Archivo por meses: mayo 2020

Yo en ti, Tú en mí. Comentario para Matrimonios: Juan 13, 16-20

EVANGELIO

El que recibe a quien yo envíe me recibe a mí
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 16-20

Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: «El que compartía mi pan me ha traicionado.» Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».

Palabra del Señor.

Yo en ti, Tú en mí.

Señor, el Padre está en ti, porque el que te recibe a ti, recibe al Padre. Pero ¡Cuánto de ti hay en mí! De manera que, el que me reciba a mí, te recibe a Ti y por tanto al Padre. Cuando nos servimos mutuamente, dejamos parte de nosotros en aquellos a quienes servimos y parte de ellos, queda también en nosotros. Adentrarnos en su intimidad, hace que parte de su intimidad quede inscrita en nuestros corazones. Tú viniste a servir y en esa venida te quedaste con nosotros. Tu Corazón se hizo humano y la humanidad está ya también contigo, cada uno. Ya no somos cuerpo y alma, ahora somos cuerpo, alma y Espíritu. Qué belleza hay en este donarme a mi esposo y recibir el don de mi esposo, que nos hace uno por el Espíritu que ya forma parte de nosotros. Que belleza el dinamismo del amor. Yo en Ti, Tú en mí, mi esposo en mí, yo en mi esposo, Tú en nosotros y el Padre en todos… Unidos por un mismo Espíritu.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: Esposo, tenemos que vivir con “sobrenaturalidad”. Si el Espíritu forma parte ya de nosotros, no podemos vivir como si fuésemos sólo cuerpo y alma. Nuestro cuerpo tiene que estar gobernado por nuestra alma (Entendimiento y voluntad) y nuestra alma por el Espíritu: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Ciencia, Piedad, Fortaleza y Temor de Dios. Esas son las potencias que nos rigen.
Alfonso: Ya, pero yo eso lo veo muy abstracto. ¿Cómo utilizamos ese poder del Espíritu en nuestro día a día?
Marta: Bueno, de eso no nos debemos preocupar. Tenemos que estar cerca de Él, contar con Él y ponernos a Su disposición. Después, Él actuará, y nos irá guiando entregándonos los dones que necesitemos en cada momento. Sólo estar con Él y dejarse llevar ¿Vale?
Alfonso: No lo entiendo mucho, pero confío en lo que me dices.
Marta: Pues esa es la actitud. Espíritu Santo, que habitas en nosotros, tienes vía libre. Estamos listos para que nos conduzcas.

Madre,

Recibimos al Señor con alegría en cada oración, en cada Eucaristía y trabajamos por hacer nuestra propia eucaristía entregándonos a otros en Su nombre. Cuando quiera, como quiera, donde quiera. Alabado sea el Señor.

Protagonista de la santidad. Comentario para Matrimonios: Juan 12, 44-50

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 44-50

En aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Palabra del Señor

Protagonista de la santidad.

Señor, Tú no vienes por tu cuenta sino que vienes en actitud de obediencia, enviado en el nombre del Padre, para darnos luz y salvarnos diciendo y haciendo lo que Él te diga y como Él te lo diga. Así revelas el hombre al propio hombre, como decía San Juan Pablo. Así nos enseñas a ser perfectos hombres y mujeres. Con esa actitud de docilidad, mansedumbre, obediencia…

Nosotros hemos sido creados con una vocación a la santidad, que no es otra cosa que participar de la Santidad del único Santo que es Dios. ¿Cómo hago eso? ¿Siendo muy original? ¿Con actos heroicos? No. El protagonista de la santidad no soy yo. Actuando en el nombre del Padre, del Hijo y de Espíritu Santo, de manera que, cuando me miren, no me vean a mí, sino que vean al que me ha enviado.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Laura: Carlos, es que no te esfuerzas.
Carlos: Sí que me esfuerzo, de verdad lo intento, pero es que no depende de mí.
Laura: Eso es porque no pones interés.
Carlos: Eso es porque yo no tengo el poder para cambiarme a mí mismo. Lo siento Laura, de verdad. Sé que te hago daño con mi falta de cortesía, pero es que me sale el temperamento y no puedo hacer nada. De verdad que lo intento y en seguida me arrepiento.
Laura: Pues entonces, cambiemos de estrategia y unámonos al Señor con lazos más fuertes.
Carlos: Eso sí lo veo claro. A ver si Él me contagia Su paciencia y Su mansedumbre. Necesito paz interior.
Laura: Me uno a ti para pedírsela al Señor y ofrezco los sacrificios del dolor que me causan tus respuestas impetuosas, por ti.

