Archivo por meses: noviembre 2015

Los peores trabajos de la casa. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 10, 21-24

EVANGELIO
Jesús, lleno de la alegría del Espíritu Santo

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 21-24
En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús:
– «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.»
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
– «¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»

Palabra del Señor.

Los peores trabajos de la casa.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Santa Teresa, es una experta en esto de la humildad y la mansedumbre. Nos dice en Camino de Perfección:
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La humildad no es el descontento de nosotros mismos, no es tampoco la confesión de nuestra miseria y de nuestro pecado, ni siquiera de nuestra pequeñez. La humildad supone en el fondo que se mire a Dios antes de mirarse a sí mismo y que se mida el abismo que separa lo finito de lo infinito. Cuanto mejor se ve esto, cuanto mejor se acepta verlo, más humilde se es.

Lo que nos da la humildad es una mirada aguda sobre la trascendencia de Dios. Cuando se ha comprendido la inmensidad de Dios, poco a poco uno se olvida de sí mismo y de sus derechos y así, se ve progresivamente liberado. Es la fascinación de Dios lo que nos hace humildes.

Hay quienes pasan el tiempo proclamándose pecadores y no son humildes porque no aceptan ser olvidados ni olvidarse. A medida que uno se interesa por Dios y se deja llevar por la corriente, aceptamos de buen grado ser sobre todo servidores inútiles y olvidados. El culmen de la humildad nos vendrá de la visión cara a Cara. Mientras tanto, cuanto más nos acercamos a Dios más crece Él en nosotros y más disminuimos nosotros. Dios solo puede vencernos ofreciéndonos su intimidad. La humildad corresponde a la medida de la intimidad que tenemos con Él.

¿Por qué razón es tan amigo nuestro Señor de la virtud de la humildad? Porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad. Más que conexión entre humildad y verdad, es equivalencia. La humildad es la verdad que ha bajado de la cabeza al corazón. Es la verdad informando la vida. Es andar en verdad ante Dios. La humildad surge y se alimenta de la contemplación de Dios.
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Después de esta definición de humildad, podemos entender que un matrimonio humilde no puede fallar. Y para llegar a ser un matrimonio humilde tenemos que acoger juntos esa intimidad que Dios nos ofrece.

Acojamos por ejemplo los peores trabajos de la casa, los que nadie ve ni valora. Esos son los que más le gustan A Dios. Son los que realizaba María, como nos recuerda el P. David Caja: Limpiar el polvo, recoger la casa, fregar… Sin embargo, los trabajos que más se notan, en los que uno “brilla” más, son peligrosos porque pueden hacer que crezca nuestra vanidad y nuestra soberbia. ¿A que funcionaría bien este planteamiento puesto en práctica en nuestro matrimonio y nuestro hogar?.

Oración: (Recomendamos las letanías de la humildad)
http://www.corazones.org/oraciones/humildad_oracion.htm

Llamada sin retorno. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 4, 18-22

EVANGELIO
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 18-22
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Palabra del Señor.

Llamada sin retorno.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Evangelio de hoy nos ayuda a reflexionar sobre el misterio de la llamada de Dios a cada uno de nosotros: Nuestra vocación.
Nosotros hemos recibido la llamada fundamental como hijos de Dios por el bautismo, y dentro de ella, cada uno desarrolla su misión (Servicio) de una manera diferente, y la nuestra es la vocación al amor en el matrimonio.

La llamada se produce en la cotidianidad de la vida, e implica siempre un cambio radical del que ha sido llamado. También implica siempre un seguimiento de Jesús, pues Él es el camino, la verdad y la vida. Así, puede haber cambios muy radicales que no tengan nada que ver con la vocación porque en ellos no se está siguiendo a Jesús. Otra característica común es que esta llamada nos “conduce a la paz”. (Lc 19, 41)

Toda llamada es un don, de manera que, si no es acogido no se produce tal don. Una vez que se acoge, se produce en nosotros un cambio de rumbo que nos implica totalmente. Pensemos en la persona que es llamada al matrimonio: Tal como nos explica San Juan Pablo II, en el Génesis se contempla cómo Dios crea al hombre (genérico), y como “no es bueno que el hombre esté solo”, y le va a hacer una “ayuda semejante”. Entonces Dios hace caer al hombre (genérico) en un “sopor”, y de él crea a la mujer, en este lenguaje simbólico tan hermoso. Después el hombre despierta como varón ante la mujer, preparado para la unión con ella. Bien, pues ese “sopor” dice San Juan Pablo II que es como volver al “no-ser”. Tan radical es el cambio del hombre que le devuelve a la no existencia para ser re-creado como esposo.

