Lo que tenéis, lo que habláis y lo que hacéis.
Aprovechando que hoy celebramos la onomástica de San Juan Crisóstomo, recurrimos a un comentario suyo en relación a este Evangelio:
Crisóstomo in Mat. hom. 43. Es una consecuencia natural que cuando la malicia vive en nuestro interior, las palabras inoportunas salgan por nuestra boca; por lo que, cuando oigas a alguna persona que profiere palabras poco honestas, no creas que se oculta en él menos malicia, que la que expresa por medio de la palabra; antes bien entiende que la fuente es más caudalosa que el arroyo.
Cuando una persona critica a otra, muestra que la malicia que hay en su corazón es aún mayor que las palabras que profiere. Si además la persona a la que critica es su esposo/a, se está criticando a sí mismo, puesto que Dios nos ha hecho uno.
Jesús dice que “lo que rebosa del corazón lo habla por la boca”. Es necesario por tanto que el corazón esté lleno de amor para poder sembrar amor, que esté lleno de paz para transmitir paz, que esté lleno de alegría para transmitir alegría. ¿Es esto lo que transmites? Si la respuesta es no, revisa tu corazón. ¿Hablas de cosas negativas o reproches? ¿Suele haber quejas, insatisfacciones o tristeza en tu vida (independientemente de los accidentes de tu entorno)?… Revisa tu corazón.
Sólo el Espíritu llena de amor el corazón, sólo el Señor lo llena de paz y sólo de la coherencia con nuestra misión nace la alegría. Si hablar de Dios es algo extraño en tu vida, entre los tuyos ¿Qué hay en tu corazón?.
Y del corazón a la acción. Hoy el Señor nos pregunta a todos los matrimonios cristianos ¿Por qué me llamáis “Señor, Señor” y no hacéis lo que digo? Es la falta de coherencia de la que hablábamos. Lo importante es hacer la voluntad del Padre: “El que escucha mis palabras y las pone por obra”.
Ese construir sobre roca es un recorrido, un proceso. Jesús habla primero del árbol: Sano o Dañado y después habla de Poner por Obra. El árbol que no aprovecha el alimento del cielo (el alimento de la oración y de los sacramentos), se daña y no da fruto. Si no deja correr la sabia de la Palabra y del Espíritu por su interior hasta que riegue todas las ramas de su vida, no da fruto. El árbol que no da fruto, pierde su valor, sólo sirve para cortarlo y echarlo al fuego.
¿quieres ser un matrimonio-árbol sano? Cristo nos muestra el Camino:
Edificad sobre Cristo: leed la Palabra juntos, hablad de Dios y de la misión que os ha encomendado, que el Evangelio llene todos los recovecos de nuestra vida, alabemos juntos a Dios por todo lo que nos da, poner por obra el Evangelio y daréis fruto abundante, vuestro corazón rebosará amor, paz y alegría. Y Dios lo hará todo, la zarza llegara a ser deliciosa higuera. Juntos daremos gracias el uno por el otro, hablaremos y pensaremos bien del esposo… desearemos servirle y hacerle feliz sin mirar lo que él hace, dejarán de existir los reproches, insatisfacciones…
Oramos con el salmo: ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre.