Archivo por meses: junio 2015

¿Me quieres? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 7, 21-29

EVANGELIO
La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán: «Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?»
Yo entonces les declararé: ‘Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.»
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa ; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente. »
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.

Palabra del Señor.

¿Me quieres?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El amor es compromiso, y no sentimiento. Los sentimientos fluyen, van y vienen, suben y bajan… si estuviera nuestro amor a merced de los sentimientos tendríamos una tremenda inestabilidad en nuestras relaciones. Lo cierto es que en el amor, necesitamos estabilidad, ya que es el pilar fundamental sobre el que se basa nuestra vida, nuestros proyectos, etc.

El amor es compromiso. Así dicho, parece un poco “frío”, pero mirémoslo desde nuestra experiencia. Si alguien no se compromete con nosotros, no podemos experimentar que nos ama. Y si se compromete y no lo cumple, tampoco.

Pedro se compromete a seguir a Jesús hasta donde haga falta, sin embargo ante el peligro, lo niega. Jesús, después de resucitado, le pregunta tres veces: “Pedro, ¿Me amas?”. Si Pedro hubiera sido fiel a su compromiso Jesús no habría tenido que hacerle esa pregunta.

Por el contrario, el Caso de Abraham, un poco duro sí, pero cuando Dios le pide que sacrifique a su único hijo, Abraham lo dispone todo para llevar a cabo la voluntad del Señor hasta el final. Sólo cuando tenía el cuchillo en alto para ofrecer a su hijo en sacrificio, Dios lo detiene. Es entonces cuando Dios sella con Abraham una alianza de amor. Abraham sería el Padre de Su pueblo.

A la pregunta de ¿Me quieres?, ¿Te convencería un “Hoy sí” como respuesta?. En el amor conyugal exigimos y ofrecemos compromiso para siempre, porque el amor exige la totalidad de la persona y eso implica toda la vida.

El amor a Dios, también es una alianza y por tanto un compromiso. La alianza es Cristo: “Amaos unos a otros como yo os he amado”. El que cumpla esta alianza, ama a Dios. El que rece mucho pero no cumpla esta alianza, no está siendo fiel al compromiso de amor con Dios. Entonces la oración ¿Para qué? Para ayudarnos a hacerlo posible.

Por tanto, esposos, amaos como Dios nos ha amado. Siendo fieles a nuestra vocación de esposos, somos fieles a Dios. Así, estaremos construyendo sobre roca, nuestro amor será más fuerte que la muerte y nos sentiremos bien.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

El milagro de la fidelidad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 1, 57-66.80

EVANGELIO
Juan es su nombre

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 57-66.80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
-«¡ No! Se va a llamar Juan. »
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
-«¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Palabra del Señor.

El milagro de la fidelidad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El nombre que debía llevar aquel niño era importante:
Dice Orígenes: -. Zacarías significa “el que se acuerda de Dios”, Juan significa “el que manifiesta a Dios”. Además, la memoria se refiere a lo que está ausente y la demostración se refiere a lo que está presente. Por tanto Juan debía expresar, no la memoria de Dios como ausente, sino que debía señalarlo con el dedo como presente, diciendo (Jn 1,29): «He aquí el Cordero de Dios».-

Zacarías dudó del mensaje de Dios y quedó mudo durante un tiempo. Sin embargo, cuando llegó la hora de cumplir lo que le dijo el ángel, obedeció. Esta vez supo ser fiel a la voluntad de Dios y recuperó el habla. Después vino la gratitud y la alabanza a Dios en un canto de júbilo emocionado.
Cuántas cosas permite Dios (también en nuestro matrimonio) que no entendemos ¿No es así?. El cambio de nombre era un auténtico “disparate” en la época y sin embargo, era voluntad de Dios.

“El corazón alaba a Dios ¿Y cómo se alaba a Dios? Se alaba saliendo de sí mismos, gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da. Alabar a Dios, salir de nosotros mismos para alabar; perder el tiempo alabando.” (cf S.S. Francisco, 31 de mayo de 2013).

