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Tres “camellos”. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 23, 23-26

EVANGELIO
Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 23-26
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo:
-«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!
Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera».

Palabra del Señor.

Tres “camellos”.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Leyendo este Evangelio, apreciamos la profunda pena de Jesús al ver a los fariseos desviados del camino. Y es que es verdad que estamos atentos a muchos detalles, vigilantes, y nos olvidamos de lo esencial, que Jesús enumera hoy como la justicia, la misericordia y la fidelidad.

¿Cuántas veces me mirará el Señor con pena, porque filtro el mosquito y me trago el camello? Hablemos de los tres “camellos” en el matrimonio:

Justicia: Se entiende por justicia el modelo de relación con los demás, en el que trato a las personas como se merecen. Ser justo es dar a cada uno lo suyo. Bien, pues ahora me toca definir quién es mi esposo: hijo de Dios, en el que reside el Espíritu Santo, amado por Dios por sí mismo con tal fuerza que se hace merecedor del sacrificio del Hijo de Dios. Sólo tengo que meditar si estoy siendo justo con él/ella y dándole lo suyo, teniendo en cuenta que merece incluso la muerte de Jesús.

Misericordia: Es una respuesta de amor de Dios, ante el pecado, el mal y la infidelidad del hombre. A nosotros se nos pide que seamos misericordiosos como el Padre. Bueno, planteémonos si respondemos a nuestro esposo ante su pecado, su mal y su infidelidad, con el mismo amor del Padre, que entrega incluso a Su único Hijo para salvarnos.

Fidelidad: No es algo con lo que se nace, sino que hay que construirla. Se trata de en un compromiso libre y sincero, de unión incondicional entre personas, por el que yo uno mi destino al tuyo independientemente de los cambios que se produzcan por el camino. Este compromiso da sentido a mi vida porque por él, descubro que soy alguien importante para alguien. Así, saber que Dios me ama por mí mismo y no va a cambiar este compromiso, me da una estabilidad personal y emocional. Ahora me toca preguntarme si estoy siendo fiel a mi compromiso de entrega total a mi esposo, a pesar de los cambios que vaya sufriendo en la vida. Puede que en algún momento, le haya amenazado incluso con abandonarle, lo que supone una grieta en su estabilidad personal. ¿Se siente mi esposo alguien tan importante para mí?.

Pues esto “sin descuidar aquello”, como dice el Señor. Pero es cierto que una cosa lleva a la otra, y si en estas tres amamos, será más fácil que amemos en el resto.

Creemos que merece la pena profundizar en nuestro matrimonio sobre estos tres “camellos”, vaya a ser que nos los estemos “tragando” ante la mirada de tristeza del Señor, mientras regañamos a nuestro esposo porque ha vuelto a caer en eso que tantas veces le he dicho que me molesta.

Madre:
Perdóname por mi manera tan torpe de amar a mi esposo. Hoy tomo conciencia de la pena que causo a tu Hijo por olvidarme de que he sido creado por amor y para amar. Perdóname, Madre.