Archivo por meses: enero 2015

Hasta rasgar el cielo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 1, 7-11

EVANGELIO
Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 7-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan:
– «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán.
Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:
– «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

Palabra del Señor.

Hasta rasgar el cielo.

Contemplamos hoy esta bella imagen de la Santísima Trinidad.

El Hijo inicia su misión, y es bautizado por Juan. En ese momento, se rasgan los cielos y aparece el Espíritu Santo y la voz del Padre que lo bendice diciéndole “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto” en ese ejemplo de amor del Padre hacia el Hijo.
Recordamos que para el matrimonio, la Santísima Trinidad es un modelo a imitar, nuestra relación fue creada a imagen de la comunión Trinitaria. Por tanto, esta escena para nosotros es un modelo para contemplar y aprender.
Decía Benedicto XVI que ese rasgarse el cielo, es la muestra de que Cristo estaba haciendo la voluntad del Padre: “Su comunión con la voluntad del Padre abre el cielo, porque es el cielo el lugar del cumplimiento de la voluntad de Dios”.

También nosotros podemos a “abrir el cielo” si acogemos la voluntad de Dios para nuestra misión conyugal. También nosotros tenemos un predilecto, que es nuestro esposo, y también Dios, en nuestro bautismo hizo bajar el Espíritu Santo sobre nosotros. Contemplamos la escena y la llevamos a nuestra vida conyugal.

Gracias al bautismo de Jesús, sucede algo incomprensible. Esa barrera que separa a Dios del hombre, una distancia que separa al Dios omnimotente en su cielo del hombre impotente en la tierra, cae para permitir un encuentro inefable en nuestros corazones. Esa barrera que separa la Comunión Trinitaria del amor infiel e imperfecto de los esposos, cae para permitir que seamos testigos de su Amor Trinitario aquí en la tierra.

Hoy se nos manifiesta la Santísima Trinidad. En la primera lectura nos dice Isaías: “Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra…”

Así actúa nuestro Señor. Así debemos actuar entre los esposos. No nos gritaremos ni vocearemos. Cuando mi esposo/a esté debilitado por las dificultades y pecados, no lo terminaré de hundir con mis correcciones. No apagaré la llama de esperanza que le queda, sino que le sostendré y le animaré, porque Dios mismo me sostiene.

Promoveremos fielmente la verdad del amor conyugal, como Dios lo pensó. No vacilaremos hasta implantar el derecho, hasta implantar el verdadero amor conyugal en la Tierra.

Y entonces, el cielo se rasgará porque hemos sido fieles a la voluntad de Dios.

Oramos por el sínodo de la familia:
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El canal de la Gracia. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 4, 14-22

EVANGELIO
Hoy se cumple esta Escritura

Lectura del santo evangelio según San Lucas 4, 14-22a
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca.
Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
– «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

Palabra del Señor.

El canal de la Gracia.

Jesús actúa, como dice el Evangelio, “con la fuerza del Espíritu”. Esto nos revela 2 cosas. 1ª Que nosotros, como hombres, no somos fuertes y 2ª Que el Espíritu sí lo es. No sólo vamos por mal camino si no creemos la primera. También nos hundimos si no creemos la segunda. Ese mismo Espíritu, esa misma fuerza, es la que nos deja a nosotros. Por eso, los esposos estamos llamados a amarnos con el mismo amor de Cristo.

En efecto, como dice San Juan Pablo II hablando del bautismo: “Algunos estudiosos de la Biblia observan… (que) el «lavado del agua» evoca la ablución ritual que precedía a los desposorios, y que constituía un importante rito religioso incluso entre los griegos” (Catequesis 25 agosto 1982). Precioso, el bautismo precede al desposorio, y nos permite así amarnos con el amor del Espíritu recibido.

Hoy, Jesús, vienes a anunciar el Evangelio a los pobres.

El pobre de Espíritu, según palabras de San Juan Pablo II “es el que está dispuesto a usar con generosidad sus propios bienes en favor de los necesitados”.
Los judíos, acogieron el mensaje con admiración, hasta que les hablaste de algo que no estaban dispuestos a aceptar. Compartir el Reino con los que no eran judíos. Y es entonces cuando te rechazan.

Hoy nos paramos a preguntarnos: ¿Qué hay en mí, que me impide ser pobre de Espíritu? O lo que es lo mismo ¿Qué parte de la buena noticia de la comunión en el matrimonio, es la que no acepto?. ¿Son mis ideas?, ¿Mi constancia?, ¿Mis diferencias con él/ella?, ¿Es la defensa de mi imagen o de mi supuesta “dignidad”?… ¿Es que busco su admiración?…

Señor, cuánto nos cuesta escucharte en el otro. Cuánto le cuesta al mundo entender que Tú hablas a través de nuestro cónyuge. Que somos ministros de Tu Gracia el uno para el otro, una Gracia que recibimos a través del Sacramento del Matrimonio. Cuánto le cuesta al mundo entender que Tu voluntad está en obedecernos mutuamente, en agradarnos, en mirarnos con infinito respeto y admiración. Cuántas veces nos ha tenido que decir nuestro/a esposo/a: “¿ahora lo crees porque te lo ha dicho fulano….? Pero ¡si te lo llevo diciendo yo mil años!”. Señor que escuche a mi esposo/a, que crea que tu Gracia viene a través de él/ella y de su relación conmigo. Que Tú lo/la has puesto a mi lado, como ayuda adecuada para llegar hasta ti.

