacer nuestro amor posible. No podíamos defraudarle.

Madre,

Qué hermosa es la creación, y más si cabe, nuestra redención. Es un misterio que Dios nos quiera tanto, pero tristemente, es casi más misterio que nosotros no lo acojamos. Ayúdanos, Madre a acoger cada gota, cada resquicio del amor de Dios. Alabado sea nuestro Señor, honor y gloria a Él por los siglos. Amén.

Toda mi nada. Comentario para Matrimonios: Marcos 12, 38-44

EVANGELIO

Esta viuda pobre ha echado más que nadie
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44

En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir,
un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor.

Toda mi nada.

A veces me podría quejar de mi pequeñez y de mi miseria, y pido a Dios que haya más santidad en mí. A veces puedo mirar con cierta envidia a otros a los que veo con mucha más capacidades que yo. Pero lo importante no es poseer muchos o pocos dones, lo importante es darlo todo, todo lo que tenga. Da igual que sea mucho o poco. El Señor valorará que lo dé todo. Si otros tienen más, tendrán que darlo todo igualmente. Dios espera que yo le de toda mi nada para darme Él todo Su Todo.
Así llegó a la santidad Sta. Teresita de Lisieux, entregándole su pequeñez a Dios. ¿Para qué quiero más?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ella no soporta que su esposo no sea muy creyente. Se indigna por dentro cuando no quiere acompañarla a Misa. Lo de que rece con ella, ya lo ha dado por perdido, pero es verdad que de vez en cuando se lo echa en cara. Le pide a Dios que le dé mansedumbre para no exaltarse por esta circunstancia, porque entiende que el amor exige libertad, pero a ella le gustaría vivir una amor unidos con Dios. Sin embargo, no parece posible y ella lo empeora cada vez que se indigna con él. Lucha por no hacerlo, pero se le escapa una y otra vez. Tiene un deseo tan grande de compartir ese tesoro con su esposo…
Hoy es su cumpleaños y él se ha olvidado. No la ha felicitado, no ha comprado nada. A ella le ha dolido el olvido de su esposo, pero con mucho esfuerzo, está siendo agradable con él. Hoy ha decidido no reclamar las atenciones especiales que merecería por ser su celebración de cumpleaños y ofrecerlo por su esposo.
Ella ha dado todo lo que podía y así ha hecho a Cristo presente más que si hiciesen una oración juntos. El Señor hará grandes cosas en su matrimonio.

Madre,

Que no nos exijamos más de lo que tenemos para dar y estemos contentos con los dones que hemos recibido. Eso sí, que demos todo lo recibido sin guardarnos nada para nosotros. Que amemos, como decía Sta. Teresa de Calcuta, hasta que duela. Alabado sea el Señor que valora en mucho nuestra nada.

Otra perspectiva. Comentario para Matrimonios: Marcos 12, 35-37

EVANGELIO

¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 35-37

En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó:
«¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice:
“Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies”.
Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?». Una muchedumbre numerosa la escuchaba a gusto.

Palabra del Señor.

Otra perspectiva.

Intentar entender a Dios con la mentalidad de los hombres es imposible. No se le pueden aplicar nuestros esquemas espacio-temporales ni materiales, ni pasionales. Intentar entender las cosas de Dios con nuestra mentalidad, también es absurdo. Por eso, para nuestra conversión, es imprescindible la revelación, ver todo desde Su perspectiva trascendental.
El sacramento del matrimonio también es un misterio de Dios y tengo que convertirme, nacer del Espíritu, para comprenderlo en toda su inmensidad. No valen mis lecturas ni mis juicios. Sólo vale la perspectiva de Dios que lo convierte en la relación humana más bella y más profunda.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ella se casa a pesar de que todos, incluido su padre, se lo desaconsejan. El marido tiene mal carácter y es difícil en el trato. Pero ella estaba convencida de que era la voluntad de Dios que él se convirtiera. Todo el mundo vaticinaba el fracaso matrimonial. Tal como era de esperar, él se dio al juego, y cuando volvía a casa vociferaba y se quejaba, incluso alguna vez llegó a pegarle. Pero ella jamás se quejó ni criticó a su marido, porque tiene claro que lo suyo es una misión divina (como la de todos aunque no lo reconozcamos).
Comulgaba diariamente y esto le daba la vida, y dedica gran parte de su tiempo a obras de caridad a pobres y enfermos. Pero sobre todo, sigue amando a su esposo con el objetivo de conseguir su conversión. Incluso utiliza instrumentos de penitencia. A pesar del cariño que ella ponía en todo lo que hacía, él no era capaz de ver la obra de Dios a través de ella, que sufría mucho por él, y cuando alguien intentaba consolarla, respondía quitándole importancia y diciendo: “Dios lo quiere así”.
Su esposo va a peor, y le quiere impedir incluso ir a comulgar por la mañana, aduciendo que tiene que llevarle una taza de manzanilla justamente a esa hora. Tampoco le quiere dejar ir a confesar. Aún así, ella se las ingeniaba para ir. Un día, llegan los del juzgado para resolver un asunto de una deuda de su esposo como sea. Estaba en juego su dignidad, y ella resuelve ir rápidamente y pagar la enorme deuda con sus bienes ante el asombro y casi indignación del personal de servicio. Y su esposo como si nada…

Y así año tras año. A los 20 años de casados, el esposo, Don Joaquín, por fin pide perdón a su esposa Doña Carmen, y quedó transformado totalmente actuando con ella con una mezcla de sentimiento por lo que le había hecho sufrir, y agradecimiento, hasta el asombro. Fue el esposo de la Beata Madre Carmen, que a pesar de vivir con una santa, no fue capaz de reconocer a Dios en ella por la dureza de su corazón.

