Archivo por días: 11 julio, 2017

Haciendo hueco. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 19, 27-29

EVANGELIO

Vosotros, los que me habéis seguido, recibiréis cien veces más
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 27-29

En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».

Palabra del Señor.

 

Nota: El 19 de julio a las 20:00, primer encuentro de Proyecto Amor Conyugal en Barcelona. Para más info:

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Haciendo hueco.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Dejar cosas por Cristo. En eso consiste seguirle. Cuanto más dejemos por Él, más recibiremos, pero no solamente en la vida eterna (que ya es suficiente razón), sino en esta también. Por eso la santidad tiene tanto que ver con el matrimonio, y por eso se puede ser santo siendo un buen esposo, porque es la renuncia de uno mismo para entregarse por entero al otro en nombre del Señor, y eso es a lo más que podemos aspirar, la obra mayor que puede hacer una persona es entregarse a sí misma por Dios. ¿Quieres llegar a lo máximo que puedes aspirar? Entrégate a tu esposo y recibirás cien veces más de lo más valioso que tienes, que eres tú mismo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pepito: Mamá, ¿Cuánto vale una persona?
María: Una persona tiene un valor incalculable, hijo. Ni con todo el oro del mundo se puede comprar la vida de una persona.
Pepito: y entonces ¿Cuánto pagó Papá por ti?
María: Papá no me compró, porque es imposible comprar a una persona. Fue él quien decidió entregarse a mí y yo entregarme a él, libremente, o sea, porque quisimos. Eso significa que yo renuncio a estar pendiente de mí y me dedico a estar pendiente de él. Yo cuido de él y él cuida de mí. Eso es lo que Dios quiere que hagamos.
Pepito: Y a mí ¿Quién me cuida?
María: Entre los dos, te cuidamos, porque cuando los papás se aman, desean tener hijos y renunciar a su tiempo y sus diversiones por quererlos y cuidarlos. Eso es el amor. Cuanto más se aman los papás, más aman a sus hijos. Es como la fuente del parque. ¿Te acuerdas? Hay un chorro grande arriba del todo, que sube muy alto y cae sobre la primera concha. Cuando ésta se llena, rebosa y cae sobre la segunda concha, y cuando se llena ésta, cae sobre la tercera. Pues así es el amor. Dios es el chorro alto de donde sale toda el agua. Renuncia a sí mismo y nos da su agua. Papá y yo, renunciamos a nosotros mismos, y nos entregamos el uno al otro, y así hacemos hueco para recoger el agua de Dios. Porque lo más importante de la fuente es el agua ¿Verdad?
Pepito: Sííí. Cuando no tiene agua, no me gusta la fuente.
María: Muy bien. Pues cuando se ha llenado nuestra concha del agua de Dios, ese agua desborda y llena vuestra concha. Si renunciáis a vuestros caprichos, si no sois egoístas y pensáis en los demás, dejaréis hueco en vosotros para llenaros de nuestra agua, que viene de Dios.
Pepito: Y ¿Cuándo puedo dar yo agua a otros niños? ¿Cuándo me case?
María: Sí. Primero te estás llenando de nuestra agua, de nuestro cariño. Así estarás listo para darte a otra persona cuando seas mayor. De momento puedes ir practicando cuidando de tus hermanos, dejando tus juguetes a otros niños, y así, poco a poco aprendes a hacer hueco e tu corazoncito renunciando a tus cosas por otros. Eso es el amor, el agua que te llena y con la que llenarás a otros.
Pepito: Mami ¿Os vais a querer siempre Papi y tú?
María: Siempre, hijo. Porque el chorro de Dios no para de salir, y nosotros dejamos todo el hueco que podemos, para coger muuucha agua, y llenarnos. Así no nos falta nunca el agua, del amor de Dios.
Pepito: Biennnn!!! Somos una fuenteeee!!! Glu, glu, glu…

Madre,

La fuente del amor de Dios es inagotable. Qué pena derrochar tanto amor como derrama sobre nosotros. Permítenos, Madre, renunciar a todo, para acoger todo el amor que Dios nos quiere dar. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.