Este lenguaje tan simbólico del Génesis nos hace tener una idea de lo radical del cambio de vida que supone el matrimonio. Hoy en día, se confunde el período del noviazgo con el del matrimonio hasta tal punto que prácticamente no hay diferencias. Conviven juntos y no se produce ese cambio radical, y esto trae consigo graves problemas en la relación.

Los esposos tenemos que devolver a la “no existencia” aquella vida como personas individuales y construir algo totalmente nuevo con nuestro cónyuge. Un cambio de rumbo, un sí a Dios definitivo a la nueva misión que nos ha puesto por delante. Si nos aferramos a lo antiguo, mataremos ese nuevo yo al que estamos llamados, mucho más rico, más libre y más santo.

Oración:
Madre, recuérdanos una y otra vez aquel “haced lo que Él os diga” de las bodas de Caná. Que estemos abiertos y dispuestos a morir a nuestro pasado y dejar que Dios re-cree nuestro futuro como esposos siendo uno. Los apóstoles lo dejaron todo de inmediato. Pídele a Jesús que nos llame con tanta intensidad, que le sigamos y no seamos capaces de volver a mirar para atrás. Queremos ser uno, Madre, por Jesucristo nuestro Señor, Amén.

De frente. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 21, 25-28. 34-36

EVANGELIO
Se acerca vuestra liberación

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 25-28. 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor.

De frente.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El adviento es un tiempo de preparación para la venida del Señor. Realmente se centra en la 2ª venida, es decir, en el fin de los tiempos. Nos recuerda que todo esto se acabará algún día, y que debemos prepararnos. A la par nos preparamos para la Natividad: La venida del Niño Dios.

Ante las dificultades y los problemas, hay gente que se hunde y gente que se crece. Incluso, hay gente que se hunde en pequeñas cosas y gente que crece ante problemas graves de la vida. La diferencia entre ambos, es que los primeros intentan huir de los problemas, mientras que los segundos los afrontan y esto hace que se hagan más fuertes, se unan para luchar juntos y se enriquezcan.

Lo que Jesús nos traslada hoy, no es una amenaza, sino una advertencia de algo que ocurrirá más tarde o más temprano. Mirar nuestra muerte de frente, hace que nos fortalezcamos, nos pidamos ayuda y nos unamos para luchar juntos.

Se aproxima la Navidad. Quedan 4 semanas, y podemos dispersarnos con las compras y las luces o tomar conciencia de que viene el Salvador a liberarnos de todo aquello que nos impide amar y amarnos de verdad. Centrémonos en lo verdaderamente importante y preparémonos para la venida del Señor. Es un acontecimiento grande: La Encarnación. No hay misterio mayor.

¿Qué es lo único que realmente importa? Que en la segunda venida del Señor en el fin de los tiempos, mi esposo reciba Su abrazo. Todo lo demás no sirve.

Oración:
Señor ayúdanos a mí y a mi familia para mantenernos despiertos estos días de tantas luces y ruidos que adormecen el alma. Danos la gracia de mantenernos en pie, esperándote, como el enamorado que espera a su amado después de un tiempo sin verse.
Así deseo esperarte, Señor, sin perderme lo más mínimo de lo que venga de Ti. No dejes que mi alma se duerma, danos la “cafeína” espiritual para estar despiertos: Con un continuo esfuerzo por no pecar, no ofender a mi esposo y amarle, olvidándome de mí. Concédeme que le ayude a prepararse para recibir Tu abrazo Divino.

Pequeñas chispas de luz. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 21, 34-36

EVANGELIO
Estad siempre despiertos, para escapar de todo lo que está por venir.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor.