Madre,

No nos cansamos de leer este testimonio, porque es la esperanza del milagro del matrimonio, cuando parece que ya no hay esperanza. En ti confiamos. Bendita seas, Madre.

Sacar partido. Comentario para Matrimonios: Mateo 26, 36-42

EVANGELIO

Mi alma está triste hasta la muerte
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 36-42

Jesús fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, y le dijo:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo:
«Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».
Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
«¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».

Palabra del Señor.

Sacar partido.

Hoy celebramos la fiesta de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. Nosotros también compartimos Su sacerdocio por el bautismo, pero ¿cómo podemos llevarlo a cabo? Vemos en el Evangelio que Cristo se ofrece al Padre, pero nosotros no somos inocentes como Él ¿Qué podemos ofrecer entonces?
Por la muerte y resurrección de Cristo, nuestra vida ha sido unida a la Suya y todo lo cotidiano se convierte en algo digno de ser ofrecido al Padre y también en medios para ser testigos del Señor ante los hombres. Cada circunstancia, cada momento, cada actividad, cada trabajo… es digno de ser ofrecido al Padre. Saquemos partido a la vida y vivamos lo cotidiano de nuestro matrimonio y nuestra familia con sobrenaturalidad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Luis: Cariño, ¿por qué después de cada cosa que haces te vas un momentito ante el crucifijo conyugal?
Alicia: Para ofrecérselo a Dios a través de Él, desde mi vocación de esposa y madre.
Luis: Y eso ¿Para qué sirve?
Alicia: Porque el Señor le ha dado a todas mis obras la posibilidad de ser ofrecidas a Dios. Yo lo hago todo para ofrecérselo a Él. Así adquieren un valor infinito, porque se unen a las obras de Cristo y pueden ayudar a muchos, a nuestros esposos e hijos para empezar. A Dios le agrada mucho esto. En cambio, si no lo haces, pues se quedan en obras mías puras y duras, que no valen nada.
Luis: ¿También valen las ofensas que recibimos?
Alicia: Sí, especialmente, puedes ofrecer tu sufrimiento unido al de Cristo.
Luis: Impresionante. Pues me apunto contigo. Avísame cada vez que vayas al crucifijo conyugal y voy contigo a ofrecer también lo mío.

Madre,

El Señor convierte en “oro espiritual” todo lo que toca, y ha tocado mi vida. Voy a aprovecharla y a sacarle partido. Alabado sea el Señor.

Experiencias inenarrables. Comentario para Matrimonios: Marcos 12, 18-27

EVANGELIO

No es Dios de muertos, sino de vivos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 18-27

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntan:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero no hijos, que se case con la viuda y dé descendencia a su hermano”.
Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección y resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella».
Jesús les respondió:
«¿No estáis equivocados, por no entender la Escritura ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten, ni los hombres se casarán ni las mujeres serán dadas en matrimonio, serán como ángeles del cielo.
Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados».

Palabra del Señor.

Experiencias inenarrables.

Cristo corrige contundentemente a los saduceos que no creían en la resurrección. Pero nos centramos ahora en la parte en que habla del matrimonio. Dice Jesús: “Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo”.

San Juan Pablo II nos dice a propósito de este Evangelio: ‘La «divinización» en el «otro mundo», indicada por las palabras de Cristo aportará al espíritu humano una tal «gama de experiencias» de la verdad y del amor, que el hombre nunca habría podido alcanzar en la vida terrena’ (S. JPII 9-12-81). ‘…la experiencia beatificante del don de sí mismo por parte de Dios, absolutamente superior a toda experiencia propia de la vida terrena…` después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad sicosomática. (S. JPII 16-12-81)

Todos seremos uno en Él y, por tanto, pierde sentido el matrimonio como medio para ser uno con mi esposo y con Dios, al igual que el resto de sacramentos, puesto que Dios se nos da plenamente. Es un inmenso tesoro el que Dios nos tiene preparado. Unas experiencias increíbles, inenarrables. Merece la pena luchar en este mundo sabiendo lo que nos espera. No nos lo podemos ni imaginar…

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marga: Pablo, no quiero separarme jamás de ti.
Juan: Ni yo de ti, Marga.
Marga: Desde que el Señor nos salvó de ese demonio que tanto nos hizo sufrir, desde que tuvo misericordia con nosotros y escuchó nuestras oraciones, te siento tan unido a mí… no concebiría vivir sin ti.
Juan: Ni yo. Me da pavor pensar que me dejases aquí solo en este mundo. Y más pavor aún pensar que nunca más volviera a estar contigo.
Marga: Pero el Señor es grande. Él es amor y no permitiría que estuviésemos separados. Él entiende de amor y sabe lo que sufrió cuando se sintió como si el Padre le hubiese abandonado.
Juan: Pero en la otra vida no existe el matrimonio.
Marga: Ya, pero existe algo más grande. Existe una unión plena. ¿Te imaginas? Algo inmensamente más grande y más gozoso que lo que estamos viviendo tú y yo. Ya no habrá caídas, no habrá dolores, ni cruces, ni enfermedades, ni tristezas. Nada más que un gozo pleno, estando tan juntos que seremos uno para toda la eternidad, con Dios.
Juan: Por ese premio, sí que merece la pena esforzarse. Prometo luchar por conseguirlo, con todas mis fuerzas.
Marga: Y yo, también, prometo luchar por conseguirlo con todas mis fuerzas.

Madre,

Tú estás ya cara a cara ante Dios. Por eso te empeñas tan insistentemente en nuestra conversión, porque sabes lo que podemos llegar a alcanzar juntos. Alabado sea el Señor que nos ha preparado tal destino.