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¿Cómo se hace? Comentario para Matrimonios: Juan 18, 1-19, 42

EVANGELIO

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1-19, 42

¿A quién buscáis? A Jesús, el Nazareno
Cronista:
En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
+ – «¿A quién buscáis?»
C. Le contestaron:
S. – «A Jesús, el Nazareno».
C. Les dijo Jesús:
+ – «Yo soy».
C. Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+ – «¿A quién buscáis?»
C. Ellos dijeron:
S. – «A Jesús, el Nazareno».
C. Jesús contestó:
+ – «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mi, dejad marchar a estos».
C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste».
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+ – «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».
Llevaron a Jesús primero a Anás
C. La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro:
S. – «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?».
C. Él dijo:
S. – «No lo soy».
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacia frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
Jesús le contestó:
+ – «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho».
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. – «¿Así contestas al sumo sacerdote?».
C. Jesús respondió:
+ – «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.
¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy
C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
S. – «¿No eres tú también de sus discípulos?»
C. Él lo negó, diciendo:
S. – «No lo soy».
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. – «¿No te he visto yo en el huerto con él?»
C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.
Mi reino no es de este mundo
C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. – «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»
C. Le contestaron:
S. – «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos».
C. Pilato les dijo:
S. – «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley».
C. Los judíos le dijeron:
S. – «No estamos autorizados para dar muerte a nadie».
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. – «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. Jesús le contestó:
+ – «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mi?».
C. Pilato replicó:
S. – «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
C. Jesús le contestó:
+ – «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
C. Pilato le dijo:
S. – «Entonces, ¿tú eres rey?»
C. Jesús le contestó:
+ – «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».
C. Pilato le dijo:
«Y, ¿qué es la verdad?»
C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
S. – «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».
C. Volvieron a gritar:
S. – «A ése no, a Barrabás».
C. El tal Barrabás era un bandido.
¡Salve, rey de los judíos!
C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. – «¡Salve, rey de los judíos!».
C. Y le daban bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. – «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. – «He aquí al hombre».
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. – «¡Crucifícalo, crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. – «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».
C. Los judíos le contestaron:
S. – «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios».
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asusto aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús:
S. – «¿De dónde eres tú?».
C. Pero Jesús no le dio respuesta.
Y Pilato le dijo:
S. – «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?».
C. Jesús le contestó:
+ – «No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».
¡Fuera, fuera; crucifícalo!
C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. – «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César».
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía.
Y dijo Pilato a los judíos:
S. – « He aquí a vuestro rey».
C. Ellos gritaron:
S. – «¡Fuera, fuera; crucifícalo!».
C. Pilato les dijo:
S. – «¿A vuestro rey voy a crucificar?».
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. – «No tenemos más rey que al César».
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Lo crucificaron, y con él a otros dos
C. Tomaron a Jesús, y cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».
Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.
Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. – «No escribas: «El rey de los judíos», sino: «Este ha dicho: Soy el rey de los judíos”».
C. Pilato les contestó:
S. – «Lo escrito, escrito está».
Se repartieron mis ropas
C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. – «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca».
C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.
Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre
C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
+ – «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
C. Luego, dijo al discípulo:
+ – «Ahí tienes a tu madre».
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Está cumplido
C. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo:
+ – «Tengo sed».
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+ – «Está cumplido».
C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
Y al punto salió sangre y agua
C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran, Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron».
Envolvieron el cuerpo de Jesús en los lienzos con los aromas
C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Palabra del Señor.

¿Cómo se hace?

