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¿Por qué conocerte? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 7-9

EVANGELIO
A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía:
«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?».
Y tenía ganas de verlo.

Palabra del Señor.

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¿Por qué conocerte?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Herodes deseaba conocerte, pero ¿Para qué?. ¿Curiosidad? ¿Tener conversaciones agradables contigo como las que mantenía con Juan el Bautista?. Pero desde luego, no parece que estuviese abierto a dejarse moldear por Ti, a juzgar por Tu silencio ante su presencia el día previo a tu Pasión. Si hubieras podido hacer algo por él, seguro que le habrías hablado. Como en aquella ocasión, le movería la curiosidad.

Pero en este Evangelio, siento que me preguntas por qué quiero conocerte más, qué interés tengo en Ti. Qué me lleva a mantener estos ratos de oración Contigo. Yo sé cuál es tu interés: Sanarme, salvarme, estar en mí, llevarme al Padre y hacerme uno con Vosotros para toda la eternidad. Y para ello estás dispuesto a todo.

Ahora miro en mi corazón y me pregunto ¿Y cuál es el mío? Siendo sincero, sé que me da paz hablar contigo, sé que me consuelas, sé que me enseñas, sé que vas entrando en mí… Me das tanto en mi relación contigo y tengo tan poco que darte. No siempre busco darte gloria, Señor, y Tú lo sabes. Pero también sabes que soy como el indigente que se muere de hambre, que pasa frío expuesto a la intemperie de la frivolidad de este mundo. Pero desde luego, estoy abierto a que me moldees, a dejarme guiar por Ti. Estoy dispuesto a sufrir y amar contigo.

Pero sé que no llegaré a conocerte si no cojo mi cruz, mi matrimonio, mi familia, mi trabajo, mis amigos… y te sigo. Si no me entrego a mi esposa como Tú a tu Esposa, como Tú: no defendiéndote nunca, callando ante las acusaciones, no mirando Tu dolor, siempre centrado en Tu misión, hablando del reino de Dios siempre, sirviendo siempre, enfrentándote a la mentira siempre sin importarte tu imagen, humillándote siempre, con el más desfavorecido siempre, con el pecador siempre, etc. En la medida en que siga Tu camino de Esposo, te iré conociendo más y me iré identificando más contigo.

En definitiva, me pregunto ¿Por qué quiero vivir Tu vida? Porque si las razones no fuesen suficientemente fuertes como para entregarte mi vida, quizás no estaría dispuesto a seguirte. Pues por una razón, porque sé lo que me amas, y no hay razón más grande.

Madre:
Muéstrame a Tu Hijo. Enséñame a estar en Él, a tener Sus mismos sentimientos. Bendito don inmenso del Padre que nos entregó a su Hijo. Por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Dios Padre omnipotente, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.