¿Qué hay por ahí, que me impide acoger el Evangelio en mi comunión con mi esposo/a? En esos momentos, ¿no estoy dispuesto a dar todo lo que tengo en favor de sus necesidades? ¿Rechazo a Cristo?

Señor, que ame con Tu amor, que el mío está enfermo. El Espíritu del Señor, está sobre Ti, y has venido a anunciar el año de gracia del Señor.

Oramos por el sínodo de la familia:
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Donde hay amor, no hay miedo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 45-52

EVANGELIO
Lo vieron andar sobre el lago

Lectura del santo evangelio según San Marcos 6, 45-52
Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar.
Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra.
Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo.
Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado.
Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice:
– «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.»
Entró en la barca con ellos, y amainó el viento.
Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.

Palabra del Señor.

Donde hay amor, no hay miedo.

La tradición de la Iglesia identifica la barca de los discípulos con la Iglesia. Nosotros hablaremos de la Familia, como Iglesia Doméstica.

El día que nos casamos, Cristo nos envió a navegar hasta la otra orilla, la de la comunión perfecta entre nosotros y con Dios, a la que llegaremos el día de nuestra muerte. Pero está claro, que la travesía no es fácil. Por el camino soportamos un fuerte viento en contra. Tenemos la tentación de pensar que Cristo no está con nosotros, y llegan los miedos.

Dicen que más del 90% de los miedos, tienen su origen en cosas que no han sucedido y que no sucederán jamás. Pero tememos por lo que pudiera pasar. ¿Y si pierdo el trabajo? ¿Y si le pasa algo al niño? ¿Y si nos roban la casa? ¿Y si caigo enfermo? ¿Y si no podemos pagar la hipoteca? ¿Y si me deja?… Nuestra fragilidad, tiene un aspecto positivo, y es que nos recuerda que estamos necesitados de Dios, que la única manera de vivir nuestra vida con paz es confiar en Él. ¡Hay tantos “y si…” a lo largo de la vida de una familia…! ¿Quién podría vivir tranquilo contando con sus propias fuerzas?. Dice Juan Pablo II que la fragilidad del cuerpo nos recuerda nuestra dependencia de Dios, nos habla de la existencia de Dios.

Después de vivir el milagro de la vida, de haber creado una familia, tenemos miedo de lo superfluo y nos hace sucumbir. Hay muchas personas que no duermen, con depresiones, que no ven solución…

El Señor hoy, en medio de tantos miedos, nos dice ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! Él es. No se trata de un fantasma. Es, existe y vendrá con todo su poder a subirse a la barca de la familia, si le invitamos a subir, y entonces amainará el viento. Es posible que tarde, para que tomemos conciencia de nuestra debilidad y que le necesitamos, pero al final, no nos quepa la menor duda de que vendrá y nos traerá el sosiego.

Parece que a Dios se le permite actuar solamente en la esfera espiritual, pero no en el plano material, en nuestra vida terrenal del día a día. Pero Dios es Dios, y no se mueve sólo en el mundo de las ideas; le pertenece también lo material, hoy lo vemos andando sobre las aguas ¿No será una demostración de que Él es Dios de las cosas de este mundo?. Él lo creó. Nuestra libertad no consiste en que Él no intervenga, sino en decidir responder a una amistad con Él para que nos acompañe en nuestra barca y nos ayude.

Como dice la primera lectura: “No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor”. Si tememos es porque nos falta amor. Nos falta acoger el amor de Dios y reconocer que nos ama infinitamente.

Esposos, dormid tranquilos y decidle cada noche, después del milagro de un día de travesía: Alabado seas, realmente eres Hijo de Dios. En vuestra vida tendréis muchas oportunidades de contemplar con estupor cuánto os ama.

Oramos por el sínodo de la familia:
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Admírate de lo que Jesús hace con nuestro amor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 34-44

EVANGELIO
Jesús se revela como profeta en la multiplicación de los panes

Lectura del santo evangelio según San Marcos 6, 34-44
En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle:
– «Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer.»
El les replicó:
– «Dadles vosotros de comer.»
Ellos le preguntaron:
– «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»
Él les dijo:
– «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.»
Cuando lo averiguaron le dijeron:
– «Cinco, y dos peces.»
Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.
Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.
Los que comieron eran cinco mil hombres.

Palabra del Señor.

Admírate de lo que Jesús hace con nuestro amor.