Contemplamos a Jesús, Esposo, cómo ama. Decía San Juan Pablo que un matrimonio no se puede llamar cristiano si no se asemeja a Cristo Esposo que se entrega por su Esposa la Iglesia en la Cruz. Contemplo por tanto cuánto se parece mi manera de amar en el matrimonio a la de Cristo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Jesús: Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos
Yo: ¿Me ofrezco como víctima cuando alguien ataca a mi esposo con tal de que él o ella no sufra ningún daño u ofensa? (Por ejemplo ante mi familia de origen, mis amigos…)
J: Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?
Y: ¿Trabajo por la paz acogiendo yo la violencia como voluntad de Dios para mí?
J: yo he enseñado continuamente
Y: ¿Voy hablando por ahí de mi esposo, de mi matrimonio y de mi familia como un gran don recibido de Dios?
J: Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo
Y: ¿Pongo mi confianza en mi esposo aun sabiendo que me va a traicionar?
J: Mi reino no es de este mundo…
Y: ¿Vivo mi matrimonio como el reino de Dios en este mundo?
J: Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad.
Y: ¿Con mi matrimonio soy testigo de quien es la Verdad?
J: No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto.
Y: ¿Administro la autoridad de Dios en mi familia o aplico la mía?
J: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Y: En mis momentos de más sufrimiento ¿Sigo pendiente de mi esposo y de mis seres queridos?
J: para que se cumpliera la Escritura dijo: «Tengo sed.»
Y: ¿Actúo yo siempre según la voluntad del Padre?
J: Está cumplido
Y: ¿Podré decir yo esto al final de mis días?

Madre,

No me canso de contemplar el amor de Cristo. Me parece tan admirable, tan deseado, tan coherente… No tengo palabras, pero me sobrecoge y a la vez me ruboriza… Contemplar la cruz es lo más sanador que conozco. Bendito y alabado seas por siempre, mi Señor.

Nuevos lazos. Comentario para Matrimonios: Juan 13, 1-15

EVANGELIO

Los amó hasta el extremo.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?».
Jesús le replicó:
«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dice:
«No me lavaras los pies jamás».
Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dice:
– «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dice:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

Palabra del Señor.

Nuevos lazos.

Señor, hoy me enseñas que el servicio a los demás es lo que me dignifica. Me hace asemejarme a ti. También me enseñas que cuando sirvo a mi esposo o cualquier otra persona, no entrego “algo”, sino que “me entrego”, de manera que se abre una nueva relación entre los dos. Por eso dices “Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo”, porque te estaría rechazando a ti. Por tanto, es bonito también dejarse ayudar entendiendo que así acojo al otro que se me entrega y se abre una nueva vinculación con él o ella. De alguna manera, estoy en deuda con quien me hace un servicio porque en ese acto se ha entregado a mí y me debo a él o ella. Lo grande del servicio es que nos compromete el uno al otro, que crea nuevos lazos que estrechan nuestra unión, porque en cada entrega, nos entregamos y nos acogemos mutuamente.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: Desde que nos hemos adentrado en el camino de Señor y han dejado de interesarme las cosas del mundo, me cuesta relacionarme con las personas mundanas. Hay tanto vacío en sus conversaciones, en sus gustos, en sus aspiraciones…
Luis: Ya, Marta, comprendo que no te interesen sus temas de conversación, pero también entiendo que ya no estás con ellos por tu gusto, sino en el nombre del Señor, y Él no despreció a los alejados, sino que se introdujo en su mundo amándolos para atraerlos a Él. Ese es el servicio que Dios quiere que les hagamos y eso nos implica personalmente creando lazos con ellos.
Marta: Tienes razón, Luis. Me doy cuenta cómo el demonio se me mete en la cabeza con razonamientos para intentar apartarme del camino correcto. La cuestión es que me acaba convenciendo y si no tengo una dirección espiritual o no cuento contigo, me engañaría y me arrastraría por caminos que llevan a la división. Recuerdo ese pasaje en el que dice el Evangelio que en la última cena, “ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote” que entregara a Jesús. Así nos nubla el corazón. Puede uno llegar a cometer los mayores delitos convencido de que es el camino correcto. Qué importante es tener cerca personas de Dios a las que poder consultar.

Madre,

Reconozco que a mí también me habría costado aceptar que Jesús me lavase los pies. Quizás porque me cuesta tomar conciencia de hasta qué punto se a abajado ya por mí. Su humildad es tan demoledora que me descoloca totalmente. Alabado sea el Señor al que acompañamos estos días de pasión.

Traición asumida. Comentario para Matrimonios: Mateo 26, 14-25

EVANGELIO

El Hijo del hombre se va como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?». Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». Él contestó: «ld a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?». Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, más le valdría a ese hombre no haber nacido». Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?» Él respondió: «Tú lo has dicho».

