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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba.
Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice:
«Sígueme».
Se levantó y lo siguió.
Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que lo seguían.
Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos:
«¿Por qué come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y les dijo:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
Menos es más.
Hay que conocer el Corazón del Señor para entender este Evangelio. Su corazón arde de amor por nosotros. Dice el Papa Francisco en Dilexit nos que «Jesús aportó la gran novedad del reconocimiento de la dignidad… sobre todo, de aquellas personas que eran calificadas de “indignas”… nuevo principio… por el que el ser humano es más “digno” de respeto y amor cuanto más débil, miserable y sufriente».
O sea que, ¿cuanto más miserable, es más digno de amor? Así es el Corazón de Cristo.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Rocío: Hay una pieza en nuestro matrimonio que está colocada al reves, porque para Dios nuestro «menos» es Su «más».
Jaime: No entiendo nada. Te has levantado hoy filosofando y estoy perdidísimo.
Rocío: Jajaja. Sí. Para mí, cuando más miserable eres, menos digno de mi amor te considero, vamos que menos te mereces mi amor. Y para el Señor es al revés.
Jaime: O sea, ¿que cuando el otro es más miserables es más dignos del amor? Ahora sí que me dejas de piedra.
Rocío: Pero eso no significa que me tengas que tratar mal a posta ¿Eh?
Jaime: Jajaja, no mujer. Ya imagino…
Rocío: Míralo de esta manera. Cuánto más bajo cae uno más necesidad tiene de ser levantado. Pero tú no querrás caer bajo ¿no?
Jaime: ¡No claro! Yo siempre quiero estar en gracia.
Rocío: Así me gusta, esposo mío.
Madre,
¿Quién como Dios? Alabado sea Su Sagrado Corazón.