“Viendo a la gente, le dio lástima”. Nosotros tendemos a mirar al otro como el “malo”, el incorregible, porque “yo, desde luego, no habría hecho eso”. Hoy Cristo mira a mi esposo (en genérico) y le da lástima, porque ve su necesidad, ve mi necesidad y nos enseña, con calma. Dicen que las prisas no son de Dios, porque el Demonio tiene los días contados, sin embargo, de Dios es toda la eternidad. Qué bonito, “con calma”.

En el Catecismo dice que los esposos hemos sido creados el uno PARA el otro como un AUXILIO en representación del auxilio que es Dios para nosotros. Algunas veces hemos dado gracias a Dios por los dones que nos da a través de nuestro esposo.

Hoy en el Evangelio, Cristo nos dice a cada uno expresa y personalmente: – Dale de comer, ¿Cuántos panes tienes? Ve a ver – Porque tu esposo tiene un hambre que solamente a través de ti se puede saciar. Dios te dio lo que necesita. Es la llamada específica a ejercer nuestra vocación al amor conyugal. A Jesús le basta una pizca de disponibilidad y generosidad para transformar nuestro matrimonio: mis panes y peces al servicio de mi esposo. Es poco, ya lo sabemos.

Quizás el problema sea, que nos creemos suficientes. Que incluso nos puede parecer poco lo que nos da nuestro esposo (en genérico) en relación a lo que le damos. Quizás lo primero es “ir a ver” cuántos panes tengo realmente, para darme cuenta de que no tengo ni para empezar a saciar su hambre. Por tanto, si tengo más dones o menos que tú, es irrelevante. Ninguno de los dos tiene ni el mínimo suficiente. No sirve la competitividad en el camino hacia Dios, sino servicio.

Pero el Señor sigue hablando y le pide a mi esposo que se recueste y se prepare para saciarse de aquello que necesita. A mí me pide todo lo que tengo y todo lo que soy para entregárselo. Efectivamente, si damos a nuestro esposo todo lo que tenemos, no será suficiente, porque tiene sed de un amor infinito (el de Dios). Tenemos que ofrecérselo primero a Jesús y Él lo transformará y hará el milagro de la sobreabundancia. Aunque quede poco amor, aunque esté herido y maltrecho, dáselo a Jesús y Él lo multiplicará hasta que sobren muchos cestos llenos. Sorprendentemente, dará también para alimentar a nuestro alrededor: Hijos, familiares, amigos…

Levantemos los ojos al Padre con Cristo, bendigámosle con Él y pongamos nuestra confianza en la sobreabundancia con la que Dios responde.
No olvidemos lo que nos ama. Siente lástima por los que le necesitamos y no piensa dejarnos ir.

Señor, Tú puedes obrar el milagro. Haznos uno, como Tú y el Padre sois uno.

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El misterio de la Sencillez. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 4, 12-17. 23-25

EVANGELIO
Está cerca el reino de los cielos

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 12-17. 23-25
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías:
«País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
– «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba.
Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania.

Palabra del Señor.

El misterio de la sencillez.

A aquellos matrimonios, que habitan en tinieblas en sombra de muerte, una luz les brilló, entonces (dice el Evangelio) comenzó Jesús a predicar: convertíos porque está cerca el reino de los cielos.

La conversión de los Magos, dice el Papa Francisco, que consiste en que “Los Magos han entrado en el misterio. Han pasado de los cálculos humanos al misterio, y éste es el camino de su conversión”. Al hablar de misterio no pensemos en algo muy complejo y elevado. Los Magos “son modelos de conversión a la verdadera fe porque han dado más crédito a la bondad de Dios que al aparente esplendor del poder”. Se convierten al adorar al Niño recostado en un pesebre y envuelto en un pañal. ¿Somos capaces de descubrir este misterio en la sencillez de nuestro/a esposo/a?. Ahí, en lo sencillo, reside Dios.

A veces predicamos sin ser luz y espantamos, queremos convertir quizás a nuestro esposo/a, hijos, cuñados… O incluso a todos juntos, pero primero debemos ser luz y ¿qué es ser luz? A veces nos podemos creer luz por alimentarnos de Dios, pero en realidad somos fogonazos fríos, que cegamos aún más, espantando a los que nos rodean. La luz de Dios debe ser cálida, es decir, que cala por su calor. Entonces, como Jesús, podremos proclamar la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de nuestro esposo/a, hijos, familia…

Como dice San Pablo a las mujeres: Esposas que vuestros esposos se conviertan, no por vuestros peinados…sino por vuestra actitud.

Dios mío me mandas ser luz, dame un corazón humilde, manso y misericordioso para poder Amar como Tú en la tiniebla, para que no me convierta yo en tiniebla sino que por Tu humildad sea luz. Dámelo Señor, no te lo pido por gozar… Sino por darte gloria.
Gracias Dios mío.

Oramos por el sínodo de la familia:
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