Madre,

Queremos mimetizarnos con Dios. ¿Tú lo ves posible? Es nuestra vocación. Ayúdanos, Llena de Gracia. Amén.

Obras que salvan. Comentario para Matrimonios: Juan 10, 22-30

EVANGELIO

Yo y el Padre somos uno
Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado, es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Palabra del Señor.

Obras que salvan.

Señor, cuando te seguimos y estamos contigo, hacemos Tus obras. Obras de misericordia, de paciencia, de alegría, de humildad… obras que salvan a otros, que lo hacen todo nuevo. Señor, me llena de esperanza que nos digas que nadie nos arrebatará de tu mano. También me siento importante para ti cuando dices que yo, lo que el Padre te ha dado, soy para ti más que todas las cosas ¡Qué importante soy para ti! Gracias Señor por amarme de esta manera.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ramón: Perdona, esposa. Me pediste que no te llevara la contraria delante de los niños y lo he vuelto a hacer. Es ese arrebato de orgullo que me impulsa a sobresalir para quedar mejor. Perdón Señor. Ayúdame a acoger a mi esposa como ministra de Tus Gracias para mí.
Teresa: Te perdono, Ramón. Sé que Tú, Señor, estás presente en este acto de amor y eso me da esperanza. Anímate, Ramón, ya verás cómo nos ayuda. Tenemos un camino precioso que construir. El camino del amor, de la Caridad Conyugal. Anda, dame un abrazo fuerte en presencia del Señor, que Él lo hace todo nuevo.
Ramón: Gracias Señor, por este don de mi esposa. Es una maravilla.

Madre,

Que nuestra vida de esposos sea una constante oración, siempre en presencia del Señor, porque siempre está presente a través de nuestro Sacramento. Qué suerte, pasear juntos con Él cada tarde. Alabado sea el Señor, que nos lleva de Su mano. Amén.

Dos condiciones. Comentario para Matrimonios: Juan 10, 1-10

EVANGELIO

Yo soy la puerta de las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Palabra del Señor.

Dos condiciones.

¿Qué mejor noticia que ser conducido por Ti, Señor? Señor, en este Evangelio, para comprometerte a ser Tú mi Pastor, me enseñas que necesitas de mí dos cosas: Un compromiso de fidelidad, es decir, que no actuaré por mi cuenta y construir una relación de confianza contigo, es decir, que construya y mantenga una relación íntima contigo en la que vaya construyendo día a día y me permita distinguir tu voz de otras voces que me distraen de mi vocación.

Lo importante no es no caer, sino oír tu voz para poder levantarme y seguirte. No son mis méritos y tirar por donde yo creo, son las mociones de tu Espíritu Santo las que construyen santos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Almudena: Estoy desconcertada. Parece que no avanzo y no sé por dónde seguir. Analizo mis caídas, las veces que te ofendo y de verdad que no soy consciente de ellas. Y al contrario, me parece que lo tuyo hacia mí sí que son ofensas y entonces eres tú el que no las ves. No entiendo nada y no sé cómo avanzar.
Luis: Yo tampoco. Yo estoy seguro de que no hago ni digo nada que pueda ofenderte y en seguida te sientes ofendida. Y tú no entiendes que yo no vea que te hago daño.
Matrimonio Tutor: Perdonad que intervengamos. Como os sigáis mirando a vosotros mismos y el uno al otro, estáis perdidos. Creemos que esto es una estrategia del demonio para crear distancia entre vosotros y para que no estéis centrados en el Señor. Nuestra recomendación es que os riais de esta situación por vuestra torpeza, por vuestra fragilidad, y que centréis vuestras miradas en el Señor. Ya veréis como Él se encarga de desliar este embrollo.
(Y así ocurrió. Almudena y Luis dejaron de darle vueltas a cada situación en la que se sentían ofendidos y simplemente le pidieron al Señor que es encargase Él de resolver todo aquello. Milagrosamente el panorama se fue despejando y el ambiente se fue relajando. El Señor les devolvió la luz que habían perdido).

Madre,

No queremos salirnos del rebaño, queremos morir siendo fieles a nuestra Iglesia, de la que Tú eres Madre. Siendo cosa Tuya y del Señor, estamos tranquilos y vamos confiados. Es un gusto sentirnos arropados por Ella. Bendita Iglesia.