Sólo saliendo de nosotros mismos, podremos mirar nuestro matrimonio y a nuestro esposo (la gracia que Él nos da) y alabar a Dios.

Isabel concibió a Juan en su seno, mientras Zacarías, en silencio, recobró la fe y confianza en Dios. En ambos se da el milagro, la vida espiritual se construye a base de pequeños o grandes milagros que se dan en esa esfera íntima del alma, que sólo Dios y cada uno conoce. Pero no por ello dejan de ser milagros. Dios toca con su mano nuestras almas. «la mano del Señor estaba con él…» sí, y también está en nuestro matrimonio, porque Dios quiere engendrar un hombre y una mujer nuevos, siendo uno solo con Él, mediante la humildad, la donación y la entrega generosa.

Vemos a Isabel, con qué atrevimiento (para las costumbres de la época) pronuncia ese “¡No!” en nombre de Dios. Sin miedo, llena de confianza. El matrimonio nuevo que coopera con la acción de Dios, es consciente de su pequeñez, pero aún más de que esa «mano» divina le sostiene. La fidelidad y salir de uno mismo, son dos actitudes que nos hacen experimentar los frutos de felicidad que nos empujan a alabar a Dios.

Como Juan, nuestro matrimonio se va afianzando y fortaleciendo en el desierto, preparándose para dar testimonio del Amor de Cristo.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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La puerta de la Natividad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 7, 6.12-14

EVANGELIO
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 6.12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.»

Palabra del Señor.

La puerta de la Natividad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Nos preguntamos cómo será la puerta estrecha que lleva a la vida en el matrimonio.

Podemos intentar describirla, observando la puerta de la Basílica de la Natividad de Belén:
– No se puede cruzar cargado de cosas: Hay que desprenderse de lo material en la búsqueda del bien común.
– La puerta es muy bajita, y no hay más remedio que agacharse para entrar: Agacharse implica doblegar el orgullo y someterse el uno al otro por el Señor. Dejar atrás los criterios y convicciones humanas, para someterse a la voluntad divina que gobernará nuestro matrimonio y nuestra familia.
– Al otro lado encontramos una gruta y un pesebre, un lugar propio para un Dios que se hace pequeño, y no un Dios que busca el poder y la fama: Los deseos no deben estar orientados a alimentar mi vanidad, sino ordenados al bien del otro.
– Y lo que nos impulsa a cruzarla es el amor a ese Niño que se hace una sola carne con nosotros por Amor y que nos conduce a no hacer más que una sola carne, un solo corazón y una sola alma entre nosotros.

Solo desea cruzarla aquel que está enamorado y no le importa dejarse todo atrás con tal de abrazar al amado. El Amado tiene corona de espinas, y seguro que te pinchas al abrazar su vida, pero sólo con el sufrimiento se puede demostrar el amor sincero.

La puerta es estrecha, y los matrimonios tenemos que entrar juntos, siendo uno. Al otro lado, nos espera la Vida.

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Cambia la polaridad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 7, 1-5

EVANGELIO
Sácate primero la viga del ojo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Déjame que te saque la mota del ojo», teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»

Palabra del Señor.

Cambia la polaridad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Evangelio de hoy se refiere al talón de Aquiles de cualquier matrimonio. Tenemos la manía de juzgarnos mutuamente y corregirnos casi constantemente. Esta actitud implica dos cosas: 1 Nos creemos con más autoridad de la que tenemos (Vemos que Dios no nos da autoridad para juzgar al esposo) y 2 Nos creemos mejores, porque de lo contrario, no nos atreveríamos a corregir al esposo. En resumen, vanidad de vanidades. Solamente por juzgar al esposo, ya llevamos una viga en nuestra mirada que nos impide verle con limpieza: Una mirada vanidosa no es capaz de ver la realidad de un esposo.

