Archivo por meses: mayo 2020

No mundanizarnos. Comentario para Matrimonios: Juan 17, 11b-19

EVANGELIO

Que sean uno, como nosotros
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 11b-19

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo para que también ellos sean santificados en la verdad».

Palabra del Señor.

No mundanizarnos.

Es cierto que el mundo arrastra muchísimo. Estamos expuestos a un peligro enorme: El de mundanizarnos. ¿Qué puedo hacer para que esto no ocurra? Además, tenemos que custodiar a nuestros hijos. Tengo que hacer lo que hizo Cristo cuando volvía al Padre: Pedirle a Él que nos proteja del mundo para que podamos ser uno. Esa es la petición del Señor en Su oración final: Que seamos uno como ellos. Él se ha entregado para que seamos santificados en la verdad. Me queda clara la misión, Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carmen: Hoy me estoy dando cuenta, de la responsabilidad que tengo hacia tu santidad, Marcos. San Juan Pablo dice que la pureza del corazón se consigue juntos. Dios me encomienda que no te pierdas, y resulta que, cuando estás viéndote afectado por el pecado, yo me enfado contigo o salgo huyendo para que no me salpique. ¿Pero qué estoy haciendo? Te imagino en un mar revuelto, intentando salir desesperadamente mientras las olas te cubren y te impiden respirar. ¡Menuda socorrista estoy hecha! Ese justo, es el momento de actuar en el nombre del Señor y preguntarme qué salvavidas querrá Él que yo te dispense para evitar que te pierdas, para que salgas de tu dificultad y que vuelvas al Señor.
Marcos: La verdad es que sí, que te necesito, necesito tu ayuda. Hay actitudes mías que intento controlar, por ejemplo mis reacciones impulsivas en las que salto como un resorte y no soy precisamente agradable contigo. Perdóname, sé que te hago daño, pero unas veces consigo dominarlo y otras no. No quiero herirte, Carmen. Yo también tengo una enorme responsabilidad, que es la de custodiar el amor verdadero entre nosotros, para que seamos uno.
Carmen: Yo te perdono, e intentaré ayudarte más.
Marcos: Gracias, esposa.

Madre,

Por un lado, me siento muy agradecido, porque Dios haya querido cederme la custodia de algunos de Sus hijos, y por otro lado, siento una responsabilidad enorme y cierto pesar por no estar cumpliendo con esa misión. Pero también sé que estáis rezando por mí en el cielo que el Padre nos guarda en su nombre, y eso me da una paz enorme. Descanso en el Señor. ¡Alabado sea Dios!

El testamento. Comentario para Matrimonios: Juan 17, 1-11a

EVANGELIO

Padre, glorifica a tu Hijo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 1-11a

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».

Palabra del Señor.

El testamento.

La gloria de Dios es algo inimaginable. Es un combinado de Su majestad, su Poder, Su luz, Su belleza… En definitiva, la plenitud. ¿Cómo será contemplar la gloria de Dios cara a cara? Algo tan potente que ahora solo estoy preparado para verla parcialmente. Me imagino adentrándome en un Todo que contiene el amor que ansío, la paz que necesito, la alegría que me colma… En Su creación y en Su redención hay una pequeña muestra de Su gloria, y yo formo parte de ella. Por eso mi misión de esposo es ser testigo desde mi matrimonio para que otros puedan ver un pequeño reflejo de la gloria de Dios y deseen participar de ella.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Tendero: Buenas tardes. ¿Qué desea?
Juan: Deseo hacer testamento.
Tendero: ¿Sabe Vd. que aquí el testamento es el de la vida eterna?
Juan: Ah no. ¿Eso en qué consiste?
Tendero: Pues en que no puede Vd. dejarle nada caduco a nadie. Todo lo que deje, tiene que ser para la eternidad. Lo demás, es simplemente como si no existiera.
Juan: Bien. A ver, a ver… A mi esposa le dejo una vida confortable.
Tendero: Perdone Vd. la vida terrenal se acaba, es finita. No sirve.
Juan: Bueno, pues le dejo mi esfuerzo en el trabajo.
Tendero: Oiga Vd. ¿Me toma el pelo? El esfuerzo en su trabajo forma parte del pasado ¿Cree Vd. que se lo van a estar agradeciendo para toda la eternidad?
Juan: Bueno, pero yo lo hice por amor.
Tendero: Ah! Bien! Empezamos a entendernos. Pero lo siento. No vale.
Juan: ¿Por qué?
Tendero: Porque realmente lo hizo por triunfar Vd. y por ganar más dinero. Ninguna de esas dos cosas son eternas. Lo siento.
Juan: Bueno, empezaré mejor por mis hijos. La educación. Eso sí ¿No?
Tendero: ¿Con qué fin le dio Vd. la educación?
Juan: Pues para que tuviesen un buen puesto el día de mañana.
Tendero: ¿Lo ve? No se entera Vd. Eso tampoco es eterno. Mire, no tengo todo el día. Deje pasar al siguiente mientras lo piensa. ¡Siguiente!
(Juan se echa a un lado y deja pasar al siguiente)
David (el siguiente): Buenas tardes. Yo venía a traer mi renuncia a mí mismo para entregarme a mi esposa.
Tendero. ¿Con qué fin lo hizo Vd.?
David: Para mayor gloria de Dios.
Tendero: Uf! No sé si tendremos un maletero lo suficientemente grande para guardar todo su legado.
Juan (que escuchaba desde su lado y grita): ¡Adiós! (corriendo)
Tendero: ¡Eh! ¿A dónde va?
Juan: ¡A cambiar de vida! Vuelvo en unos años…

