Archivo por meses: febrero 2018

No noto que me quieras. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 8, 11-13

EVANGELIO

¿Por qué esta generación reclama un signo?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 11-13

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.
Jesús dio un profundo suspiro y dijo:
«¿Por qué esta generación reclama un signo? En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación».
Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

Palabra del Señor.

Nota: Próximas misiones

  • Anuncio en Pamplona: Domingo 11 de marzo a las 13h en la Parroquia de San Fermín.
  • Retiro en Sevilla: 4 a 6 de mayo (No se ha abierto aún la convocatoria. Os mantendremos informados)

No noto que me quieras.

Jesús suspira profundamente. Se va, sin dar explicaciones. Parece que se marcha enfadado. Exigirle pruebas a Dios es muy feo y no somos quién para hacerlo. A veces actuamos como los fariseos y pedimos señales a Dios, cuando tenemos todos los días signos del inmenso amor que nos tiene. ¿Qué más signo que la vida? ¿Qué mas signo que la Eucaristía? ¿Qué más signo que el de Jesús que se entrega en la Cruz por ti y por mí?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Teresa: Hace tiempo que no noto que me quieras. Necesito una prueba de que me quieres.
Manolo: ¿Una prueba? Me he casado contigo. ¿Más pruebas quieres? Te he entregado mi vida. Soy la única persona en el mundo que te ha entregado la vida y por tanto, soy la persona que más te quiere en el mundo ¿No te parece?
Teresa: Ya, pero últimamente, parece que te has olvidado de que me entregaste tu vida, porque no hace más que pensar en ti.
Manolo: Touché. Tengo que mejorar, lo sé. Pero mi “sí” ha sido, es y será definitivo. Te amo Teresa, hasta que la muerte nos separe. Te pido perdón por las veces que no te doy todo lo que necesitas. Y le pido a Dios que me ayude a ser fiel en mi promesa de amor a ti. Porque Él es fiel y Él no nos deja nunca.
Teresa: Te pido perdón yo a ti por pedirte una prueba de amor. Eso no es amar. No sé qué me pasa, pero últimamente estoy un poco triste. ¿Me ayudas?
Manolo: Claro, mujer. Encantado de ser tu ayuda adecuada.

Madre,

Cuántas veces discutimos porque no recibimos una prueba de amor. Jesús se va sin dar ninguna prueba. El amor no exige pruebas, pero a Jesús, después de su entrega hasta la muerte, sí que no tenemos derecho a pedirle pruebas. Sólo podemos dirigirle agradecimientos. Gracias, Señor. Gracias.

Menos etiquetas y más compasión. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 1, 40-45

EVANGELIO

La lepra se le quitó, y quedó limpio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio»,
Pero, cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor.

Nota: Próximas misiones

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  • Retiro en Sevilla: 4 a 6 de mayo (No se ha abierto aún la convocatoria. Os mantendremos informados)

Menos etiquetas y más compasión.

La ley de Moisés excluía a los leprosos. Los consideraba “impuros”. El Señor en cambio, no confunde la lepra con la persona que la padece, y se com-padece de ella. Es habitual que etiquetemos a las personas por sus pecados o debilidades, poniéndoles el “es un” antes de mencionarlo: Es un vago, exagerado, egoísta, orgulloso… Jesús en cambio comprende que una persona sufre por padecer de vaguería, egoísmo, orgullo… y desea liberar a la persona de todo eso. Se compadece porque sufre con el que sufre por su pecado o debilidad.

Es importante mirar a mi esposo no por lo que “es” ahora, sino por lo que está llamado a ser. Y todos sus pecados no son parte de él/ella, de todos ellos se liberará algún día con la Gracias de Dios. Esos no forman parte de lo que “es” mi esposo, sino que los padece, y por tanto, es digno de compasión.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Lucía: A mí me cuesta mostrarle mis pecados a mi esposo.
Laura: ¿Por qué? Tus pecados no forman parte de ti. Son añadidos que tú has permitido a lo que Dios puso en ti. Pero estás llamada a liberarte de ellos. Esos pecados te hacen avergonzarte. La gente te los ve y puede que te critiquen por ellos. Lo mejor es que los vayas compartiendo con tu esposo para que te ayude a liberarte de ellos.
Lucía: Pero puede que mi esposo me juzgue mal.
Laura: Ahí está el problema. Que confundimos la persona con sus pecados y debilidades que está llamada a superar. Pero tú no te preocupes. Tú sabes que lo que quieres por encima de todo es liberarte de ellos, y que tu esposo es tu ayuda adecuada. Así que, que no te importe. Tú sabes que esos pecados no forman parte de ti, así que ¿qué más da lo que diga? Lo importante es avanzar hacia Dios. Y a tu esposo, dile que me llame para que lo hable también con él para que lo entienda ¿Vale?

