Archivo por meses: junio 2015

El mal necesita ser sanado. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 38-42

EVANGELIO
Yo os digo: No hagáis frente al que os agravia

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 38-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.»

Palabra del Señor.

El mal necesita ser sanado.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Evangelio de hoy nos dice cosas muy concretas para nuestra relación matrimonial:

“No hagáis frente al que os agravia” o sea, al que nos hace mal. Como dice San Agustín (de sermone Domini, 1, 19): “… la paz perfecta quita toda venganza desde su principio.” Ésta es la paz que Cristo nos da después de resucitado, la paz perfecta. Si no respondemos al mal que nos pueda hacer nuestro esposo, viviremos la paz en nuestro corazón y en nuestra relación.

San Gregorio Magno, Moralia, 31, 13. “Más debemos temer por los ladrones, que sentir la pérdida de las cosas terrenas. Cuando se pierde la paz del corazón respecto del prójimo por una cosa terrena, se evidencia que amamos al prójimo menos que a las cosas.”
Más importante es nuestro esposo que el motivo del agravio o el enfado, que serán cosas terrenas, pasajeras, que no permanecen. Y por tanto tienen un valor inmensamente inferior al valor de nuestro esposo y de nuestra comunión.

Cuando recibo mal de mi esposo es porque éste tiene un mal (quizás la carencia del amor de Dios), y da lo que tiene, su limitación y debilidad humanas. Por eso necesita recibir bien. Necesita recibir amor, no lo olvides. La debilidad a veces se expresa con el grito de dolor. Si tu esposo te necesita en su debilidad, no huyas, dale tu corazón, tu escucha, tu comprensión, tu servicio. Acompáñale aunque te suponga dolor (te quiero en las penas). “La caña cascada lo la quebrará”.

Este Evangelio habla de la mansedumbre: Bienaventurados los mansos. Como dice Chércoles: ‘Porque tenemos poder caemos en la tentación de usar la agresividad para imponerme o defender mis derechos. Pero la dicha está en recuperar al otro: “mansedumbre”, poniéndome a su servicio.’

La mansedumbre es una actitud de donación, excelente oportunidad para ser sacramentos de la verdad y el amor, con la ayuda de Dios.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

El misterio escondido de Dios. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 4, 26-34

EVANGELIO
Era la semilla más pequeña, pero se hace más alta que las demás hortalizas

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha».
Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra».
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.

Palabra del Señor.

El misterio escondido de Dios.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Esa pequeña semilla a la que se refiere el Evangelio de hoy, la tenemos plantada en nuestro corazón desde el misterio de la creación. Es la capacidad del esposo de donarse a la esposa y viceversa. Así es como somos imagen de Dios. Por defender nuestra dignidad y nuestros derechos, por creer que nos merecemos más, nos perdemos lo más grande, porque “el que quiera salvar su vida la perderá y el que pierda su vida por mi causa, la ganará”.

Estamos sumidos en una batalla absurda por reclamar lo que no somos y nos perdemos lo más grande, vivir la verdad y el amor, la capacidad de ser personas, es decir, de ser libres para donarnos.

Todo esto lo dice San Juan Pablo II en la catequesis del 16 de febrero de 1980.

Dice que el hombre ha sido creado para el matrimonio. Nos toca ver si vivimos para el matrimonio o tenemos nuestras miras puestas en otros intereses.
Dice también que en el principio, antes del pecado, hombre y mujer no sentían vergüenza porque la mujer no era un objeto para el hombre ni viceversa, de donde se deduce que si los esposos sentimos vergüenza entre nosotros (necesidad de protegernos el uno del otro), es porque de alguna manera nos estamos tratando como un objeto el uno para el otro, con fines “utilitaristas”. Nos utilizamos para nuestro propio beneficio: puede que mis pasiones, puede que mi comodidad, o lo que creo que yo me merezco o…

Y dice que esta gracia de no sentir vergüenza, sigue inscrita en lo profundo de nuestro corazón, y esta capacidad de donarse, de darse y no pertenecerse, aun somos capaces de defenderla. Porque esta capacidad es la que nos hace ser semejantes a Dios. De esta manera podemos ser “como signo que transmite eficazmente en el mundo visible el misterio invisible escondido en Dios desde la eternidad”. Menudo pedazo de misión, inmenso honor. Cómo te podré pagar, Señor.

