Archivo por meses: junio 2020

¿Qué nos distancia? Comentario para Matrimonios: Mateo 8, 1-4

EVANGELIO

Si quieres, puedes limpiarme
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 1-4

Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:
«Señor, si quieres, puedes limpiarme».
Extendió la mano y lo tocó, diciendo:
«Quiero, queda limpio».
Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo:
«No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».

Palabra del Señor.

Avisos:

¿Qué nos distancia?

La lepra de hoy en día, es el pecado que corroe nuestro corazón: Corroe nuestra paciencia, nuestra fidelidad, nuestra misericordia… y nos va aislando el uno del otro. A veces nos llegamos a evitar como si fuéramos “apestados”.
El Señor me recuerda algo muy importante para aplicar en mi matrimonio: No es la impureza la que nos distancia, sino la falta de misericordia. Si Tú Señor, que eres puro, acoges con tanto cariño, ¿por qué a mí, que no lo soy, me cuesta acoger a mi esposo cuando peca?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Matrimonio Tutor ¿Por qué te quieres separar de tu esposo?
Luisa: Porque es un egoísta, un vanidoso y un soberbio.
Matrimonio Tutor: Y ¿Eso es motivo para separarte de él?
Luisa: Sí, porque me hace sufrir mucho y ya no puedo más.
Matrimonio Tutor: Piénsalo bien ¿Qué te hace sufrir, tus pecados o tu falta de misericordia para acogerle tal como es?
Luisa: Buena pregunta…
Matrimonio Tutor: Sí, está bien que lo reconozcas. Es la falta de misericordia la que nos distancia de nuestro esposo pecador. Es el momento de acercarnos a Jesús y suplicarle juntos de rodillas: Señor, si quieres puedes limpiar nuestro matrimonio.

Madre,

Rezamos un Ave María por todos los matrimonios, para los que su esposo ha dejado de ser una prioridad.

Sin sorpresas. Comentario para Matrimonios: Mateo 7, 21-29

EVANGELIO

La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 21-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Aquel día muchos dirán:
“Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”.
Entonces yo les declararé:
“Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.

Palabra del Señor.

Avisos:

Sin sorpresas.

Quien dice que ama a Dios y no ama a su esposo, miente. Porque ¿Dónde si no vamos a aplicar el Evangelio? Pone un poco los bellos de punta, porque esos a los que rechaza el Señor vivían aparentemente próximos a Él, porque andaban por la vida diciendo “Señor, Señor” y Evangelizando a otros, incluso consiguiendo que se convirtieran. Por eso les sorprende la respuesta de Jesús. Quizás su fallo fue no entregarse en su matrimonio y vivir la fe como si fueran religiosos y no como esposos, la vocación a la que Dios les había llamado.
Esforcémonos por vivir el Evangelio en nuestro matrimonio para que luego no haya sorpresas.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Matrimonio Tutor: ¿Creéis que tenéis la base bien cimentada? De lo contrario todo lo que construido encima se va ladeando hasta que algún día se derrumba completamente.
Jaime: Nos queríamos, hicimos los cursillos prematrimoniales, íbamos a Misa los domingos…
Matrimonio Tutor: ¿Os casasteis sabiendo que dejabais todo atrás para entregaros al otro? Igual que los misioneros, se van de su país, dejan todas su pertenencias, todas sus comodidades, sus caprichos… ¿Ibais con esa conciencia?
Maite: La verdad es que no. Pensábamos que seríamos felices juntos, que nos sentiríamos queridos el uno por el otro…
Matrimonio Tutor: Los esposos debemos leer bien el Evangelio y aplicarlo a nuestro matrimonio. Esa parábola que dice: El grano de trigo que cae en tierra y muere, ese da mucho fruto. O ese otro que dice: El que pierda su vida por mí, la ganará. El matrimonio es así de exigente, y así de hermoso, cuando empiezas a ver los frutos. Podemos acabar viendo a Dios en él.

Madre,

El Señor tiene sed de mi amor y yo quiero dárselo amando allí donde me ha enviado, que es en mi matrimonio, haciendo Su voluntad. Es en el corazón donde sucede todo, si no conectamos nuestros corazones, seremos como extraños. Yo quiero acceder al corazón del Señor y al de mi esposo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

¡Agarraos fuerte! Comentario para Matrimonios: Lucas 1, 57-66.80

EVANGELIO

Juan es su nombre
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66.80

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.