Madre,

Sólo cuando somos capaces de vernos pequeños, necesitados, provocamos en nuestro esposo ese sentimiento de compasión. Que no me presente como más de lo que soy, Madre, que me haga vulnerable, que le muestre a mi esposo mis limitaciones y necesidades para que así se compadezca de mí y me ayude con la Gracia que Dios le transmite para que me la administre. Te lo pido por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Migas y espinas. Comentario del Evangelio para matrimonios: Marcos 8, 1-10

EVANGELIO

La gente comió hasta quedar saciada
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10

Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».
Le replicaron sus discípulos:
« ¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?».
Él les preguntó:
«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
«Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pronunció sobres ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

Palabra del Señor.

Nota: Próximas misiones

  • Anuncio en Pamplona: Domingo 11 de marzo a las 13h en la Parroquia de San Fermín.
  • Retiro en Sevilla: 4 a 6 de mayo (No se ha abierto aún la convocatoria. Os mantendremos informados)

Migas y espinas.

(Aterrizado a la vida matrimonial)

Empezaron a reunirse miles de matrimonios alrededor de Jesús. Matrimonios desesperados que no tenían de dónde alimentarse.

Jesús sintió compasión de ellos conmovido también por Su Madre que había percibido tanta necesidad en ellos. Si no hacía nada, muchos iban a desfallecer, y algunos venían pasando hambre desde muy lejos. Así que llamó a su Iglesia y pidió que le llevarán lo que tenían. San Juan Pablo II dijo Sí a María, y escribió dedicadas a Ella, las catequesis sobre el Amor Humano. Años después, muchos matrimonios de Proyecto Amor Conyugal, dijeron Sí a María y entregaron lo que tenían: Su tiempo, su dinero, su ilusión, su iniciativa, sus oraciones, sus sacrificios, se formaron… Los panes los ponen las esposas, que tienen más “miga”, y los peces los esposos que son más “espinosos” 😊 Migas y espinas al servicio del Señor (perdonad la pequeña broma).

Y así, al servicio de Ntra. Madre, bendecidos por el Padre, se pusieron a repartir el alimento que el Espíritu había traído de la mano de San Juan Pablo. Cientos de matrimonios se alimentaron hasta saciarse, con la sobreabundancia de la belleza y la grandeza del amor conyugal, y se llenaron de las Gracias que el Señor quiso derramar sobre ellos.

El Señor quiere embarcarse y llevar enseguida a vuestra ciudad, Su alimento para matrimonios. Esposos cristianos ¿Queréis poner a Su servicio vuestros panes y vuestros peces?

Madre,

Madre de los esposos, ruega por nosotros. Alabado sea el Señor que ha sido generoso con tantos matrimonios. ¡Gloria a Dios!

Matrimonios “Effetá”. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 7, 31 37

EVANGELIO

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 31 37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.
El, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá», (esto es: «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Palabra del Señor.

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Matrimonios “Effetá”

En el matrimonio hay mucho de sordera y muchos esposos que han enmudecido. Observamos cuando vamos en el coche, cuántos matrimonios van en silencio o uno conduciendo y el otro mirando el móvil. Muchos matrimonios han perdido el interés el uno por el otro, y ya no les interesa conocerse. Muchos nos confiesan que han dejado de mirarse a los ojos desde hace años.