Si tan solo hiciésemos una cosa, dejar de corregirnos mutuamente, nuestro matrimonio daría un gran paso adelante. Pensemos que, cada vez que nos vamos a corregir, es la vanidad de creernos mejores la que nos impulsa.

Muchos matrimonios, cuando les comentamos esto, responden “Es que, si no, ¡no va a cambiar nunca!”. Tampoco tenemos autoridad para cambiarnos el uno al otro. ¿Por qué? Muy sencillo, porque el amor no se impone. Sólo desde un sí personal, puede iniciarse un cambio, y sólo Dios puede.

Además, solemos corregir al esposo buscando una mejora egoísta para nosotros. La prueba del algodón: ¿Eres capaz de estar una semana completa sin corregir al esposo? Pruébalo y verás cómo en realidad no buscas su bien, sino que tienes ese apego de corregir dejándote llevar por tu vanidad.

Entonces ¿Qué alternativa ofrecemos para poder avanzar? La oración juntos. El Evangelio nos va iluminando el verdadero camino. Confrontando nuestra vida con el Evangelio, descubrimos todos aquellos desórdenes que nos impiden amar. Descubrirlos el primer paso. Después, cambia la polaridad, de verdugo a la de Redentor (co-redentor con Cristo) que ayuda a la recuperación: pidamos cada uno ayuda a nuestro esposo y a Dios. Así mi esposo estará legitimado para ayudarme por petición propia, tendrá mi autorización, el sí personal que hace falta para que se inicie una conversión. Además de esta forma, despertamos el sentimiento de misericordia hacia el esposo que pide ayuda y podemos ser instrumentos de la misericordia de Dios.

Sólo queda poner la confianza, en que Dios proveerá.

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Dormir sin miedo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 4, 35-41

EVANGELIO
¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 35-41
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: -«Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón.
Lo despertaron, diciéndole: -«Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: -«¡Silencio, cállate!»
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: -«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»
Se quedaron espantados y se decían unos a otros: -« ¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen! »

Palabra del Señor.

Dormir sin miedo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Remar mar adentro y es una travesía, maravillosa. Casarse, es una travesía impresionantemente bella. Tiene días movidos y días de verdadera tempestad en los que podríamos decirle a Jesús ¿no te importa que nos hundamos?. La causa primera de todo conflicto es la semilla del pecado y la angustia, en medio del desorden de una vida desordenada.

Pero Jesús vence al mar, símbolo del caos. En Él actúa un poder creador, ¡Es el Jesús vencedor! Si le seguimos, una vez terminada la primera travesía que nos debate entre Dios y el mundo, podemos estar en el mundo sin ser del mundo. Es tan intensa la huella que Dios deja, que ya no se borra nunca. Ni color con un viaje inolvidable, es verdaderamente un nacimiento nuevo. Esa travesía nos hace crecer en sabiduría y en gracia ante Dios y la gracia de Dios nos transforma la vida: la mirada, el corazón, los pensamientos, las prioridades… Entonces si se puede decir: nadie ni nada me separará del amor de Dios.

Es todo un misterio que Jesús pudiese estar dormido en medio de tal tempestad. Tenía fe y no miedo. Vemos también la vida de muchos santos, que no tienen miedo a la muerte, o vemos a los apóstoles que salen sin miedo a predicar una y otra vez a pesar de las amenazas, de la cárcel, de los latigazos. Es la presencia del Espíritu la que da semejante paz. Hoy con este Evangelio se revela el misterio del Reino presente en el poder que Jesús ejerce a favor de nosotros, los matrimonios que le seguimos.

No tenemos nada que temer con Jesús. Podemos dormir, porque confiamos plenamente en Él, como Él dormía por la confianza en el Padre. Él tiene poder sobre la materia, sobre todo aquello que existe, no sólo reina en el cielo.

“Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene, nada le falta.” (Sta. Teresa de Jesús)

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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