EVANGELIO
Gratis habéis recibido, dad gratis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.
Gratis habéis recibido, dad gratis.
No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quien hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en su casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros».
Palabra del Señor.
Tengo tanto…
Dios nos envía para que demos gratis lo que hemos recibido gratis. El problema es que he recibido tanto… Y por tanto, tengo tanto que dar… Entre esposos, nos lo damos todo gratis y desde luego, el amor que hemos recibido de Dios, de manera que entregamos Su paz y si no la reciben, que yo no pierda la paz, sino que vuelva a mí. Al fin y al cabo, doy lo que he recibido gratis.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Andrés: Cariño, te invito a que vayas a la Eucaristía a diario.
Marisa: Andrés, ¿Ya estás otra vez con eso? ¿Por qué te empeñas en que haga lo mismo que tú? Además, me parece una exageración. No hace falta tanto.
Andrés: No, Marisa, te lo digo por tu bien.
Marisa: Pues si es por mi bien, colabora más con las tareas de la casa, en lugar de irte a Misa todas las tardes.
Andrés: De acuerdo. Iré a Misa de 7 de la mañana en las monjas. Por la tarde, iré a recogerte al trabajo, y si quieres, te llevo a Misa mientras yo vuelvo a casa y me encargo de todo. Planchar, hacer la cena, bañar a los niños…
Marisa: ¿Harías eso por mí? Vas a acabar reventado.
Andrés: Por ti, y para que recibas las gracias que Dios te quiere dar, haría lo que haga falta.
Marisa: Ahora sí que me creo que me ofreces lo de la Eucaristía por amor. Perdona por haberte juzgado mal. Te amo, Andrés.
Madre,
Es cierto que en el fondo, muchas correcciones que hacemos a nuestro esposo, detrás aportan un beneficio para mí mismo, y claro, se nos ve el plumero. Ahora entiendo la condición necesaria de la gratuidad en el amor. Alabado sea el Señor.