Madre,

Pensar en que el Señor ha compartido conmigo la gloria de Dios. ¿Qué más puedo pedirle a la vida? Es lo que ansía cada milímetro de mi cuerpo y de mi alma. Gracias Señor por tu generosidad. Pagaste un alto precio, pero bendito seas por siempre. Amén.

El naufragio. Comentario para Matrimonios: Juan 16, 29-33

EVANGELIO

Tened valor: yo he vencido al mundo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios».
Les contestó Jesús:
¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

Palabra del Señor.

El naufragio.

Jesús nos dice que tengamos valor, no por decir, sino porque hay algo donde podemos agarrarnos en cualquier circunstancia. Imaginamos que estamos en un barco y éste zozobra. De repente nos encontramos en el agua, en mitad de la nada en un océano inmenso. ¿Qué angustia no? Pero de repente aparece una barca de salvamento con un marino experto que me dice: Ten valor, yo ya te he salvado. Nos daría mucha alegría y tranquilidad.
En este mundo pasamos muchas veces dificultades que nos hacen sentir angustia. Esos son los momentos en que tengo que mirar al Señor y escucharle decirme: “Ten valor, yo he vencido a todo eso que te preocupa”. A veces nos preocupa perder algo: Salud, comodidades, bienes… Y sólo tenemos una seguridad: Que habrá un día en que lo vamos a perder todo: Salud, comodidades, bienes… todo. Ese día, vendrá a por nosotros el Señor y nos dirá. ¿Lo ves? Yo he vencido al mundo. ¿Ahora crees?
Por tanto, mi única preocupación debe ser no perderle a Él.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Nacho: Sonia, estamos en un momento complicado. He perdido el trabajo, y no sé cómo vamos a hacer para mantener el nivel de vida. Tendremos que adaptarnos a la nueva situación.
Sonia (esposa de Nacho): No te preocupes, Nacho. Todo esto pasará. Sólo te pido que no perdamos nuestra unión con el Señor por la angustia o el miedo. Estamos en sus manos y ahí nos tenemos que sentir seguros. Todo lo demás son falsas seguridades. A Él nos aferramos, sólo en Él confiamos, sólo a Él adoramos.
Nacho: Tienes razón. Gracias Sonia. Igual necesito que me lo recuerdes más de una vez, porque siento que la responsabilidad recae sobre mí.
Sonia: Tú sigue luchando, tu familia estamos contigo. Te apoyamos y te ayudamos. Todo lo demás depende de Dios. De Él lo hemos recibido todo y Suyo es. Que sea Su voluntad. No necesitamos nada más que a Él, todo lo demás es superfluo. Sólo Dios basta.

Madre,

Danos el valor que necesitamos para resistir a las dificultades de al vida. La lucha es muy fuerte y a veces parece que se nos hunde el mundo. Pídele a Espíritu fortaleza para superarla confiados en el amor de Cristo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Cohete al cielo. Comentario para Matrimonios: Mateo 28, 16-20

EVANGELIO

Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra
Conclusión del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos».

Palabra del Señor.

Cohete al cielo.

Hoy celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor. Celebramos hoy que el hombre ha llegado hasta Dios, puesto que Cristo se hizo hombre. Si se celebró por todo lo alto la llegada del hombre a la Luna ¿Cómo tendríamos que celebrar esta fiesta de la llegada del hombre a Dios? Por todo lo alto, y nunca mejor dicho.