Hoy el Señor viene a decirnos «Effetá»: ¡Ábrete! ¡Ábrete a tu esposo! Abre tus oídos para escucharle. Abre tus ojos para mirarle. Porque el Señor tiene mucho que darte a través de él/ella. Alabado sea el Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paula: Cuando nos dijisteis que nos miráramos a los ojos, nos costó muchísimo. Yo en realidad, le mantuve la mirada a mi esposo sólo porque me di cuenta de que él era incapaz de hacerlo. Después, cuando tuvimos que volver a mirarnos, aguantamos un poco más, pero no fuimos capaces de mirarnos relajadamente ninguno de los dos. Solamente después de confesarnos y pedirnos perdón, se desbloquearon nuestras miradas. El Señor nos había sanado. Ya no había barreras entre nosotros. Mirarnos a los ojos, mostrándonos nuestro interior, volvía a ser posible.
A la vuelta, en el coche, no parábamos de hablar. Hacía mucho tiempo que no nos contábamos tantas cosas de nosotros. Fue alucinante. Alabado sea el Señor.

Madre,

Vamos acumulando nudos y llega un momento en que nos quedamos sordos y mudos. Pedimos al Señor que se acerque a todos los matrimonios lo suficiente como para tocar nuestros oídos y nuestra lengua y que volvamos a abrirnos el uno al otro. Queremos ser matrimonios “Effetá” y sabemos que Él todo lo hace bien. Alabado seas, Señor.

La lucha no es contra el esposo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 7, 24-30

EVANGELIO

Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.
Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.
Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.
La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.
Él le dijo:
«Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella replicó:
« Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».
Él le contestó:
«Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».
Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

Palabra del Señor.

Nota: Próximas misiones

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La lucha no es contra el esposo.

El Señor dice “por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija”. La pregunta es ¿cómo lo ha dicho para merecer tal premio? Pues con humildad y con fe. Esas son las dos claves que hacen que Jesús saque los demonios de nuestro interior: Humildad y fe. Si trabajo estas dos actitudes, mi matrimonio puede cambiar diametralmente.

Observemos que lo que Jesús le dice a la mujer pagana, es duro. Yo podría reaccionar diciendo que me parece una injusticia, que Dios no actúa así, porque Él no hace distinciones entre unos y otros… Pero aquella mujer acepta las condiciones de Jesús con humildad, y el resultado es, que salva a su hija.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juan: Mi mujer está desequilibrada. Tiene unas reacciones exageradas, en las que se sale de sí y empieza a decir barbaridades. Miente con tal de dejarme mal, y toma unas represalias contra nosotros que están totalmente fuera de lugar.
Ramón: Te entiendo, Juan. Tiene que estar siendo durísimo.
Juan: El problema es que no quiere cambiar. Cree que el problema no está en ella, sino que está en todos los demás que le rodeamos. Ha estado sometida a muchas insatisfacciones y ahora ha estallado de esta manera tan incontrolada.
Ramón: Pues mucho ánimo, Juan. Tienes una durísima, pero gran labor por delante: Que se sienta comprendida. Tienes que olvidarte de si lo que te dice es duro, de las agresiones que recibes, y aceptar con humildad esta situación que Dios está permitiendo. Ahora te toca entrar en el corazón de tu esposa y descubrir qué heridas hay. Por qué reacciona de esa manera. Que te sienta a su lado, que se sienta comprendida. Ha estado muchos años en los que se ha sentido muy sola, y ahora te toca padecer por su salvación. Algún día el Señor resucitará tu matrimonio, y habrás sido artífice del amor de Dios en ella, testigo del amor de Dios en ella. Tienes esta gran misión, Juan. Que el Espíritu Santo te acompañe siempre.
(Juan se tomó en serio esta misión. Entendió que la lucha no es contra su esposa, sino contra los demonios que la tenían dominada y cegada. Juan se empeñó en salvar a su mujer y el Señor echó aquellos demonios de su corazón).

Madre,

A veces, por no aceptar nuestras limitaciones, no vemos que estamos a merced de nuestros pecados. Los demonios juegan con nosotros, con nuestros sentimientos, con nuestras razones, con nuestro amor propio… y se adueñan fácilmente de nuestra vida. Pero menos mal que nos tenemos mutuamente, para avisarnos el uno al otro y salir de esas situaciones de engaño. A ver si entendemos por fin, que somos una ayuda adecuada el uno para el otro, especialmente en el camino hacia el cielo. Alabado sea el Señor, que quiere liberarnos de todo mal. Amén.