Palabra del Señor.

Traición asumida.

Lo que no fue asumido, no fue redimido, pero Tú Señor, has querido redimir también los actos de traición de los más queridos. Y ¿cómo asumiste la traición? Primero confiando en el que te iba a traicionar. Segundo, dándole una oportunidad antes de que llevase a efecto su traición y tercero, aprovechando Tu entrega para salvar al mundo. ¿Podría aprovecharse más algo tan destructivo como la traición para reconstruir tanto?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Luis: ¿En qué consiste la traición en el matrimonio?
Matrimonio Tutor: Consiste en que, cuando nos comprometimos a entregarnos a Dios a través de la entrega al esposo, traicionamos a Dios y al esposo entregándonos a otras cosas. Es muy fácil traicionarnos en el matrimonio, porque la entrega del matrimonio exige una totalidad. ¿Quién se está entregando totalmente a su esposo entregándose así totalmente a Dios?
Luis: Pues sí que es difícil, sí. Realmente nos entregamos a las argucias del demonio que es el enemigo del amor, el enemigo de la unión, el enemigo de Dios. No entregarnos el uno al otro es una traición en toda regla. Y ¿qué podemos hacer en los casos en que el esposo nos traiciona?
Matrimonio Tutor: Sólo una cosa. Compensar su traición con un acto de entrega mayor como hizo Cristo que transformó un acto por el que era entregado, en un acto de entrega voluntaria por amor.

Madre,

Dios convierte lo peor de nosotros en obras de amor puras y preciosas. Todo lo que toca lo santifica. Acércanos a Él hasta estar dentro de Su corazón. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Un cepillado. Comentario para Matrimonios: Juan 13, 21-33.36-38

EVANGELIO

Uno de vosotros me va a entregar… No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
«En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
«Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
«Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
“Donde yo voy, vosotros no podéis ir”».
Simón Pedro le dijo:
«Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
«Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
«Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
«¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

Palabra del Señor.

Un cepillado.

Pedro cree que podrá seguir a Jesús y dar su vida por Él, apoyándose en sus propias fuerzas. Jesús le enseña que no es así. En su respuesta a Pedro hay un tono un tanto irónico ¿Con que darás tu vida por mí? Le dice. Como si quisiera decirle ¿A dónde irás sin Mí? Y le hace pasar por la experiencia de la humillación de actuar sólo con sus fuerzas, lo que le lleva a negar a Jesús, no una ni dos, sino hasta tres veces, para que le quede bien clarito.

Aterrizado a la vida matrimonial:

(Ramón es impulsivo y está en un momento delicado, con ciertos por la situación en su trabajo, eso le tiene centrado en sí mismo y en sus preocupaciones. Patricia está muy volcada con los demás, y tiene a Ramón un poco abandonado. Sus gestos de cariño y su simpatía van dirigidos a otros, pero casi nunca a Ramón, en el que siempre ve lo negativo. Ramón hace aspavientos, harto porque la conversación telefónica de Patricia no acaba de terminar).
Patricia: (siente una gran tentación de contestarle: ¡Quien te has creído que eres!, pero como están los niños delante se calla, pero ya ha pecado en su corazón. Al terminar el día, en la oración, ve a Jesús cómo ante la traición de Judas, glorifica al Padre, no lo impide, no reprocha, no insulta, ni lo desprecia… Jesús le invita a sacar a la luz su deseo oscuro y al no querer Judas, Jesús le da libertad. Patricia se ve pobre y le llora a Dios, ve su gran diferencia entre cómo ella y como ama Jesús. Patricia descubre que juzga a Ramón, pero ella es igual en su corazón.)
Patricia: Somos un matrimonio frágil, vivimos tentaciones, caídas. Esto del Sacramento del Matrimonio es una obra de Dios. Tenemos que aprender a verlo con la humildad de los que se saben incapaces de las cumbres del Amor. Sólo Dios es capaz, y si no es con Su ayuda ¿A dónde iremos?. El que se hace pequeño, el que entiende que todo es un don, un don de Dios que recibo, para darlo. Eso somos. Puras mediaciones de Dios, y muchas veces intentamos hacernos protagonistas de las cosas de Dios, y exigírselo al otro. Perdóname, por exigirte lo que Dios no te ha dado y verme mejor que tú.
Ramón: es cierto ¡perdóname! Te prometí dar mi vida por ti y últimamente la estoy dando por mi trabajo. Me esforzaré en hacerlo bien.
Patricia: Yo también, me esfuerzo mucho por agradar a los demás y no a ti. Me esforzaré en hacerlo bien. Qué grande es el Señor.
Ramón: Sí. Todos nuestros esfuerzos consisten en ir haciéndonos pequeños para que Él se haga grande en nosotros y en nuestro matrimonio. Ese es el secreto del amor que se va transformando en Su Amor.