A la luna llegó el hombre en cohete ¿Cuál ha sido el sistema de propulsión para llegar al cielo? Nuestra debilidad. Por eso se gloría el Apóstol Pablo precisamente de su debilidad, que es el lugar donde él mejor experimenta la victoria de la fuerza de Dios (2 Cor 12, 9s). Es nuestra debilidad y no nuestra potencia la que Cristo utiliza para salvarnos. ¡Qué impresionantes son las cosas del Amor de Dios!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Otra vez ha vuelto a caer Juanjo en ese brote neurótico de perfeccionismo que le entra de vez en cuando. Le da por pensar que nada funciona y que tiene que ser él quien ponga orden en casa. Son unos días terribles, en que le da por enmendarle la plana a todo el mundo. La alegría desaparece de su rostro como si de una posesión se tratase, y se pone nervioso, y en plan exigente.

Hasta que se da cuenta. ¿Pero quién soy yo -se pregunta- para ponerme en este plan? ¡Como si todo dependiese de mí! ¡Por Dios! (Nunca mejor dicho). Entonces se vuelve al Padre con el corazón contrito y humillado. Allí, en la oración, descubre que tiene una esposa maravillosa, que no se la merece, que no es digno de ella, y que sus hijos son un don de Dios, a pesar de sus limitaciones y torpezas, y que su familia es un tesoro. Descubre a Dios presente en su vida, en sus cosas, descubre al Dios Humano, sí, tan cercano, que se hizo humano, pero que sentado a la derecha del Padre, tiene todo el poder.

Juanjo, después de confesarse, sale contento de esa experiencia, y vuelve a casa, otra vez como el hombre débil que tiene a Dios en su vida. Su esposa se alegra muchísimo, porque otra vez resplandece la alegría que da Dios, en la cara de su Juanjo.

Madre,

Mi Hermano Jesús, está sentado a la derecha del Padre. Y desde ahí, me cuida, me envía su gracia, intercede por mí. Qué honor ¿No? Alabado sea el Señor que hace de mi debilidad un testimonio de Su poder. A Él gloria y alabanza por los siglos. Amén.

¿Qué quieres para mí? Comentario para Matrimonios: Juan 16, 23b-28

EVANGELIO

El Padre os quiere, porque vosotros me queréis y creéis
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 23b-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Palabra del Señor

¿Qué quieres para mí?

Para pedir en nombre del Señor hay que estar en Él, hay que conocerle, porque pedir en Su nombre es pedir lo que Él pediría. Así, Cristo dice que hacía todas las cosas en el nombre del Padre, porque el Padre estaba en Él y Él en el Padre. ¿Conozco al Señor como para saber qué desea para mí en mi situación, y para mi esposo, para mis hijos…? Pues esto es lo que tengo que pedir al Padre para que nuestra alegría sea completa.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Versión oración en mi nombre.
María: Señor, por favor, que cambie este hombre que me has dado. No soporto cuando se pone a ver las noticias a la hora de comer, ¡Con lo desagradables que son! En lugar de tener un rato agradable en familia.
Pedro (rezando junto a María): Señor, por favor, que cambie mi esposa. Siempre me tiene que decir lo que tengo que hacer.

Versión oración en el nombre del Señor:
María: Señor, ¿Qué quieres de mí en los momentos en que mi esposo pone el telediario a la hora de comer? Creo que tengo razón, pero soy débil y me dejo arrastrar por mis gustos, en lugar de estar pendiente de lo que tú quieres que haga en Tu nombre. Está claro que no estoy cumpliendo tus deseos, porque mi alegría no es completa, más bien, no hay ninguna alegría en mí en esos momentos, luego te estoy fallando, Señor. Creo que lo que quieres es que participe en los gustos de mi esposo y comente las noticias con él ¿Verdad? Así superaré mi egoísmo y convertiré mi momento de enojo en un momento de entrega, de amor por ti. Ayúdame Señor a hacerlo realidad.
Pedro: Señor, sé que tú no permitirías que mi esposa creyera que todo lo sabe hacer mejor que yo, si no fuera porque de esa circunstancia quieres sacar un bien mayor. ¡Ah! ¡Claro! Entiendo, ¿Cómo no lo había visto antes? Eres Tú que quieres actuar a través de ella para que cultive la humildad y para que aprenda a amar mejor. Ayúdame Señor a hacerlo realidad.

Y la alegría de María y Pedro, fue completa.

Madre,

Habrá un día en que el Señor nos hablará del Padre y lo comprenderemos todo. Ahora nos cuesta, por nuestra limitación y por la dureza de nuestro corazón, pero el día que comprendamos al Padre, ese día lo comprenderemos todo. Es tan grande, tan hermoso, tan inalcanzable para nosotros… contemplarle será nuestra alegría. Alabado sea nuestro Dios, que es tan grande y se ha fijado en nosotros. Amén.