Pequeñas chispas de luz.

El Señor da siempre en el clavo: Que no se os embote la mente con… los agobios de la vida. Embotar tiene que ver con perder capacidades: Capacidad de percepción, de los sentidos, limitar la voluntad… Si se va llenando de cosas el día, como en un bote, y llega un momento que no hay capacidad ni para pensar, ni para sentir, ni dominar la voluntad. Lo más importante se queda fuera una y otra vez.

Pues no nos rindamos. Volvamos a ponernos el propósito de priorizar lo importante, nuestra oración, dedicarnos tiempo el uno al otro… y mientras, todo es importante: Ese cruce de miradas, un guiño, una sonrisa, hacernos reír, perdonarnos pronto. Hay un montón de gestos que parecen pequeños, como pequeñas chispas de luz en la oscuridad, pero son muy importantes, nos hacen sentirnos importantes el uno para el otro.

Dios nos lo da todo, también el tiempo, con el propósito de que lo utilicemos para volver a Él.

El Señor nos anima a que estemos siempre despiertos y que pidamos fuerza.
Empezamos el adviento. Hoy, especialmente, hacemos en este rato de oración un hueco en nuestros quehaceres, para pedirle a nuestra Madre que interceda por nuestros matrimonios, para que el Señor nos envíe fuerzas para apartar todo esto que embota nuestra mente y nos mantengamos firmes como esposos, ante el Esposo. Algún día nos llegará la hora, y ese día encontraremos la plenitud de Su abrazo.

El verano del amor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 21, 29-33

EVANGELIO
Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 29-33
En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos:
-«Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»

Palabra del Señor.

El verano del amor.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El amor no es llamativo ni coarta la libertad del amado con grandes aspavientos. Dios es amor y vino al mundo, y la señal era “un niño envuelto en pañales recostado en un pesebre”. Sólo se puede amar desde la humildad, desde la humillación de uno mismo. Lo malo de las grandes estrellas es que todo lo que les rodea queda en sombra, porque brillan tanto… Dios no es así. A veces vemos en programas de televisión esposos que hacen algo muy llamativo delante de todos, declarando su amor a su cónyuge. Nos preguntamos si no será más amor un acto nuevo al día por un bien común mayor, sin que se nadie se entere.

Es habitual en el mundo de la fe, hablar sobre el testimonio de conversión. Qué te hizo creer. Cristo dice hablando de los árboles: “cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca”. Pues eso. Cuando caminas según el Evangelio y ves que empieza a cambiar tu vida, es que Dios está cerca. No lo ves, pero experimentas los brotes.

También nosotros, que colaboramos con muchos matrimonios en su camino hacia la caridad conyugal, vemos en muchos esos brotes. En cuanto se toman en serio su relación, empieza a haber frutos. Los principios son difíciles, son como un parto, pero la Palabra no pasará y el Señor nos promete una vida plena. Pensemos en la alegría que nos promete el Señor, como la parturienta que va a dar a luz. Cuando vemos esos brotes, no hay mayor alegría, el verano del amor está al llegar.

Hoy queremos hacer con vosotros una apuesta con 3 pasos:

1- Si todos los días rezamos juntos, y vivimos los sacramentos (Confesión y Eucaristía periódica)
2- si al menos una vez al mes dedicamos un par de horas a trabajar temas del magisterio de la Iglesia sobre el matrimonio
3- y si acudimos a nuestro Sacramento del Matrimonio ¿Cómo? Haciendo esfuerzos por aplicar lo que aprendemos con un compromiso al día de entrega por el esposo

Si hacemos esas tres cosas, nuestro matrimonio irá siempre a mejor ¿Alguien apuesta?.

Cuando veáis brotes en vosotros, sabréis que el reino de Dios está cerca de vuestro hogar.

Oración:
María, mediadora de todas las gracias, muéstranos la belleza del plan de Dios, para que teniendo la sagrada familia como modelo, nos esforcemos por entregar realmente nuestras vidas por esta hermosa misión. Haz que seamos una familia unida para toda la eternidad.