EVANGELIO
Habéis hecho de la casa de Dios una “cueva de bandidos”.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48
En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”».
Todos los días enseñaba en el templo.
Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.
Palabra del Señor.
Avisos:
- RETIRO en Salamanca: 22 – 24 noviembre. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1XM. Rezad por los frutos.
- RETIRO en Barcelona: 22 – 24 noviembre. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1YK. Rezad por los frutos.
- Anuncio en Alicante: 27 de noviembre a 20:00h en Parroquia de San Vicente Ferrer (Pza España, 1 – San vicente del Raspeig, Alicante).
- RETIRO en Valencia: 29 nov – 01 dic . Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1WF. COMPLETO.
- RETIRO en Navarra: 13-15 de diciembre. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1Xg. COMPLETO.
- Retiro en San Sebastián: 24-26 de enero de 2020. Información e inscripciones aquí: http://wp.me/p6AdRz-1ZP
- Retiro en Vigo: 31 de enero, 1 y 2 de febrero de 2020. Infórmate e inscríbete aquí: https://wp.me/p6AdRz-229
(Retiros pendientes de apertura de inscripciones. Informaremos más adelante)
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El uno en el otro.
La casa de Dios está en mí, está en ti y en nuestro matrimonio, porque ahí reside Cristo vivo. Esa es la grandeza de la dignidad que Dios nos ha dado y de la misión de Dios que nos ha conferido en nuestro Sacramento. Nuestra unión es Sagrada. ¿La vivo con esta sacralidad? O la lleno de excusas, desprecios, espíritu de dominio… ¿Qué hemos hecho del matrimonio? ¿Una cueva de bandidos que se apoderan de los dones de Dios para otros fines distintos a la unidad?
Nuestra relación de esposos es para dar gloria a Dios, es para alabar a Dios, y nada más. Le damos gloria en cada pequeño acto de entrega o acogida, cada uno de esos pequeños actos ha sido dotado por Cristo de una potencia enorme. No maltratemos el matrimonio. Convirtámoslo en la casa del Señor, en casa de oración.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Jaime: Piensa: Uy! Me va a pillar todo el tráfico de la hora punta. Me voy pitando. – Cuando ya se iba, ve sus zapatillas en el lateral de la cama – Sigue pensando: Vaya, las zapatillas, a Ana no le gusta que las deje ahí. Voy a colocarlas en su sitio. – Al cerrar la puerta, se da cuenta de que dejó los vaqueros colgados en la percha del camisón de su mujer – Siguen pensando. Vaya… no quiero que se encuentre su percha ocupada con mis pantalones. Voy a guardarlos en el armario… – Y así, pensando en su esposa y en cómo le gustan a ella las cosas, sale de casa, tarde, claro, y le pilla todo el tráfico de la hora punta. Piensa: Señor, era más importante hacer lo que le agrada a mi esposa que quitarme de todo este tráfico. Con gusto lo ofrezco por ella.
Ana: Se despierta casi a la misma hora que su esposo. Saluda al Señor y le da gracias por su esposo antes de levantarse. Le pide que sea fiel a su vocación para mayor gloria de Dios. Se quedaría un ratito más en la cama, pero decide levantarse, va en busca suya y le da un beso y un abrazo de buenos días. Casi puede percibir la sonrisa de Dios en ese momento. Después de hacer alguna de sus tareas, vuelve a charlar con él un rato mientras él se afeita… Aprovecha cualquier momento para compartir con él su día…
(Así trascurre el día entre Jaime y Ana. Pensando el uno en el otro, haciéndose la vida más agradable el uno al otro, y alabando a Dios en las cosas pequeñas de cada día. Así es como se santifican Jaime y Ana. Su matrimonio es casa de oración.)
Madre,
Nuestra vocación es hermosa y es sagrada, y si no la tratamos como tal, estamos cometiendo sacrilegio. Es la cara y la cruz de la misma moneda. Que Dios haya instaurado algo tan grande entre nosotros, nos confiere una enorme responsabilidad, y una gracia inmensa. Alabado sea Dios!