Palabra del Señor.

Avisos:

¡Agarraos fuerte!

Contemplamos cómo se ejecuta el plan de Dios a pesar de la resistencia de todos. El Padre envía al precursor de Su Hijo, Juan el Bautista. La mujer que lo iba a concebir en su vientre, era estéril y mayor, pero para Dios esto no es un obstáculo, al contrario, tenía que saberse que era cosa Suya y no de los hombres. El padre del niño, Zacarías, no creyó en el anuncio del ángel y se quedó mudo, para que aprendiese a creer. El niño tenía que llamarse Juan, en contra de las costumbres y la opinión de la gente, y Juan se llamó. Era el plan de Dios, y era ¡Imparable! Aquel niño sin ningún mérito propio, estaba llamado a ser el precursor del Hijo de Dios y así crecía y se fortalecía en el espíritu.

Señor ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? Somos tan poca cosa al lado del poder de Dios… Pues, queridos esposos, Dios se ha empeñado en hacernos santos a todos los que respondemos a la llamada de María, así que ¡Agarraos fuerte! Nos dejará mudos, estériles, nos hará pasar por situaciones imposibles, pero Él va a salvar la sacralidad del Matrimonio. ¡Gloria a Dios!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Enrique: Ese matrimonio está fatal. Eso no tiene arreglo.
Ana: ¿Perdona? Ese matrimonio no es obra de ellos. ¡Han sido unidos por Dios! ¿Tú sabes lo que es eso? Sólo hay un motivo que lo hace imposible y es que los esposos no queramos y le digamos que no a Su Proyecto para nosotros, porque Él ha querido respetar nuestra voluntad aunque sea todopoderoso. Pero si los esposos quisiéramos Dios arrasaría con todos nuestros y acabaría por construir un matrimonio precioso. Si todos los matrimonios confiáramos en Su amor y en Su poder, otro gallo cantaría.
Enrique: Tienes razón. Sin querer, uno mide las cosas con las fuerzas humanas. Pero fue la sospecha sobre el amor de Dios lo que nos metió en este mundo de pecado y es la confianza en Su amor lo que nos sacará de él unidos a Cristo. Y vencer el pecado es alcanzar el amor.

Madre,

No somos conscientes de la fuerza de Dios. No somos conscientes de que Él triunfará, sí o sí. Y vendrá y ante Él se postraran todos los reyes y todas las fuerzas del mal. Me siento muy feliz de ser Su hijo y de haberme puesto en Sus manos. Alabado sea el Señor que no nos abandona nunca.

La gran misión. Comentario para Matrimonios: Mateo 7, 6. 12-14

EVANGELIO

Lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo con ellos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 6. 12-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».

Palabra del Señor.

Avisos:

La gran misión.

Es cierto que no es positivo intentar transmitir las verdades del Evangelio a aquellos que van en contra ni aquellos que no están dispuestos a escuchar. Sería perder el tiempo y además se revolverían contra nosotros. Eso suele ocurrir entre esposos cuando uno de ellos cree y el otro no, y el que cree está empeñado en que el otro se convierta a base de insistirle.
A veces elijo el camino de intentar imponerme, aunque sea para lograr lo que considero algo bueno, en lugar de escoger el camino del sufrimiento, que consiste en acoger al esposo tal como es y ofrecer por amor las dificultades y dolores que sus pecados me provocan. Es un camino más estrecho y más largo, pero sólo la entrega por amor hace milagros, porque es Cristo quien los hace. Ya sé que me gustaría que todo fuese perfecto ya, pero no es lo que toca ahora. Es el momento de la expiación por los pecados míos y de los demás. Es el momento de la gran misión de la cruz redentora. Sólo tenemos una vida para responder al inmenso amor de Dios.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: Pepe, vente a rezar conmigo.
Pepe: María, estoy muy cansado, reza tú por los dos.
Marta: (Al día siguiente) Pepe, ¿Por qué no te vienes a la Eucaristía conmigo antes de ir al trabajo?
Pepe: María, ya voy los domingos ¿Es que no es suficiente? Tú te estás obsesionando un poco, me parece a mí.
Marta: (Esa misma noche) Pepe, te veo muy agobiado, como nervioso, irascible. ¿Por qué no rezas conmigo la novena al Sagrado Corazón?
Pepe: Tengo muchas responsabilidades encima y muchos problemas, y eso a ti no te importa. Sólo te importa que haga lo que tú quieres.
(Marta pide perdón a Pepe y ofrece a partir de entonces sus sufrimientos por la conversión de su esposo. Y el Señor estaba entre ellos, porque supo valorar la entrega de Marta. Pepe, admirado por el amor que transmite Marta, empieza a tener otra disposición.)