Por tanto, dejémonos de ridiculeces y de tonterías de defender nuestra poquedad y centremos nuestra vida en algo mucho más grande. Donarnos para participar de la vida divina, realmente. Éste es el misterio de la verdad y del amor, dice San Juan Pablo II.

Madre, Tu oración, el Magníficat, atraviesa hoy nuestro corazón y toda la historia del hombre desde el principio hasta el infinito, de generación en generación. Estas palabras vividas nos adentran en el mismo corazón de Dios para la eternidad: “porque ha mirado la humillación de su esclava”. Que aprendamos a respirar contigo, Madre de la humildad, los aires del Evangelio siendo empleado inútil, haciendo lo que tenemos que hacer: perder nuestra vida por Amor, para ganar el Amor, siendo grano de trigo que cae y muere dando así fruto abundante.

Sobre estas ramas, podrán anidar nuestros “polluelos” con tranquilidad y firmeza.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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Un camino perseverante. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 2, 41-51

EVANGELIO
Conservaba todo esto en su corazón

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó:
-«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Palabra del Señor.

Un camino perseverante.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

María Santísima y San José. Los sagrados esposos de la sagrada Familia, angustiados buscándote, Jesús.

Los esposos de hoy, también nos angustiamos cuando no te tenemos. La diferencia es que María y José desandan lo andado y no paran de buscarte hasta que dan contigo. Eso es lo principal, la perseverancia. No parar hasta encontrarte. No parar hasta que vuelvas a estar con nosotros en nuestro matrimonio y nuestra familia. Cuando ayudamos a matrimonios, nos damos cuenta de que esto es lo principal y lo más difícil. Muchos abandonan y, tristemente, se pierden. Qué hermoso ejemplo el de María y José. Dispuestos a todo para encontrarte.

Entonces, eres Tú el que le das una explicación a todo, mostrándoles cuáles debe ser tu prioridad según Tu misión. Tu prioridad es el Padre a través de Tu misión Salvadora. La mía, también es el Padre, pero desde mi misión de esposo. Tú nos has mostrado el buen camino, aunque antes hayamos tenido que desandar otros.

Y nosotros, como María, debemos guardar Tus enseñanzas en nuestro corazón. Custodiadas, como nuestra Madre, en lo más profundo. En la raíz de lo que debe ser mi amor.

Señor, Jesús. Tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero. Amando a mi esposo, te amo a Ti.

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Sagrado Corazón de Jesús. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 19, 31-37

EVANGELIO
Le traspasó el costado, y salió sangre y agua

Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 31-37
En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»

Palabra del Señor.

Sagrado Corazón de Jesús.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Es impresionante, con qué fidelidad, uno de los libros proféticos del Antiguo Testamento, relata lo que iba a ocurrir en el pasaje de hoy:
Zacarías 12, 10 Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica; y ellos mirarán hacia mí. En cuanto al que ellos traspasaron, se lamentarán por él como por un hijo único y lo llorarán amargamente como se llora al primogénito.

Hoy, celebramos el Sagrado Corazón de Jesús. El misterio insondable de Dios, escondido desde toda la eternidad, se hace visible en Jesús. Él nos deja entrar hasta su Corazón. Él nos abre su intimidad para que entremos en ella y nos refugiemos de las tormentas que azotan a nuestro alrededor.