Madre,

Tú eres la llena de Gracia. Tú que ves la súplica del pobre que exclama: “No puedo más, sólo te tengo a ti”, mírame a mí. No quiero ser el Judas que no reconoce su miseria y su pequeñez. Quiero ser el Pedro que llora reconociendo su soberbia. Con Tu permiso, y aunque estemos en Semana Santa, rezo un poquito del Gloria: Porque solo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la Gloria de Dios Padre. Amén.

Detalles VIP. Comentario para Matrimonios: Juan 12, 1-11

EVANGELIO

Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 1-11

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
«Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Palabra del Señor.

Detalles VIP.

Jesús, que veía acercarse la hora de su muerte, parece que se refugia por un rato en casa de sus amigos, dejándose querer. Agradece el acto de María, ese amor que es cortés. Mientras que Judas todo lo juzga desde lo práctico que al final acaba recayendo sobre sus propios intereses. ¿Me doy cuenta de que esto me ocurre a mí a menudo? Observo que cuando tiendo a ser muy práctico, el hilo conductor de esa practicidad acaba en mí: Mi comodidad, ahorrarme trabajo… Acaba en un beneficio para mí.
En cambio, los detalles, tienen como destino a los otros. Me llevan a la generosidad, a mostrar cariño, a demostrar el amor. Si tengo detalles con mi esposo, me descentro de mí y le demuestro que estoy pendiente de él/ella.
Jesús da mucho valor a la alabanza de María. Qué importante es dedicar tiempo a alabar al Señor en nuestra oración. Sencillamente contemplar las maravillas de Dios y alabarle por su grandeza y su belleza.
A nosotros, como a Lázaro, Jesús nos ha devuelto a la vida. Cada noche tenemos que invitarle a cenar con nosotros, en agradecimiento por tanta generosidad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: El ambiente en casa sigue estando regular. Hay como una oposición incómoda que permanece entre nosotros.
Esposo Tutor: ¿Qué detalles has tenido hoy con tu esposa? ¿Qué cosas bonitas le has dicho? ¿Le has agradecido sus esfuerzos por ti y su dedicación?
Andrés: Bueno… he recogido el lavaplatos, he pasado la aspiradora. También he hecho la cama y ayer domingo hice una paella, y encima se quejó porque se me había pasado un poco.
(Mientras la esposa Tutora habla por separado con Ana, mujer de Andrés)
Esposa Tutora: Ana, ¿Tú te sientes querida porque Pablo ponga el lavaplatos?
Ana: No. Es una de las tareas que tiene asignadas.
Marta: Pues deberías. Debemos sentiros queridos por todo lo que hacemos por el otro o por la familia, aunque sea una tarea cotidiana. Pero además te pregunto: ¿Qué detalles has tenido con Andrés hoy?
Ana: La verdad, es que, fuera de las tareas del hogar, nada.
(Matrimonio Tutor: les hablan a los dos)
Matrimonio Tutor: Cuando tienen detalles con nosotros nos sentimos importantes, experimentamos que se preocupan de nosotros, que nos quieren. Las empresas lo saben y utilizan los detalles para sus clientes VIP ¿A que sí?. También con Dios debemos tener detalles con Dios. Sabemos que le gustan.

Madre,

Aprovechemos mientras estemos juntos para tener detalles el uno con el otro. Siendo delicados entre nosotros, con el Señor lo somos. Alabado sea el Señor que nos enseña las claves del Amor. Amén.