Madre,

Una vez que saboreamos el amor de Dios entre nosotros los esposos, ya no queremos otra cosa, todo lo estimamos basura, como decía San Pablo. Es tan grande, tan hermoso, tan firme… Alabado sea nuestro Señor, que nos amó hasta el extremo. A Él consagramos nuestra unión de esposos. Gloria a Dios.

Eliminar, sí. Comentario para Matrimonios: Mateo 7, 1-5

EVANGELIO

Sácate primero la viga del ojo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano»

Palabra del Señor.

Avisos:

Eliminar, sí.

Está claro que el Señor me sitúa ante uno de los grandes caballos de batalla que afectan gravemente a mi matrimonio: “No juzgues”. Si tan solo fuese capaz de evitar esto de juzgar a mi esposo… cuánto mejoraría nuestra relación. El Señor es especialmente duro frente a este problema y me advierte de que como juzgue seré juzgado. Da escalofríos. ¿Qué pasaría si el Señor me juzgase como yo juzgo a mi esposo? Paro un momento y tomo conciencia de ello. Cuántas veces le he juzgado por no tener mis capacidades, o por algo puntual sin tener en cuenta su actitud durante el resto de su vida, o sin saber todos los condicionantes, o con mi mirada oscurecida por mi pecado… Dios mío ¿Qué he hecho?. Perdóname porque no sabía lo que hacía. A partir de ahora tomaré más conciencia de que no tengo tu permiso para juzgarlo/a.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Mercedes: Manolo, nunca estás cuando te necesito. Siempre huyes.
Manolo: ¿Qué he hecho ahora, Mercedes?
Mercedes: Desde que éramos novios y tenía los problemas con tus hermanas, nunca has salido en mi defensa. Eres un egoísta y sólo te importas tú. En mí ni te fijas.
Manolo: Perdona, es que tú eres una exagerada. Todo te molesta, todo te parece que es una ofensa hacia ti. Eres una vanidosa egocéntrica.

Mercedes: Manolo, estaba oyendo esta conversación de hace dos años que teníamos grabada, antes de nuestra conversión conyugal. La verdad es que es lamentable, cómo nos mirábamos de mal el uno al otro.
Manolo: Sí, Mercedes. Produce dolor y tristeza que nos juzgáramos así mutuamente. Ahora sabemos que somos un don de Dios el uno para el otro a pesar de nuestra fragilidad. Estamos rodeados de tentaciones y tenemos que unir nuestras fuerzas y luchar juntos contra el mundo.
Mercedes: Ahora sí que te siento a mi lado, Manolo. Te siento parte de mí. Sé que me amas a pesar de tus pecados y caídas.
Manolo: Sí, ahora cuando hay cualquier problema entre nosotros, lo primero que hago es sospechar de mi mirada. Es muy probable que te esté mirando desde mi pecado, y eso no lo puedo proyectar sobre ti. Y si caes, el amor todo lo excusa… y a empezar de nuevo.
Mercedes: Gracias Dios mío por ayudarme a reconocer a mi esposo como un don. Manolo, esta conversación antigua tan desagradable, queda borrada para siempre (Pulsa: Eliminar Sí).

Madre,

Sabes que necesitamos mucha ayuda. Somos como dos niños manipulando la vajilla buena. El Señor no nos ha dado potestad para juzgar, sólo para pedir perdón y perdonar. Alabado sea el Señor, que no deja en nuestras manos una responsabilidad tan enorme la de construir un matrimonio y que nos da las armas para sanar nuestros errores. Gloria a Dios por siempre. Amén.