San Agustín, ut supra. ‘abrió (Su costado), a fin de que en cierto modo se franqueara la puerta por donde brotaron los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se entra en la verdadera vida. Y sigue: «Y al instante salió sangre y agua». La sangre fue derramada por la remisión de los pecados, y el agua para suave bebida y purificación. Esto había sido prefigurado por la puerta que a Noé se le mandó abrir en el costado del arca para que entraran los animales que se habían de salvar del diluvio, en los que se simbolizaba la Iglesia. Por esta razón fue hecha la primera mujer del costado de Adán dormido, y este segundo Adán, inclinando la cabeza, durmió en la cruz, para que fuese formada su esposa y saliera de su costado durante su sueño. ¡Oh muerte que a los muertos resucitas! ¿Qué hay más puro que esta sangre? ¿Qué más saludable que esta herida?’

Y sigue el profeta en Zacarías 13, 1: “En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.”

La sangre de Jesús es la única curación para nuestro problema del pecado, para nuestra incapacidad de vivir el amor conyugal tal como lo creó Dios. La sangre de Jesucristo limpia todo pecado cuando nosotros confiamos en Él como nuestro Salvador.

Es muy hermosa la imagen de la esposa que es creada del costado de Adán, a semejanza de la Esposa que surge del costado de Cristo. Es precioso que el momento de la salvación del mundo esté tan fielmente conectado con el momento de la creación del matrimonio. Por algo decía San Juan Pablo II que del futuro de la familia dependía el futuro de la sociedad y de la Iglesia.

Esposos, Cristo nos entrega su Corazón, para que nos adentremos en Él y aprendamos juntos a amar de verdad. Como dijo Crisóstomo: No seamos como los judíos que se tragaban un camello y hacían escrúpulo de un mosquito: Después de matar al Hijo de Dios, se preocupaban de comer la Pascua tal como establecía la ley.

Acojamos con alabanzas y agradecimiento su Corazón, para vivir como esposos y colaborar así con Él en la salvación del mundo.
Sagrado Corazón de Jesús, en ti confiamos.

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Moción de confianza. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 7-13

EVANGELIO
Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«ld y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.»

Palabra del Señor.

Moción de confianza.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cristo sabe que el Reino de Dios no se compra con dinero, se encuentra con el corazón y quien no lo busca, no lo encontrará ni aunque pague todo el oro del mundo.

Comenta San Jerónimo. “de más está el poseer oro, plata o dinero. Si efectivamente lo poseyesen, darían lugar a creer que ellos predicaban, no por salvar a los hombres, sino por amor a la ganancia.”

De nada sirven el oro y la plata o poner nuestra seguridad en la túnica y las sandalias de repuesto. La seguridad estará en la generosidad mutua que es fruto del amor. Hoy me ayudas tú y mañana te ayudo yo. Este tipo de relación es imprescindible entre los esposos. No se trata de hacerse cada día más autosuficientes, sino de necesitarse cada día más. No consiste en no molestarnos el uno al otro, sino en nuestra disponibilidad generosa.

Como los discípulos eran enviados, los esposos somos enviados por Dios al matrimonio, sin red. No hay vuelta atrás ni protección posible. Nos lanzamos con la confianza puesta en Él. Y así, lo que hemos recibido gratis, Su confianza, nos la damos gratis mutuamente. Vamos también con la confianza en nuestro porvenir, como nos recuerda San Juan Crisóstomo: «¿Por ventura cuando os mandé sin saco y sin bolsillo os faltó cosa alguna?» (Lc 22,35)

Los fariseos llevaban alforjas, porque no confiaban en los alimentos de la gente. Eran impuros. Jesús anima a sus discípulos a viajar sin protección, porque la impureza no entra de fuera, sino que sale del corazón. Así debemos actuar con nuestros esposos, con la confianza de recibir lo que es y lo que tiene tal como es. Confiamos en nuestro esposo porque confiamos en Dios, que lo creó para mí y me lo entregó.

Con esa disposición de confianza mutua, podremos ir juntos a anunciar el Evangelio del Matrimonio. Es nuestra obligación. A las casas donde vayamos, a las familias, les llevaremos la paz del Señor. La paz recibida de Él: Es el resultado de los 7 dones del Espíritu. Si algún esposo o familia no lo quiere acoger, volverá a nosotros, y en aquel hogar que lo quiera recibir, nos quedamos.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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